Andaba el Juan Barrancas caminando cabizbajo, después de que lo había alcanzado una tormenta atípica, ¡qué digo tormenta, era un monzón del cambio climático! que lo dejo todo mojado hasta el tuétano, por lo que se dirigió a la vinatería “La barca de oro” a comprarse una “pachita” de anís “El Mico” para calentarse los huesos, la dulce bebida le comenzó a refrescar la memoria en aquella ocasión que andaba de buscón, el decía que representante de artistas. Tuvo la suerte de contratar algunos conciertos a Nina Galindo, “quiero probar la fantasía que me ayude a vivir/ pues tengo el alma tan fría y no me quiero morir/ dame de esa ración / ven acuéstate aquí / en la soledad de la luz matinal/ quiero probar la medicina que me haga vivir… bluseaba incomparable la rola del otro blusero-peyotero compositor , el Pepe Cruz, y que algún tiempo lo trajera de un ala, bluseando el pavimento, -le reclamaba la dueña de su quincenas, Ángel del Arcoíris. Aquella época, el JonhiFui le gustaba la velocidad el ritmo de reggae, rock urbano, blues, chupaba todo aquello que fuera incompatible con la dizque buenas costumbres, era un temporada conspicua apestosa, que disfrutaba con sus altibajos, hacia la programación y tocadas de grupos de rock, en los teatro del seguro social, era la “Clínica del Rock” cuando la desacralización de algunos símbolos patrios sucedían por México- Tesmogtitlan.
La Ninochka cantaba con un grupo denominado “Los Enfermos”, unos músicos que eran bien mariguanotes, ¿qué raro? Principalmente, el rebelde guitarrista, Mandrágora, que con su novia Sonia; el Padrino, el bajista el Mau y el Demex-bataca, completaban el cuadro de irredentos desubicados, pero eso si que disfrutaban de la música allá por un departamento de la “Condechi”, donde llegaban rupestres guitarristas como la Rana Catana, que armaban el reventón en un dos por tres hasta que llegaba a sorprenderlos María Eugenia Galindo, la mamá y la Profesora de “Cero en Conducta” del Oscar Ortiz de Pinedo ..Pero para no hacer el culebrón como los de “Teidiotiza”, recordaba hablando con su “sombra traviesa” el Barrancoso.
La Güerita María, que había trabajado con el fanático del anís del planeta de los micos en aquella tarde, en el Ministerio de la Juventud, le había solicitado unos grupos para tocar, por lo que los músicos de la Blusera de la Flama de Quinqué, y ella misma se habían puesto bien felices, escaseaban las tocadas y en la fecha del evento, antes de que llegara el transporte para la audición, habían forjado unos cigarrillos de una olorosa cannabis que estaba poderosísima que esfumo en un 2 por 3 y ya se sentían los herederos del Blues del Misisipi. ¿Cual fue su sorpresa? que el transporte que los conducía a su destino se dirigió al mismo centro de la ciudad, dieron una vuelta a la plaza de la Constitución, como turisteando a lo grande, para que se enfilara al portón principal del Palacio Nacional, los militares ni en cuenta, la Ninotetona Galindo y los enfermitos cruzaron el umbral del poder y en que condiciones, portaban el pasaporte al infierno del patrocino de la secretaria de Hacienda y Crédito Público. La Ninochka que llevaba unos anises arriba se puso lívida por un momento, el Mandrágora le protesto al Barrancas, ¿qué trampa no pusiste hijo de Leonard Cohen? Esto no esta en el guión mi rastafari y luego traigo “la broncota”, le dijo susurrando como cuchillos. A lo que repuso el Barrancas, -No hay tos feroz, a poco siente frío, lo que tenga que ser que truene que sea, no que muy zapatista no que” Tierra para sembrarla y libertad para fumarla”.
Ya repuestos de la sorpresa conectaron y el rock nacional fue y ganó el espacio sacrosanto aledaño donde despechara Benito Juárez, decía el Barrancas, –No hay bronca, además ya esta el pago terminando el concierto. ¡Ah pos así vaya el concierto por el máster Willy Dixon! Refulló el Mandras que era el más suelto en el Nirvana Azteca… ¡Me suena, me suena! Le espetó la voz del Tizóc, quien desaprobó moviendo la cabeza, ¡Pinche Barrancas, de nuevo hablando solo! Ya no tomes de esa marrranilla, a ver presta, a chinga pues si es también de mis bebidas espirituosas favoritas, Cabezotas ya estás bien tocado. ¿Qué paso mi príncipe chichimeca? Que bueno que llegaste estaba recordando tiempos idos allá por Tesmogtitlan, de aquellas jornadas de lucha combativa. Ya no te juntes con los del perderé Barrancas, hablas igualito, ¿Qué paso Tizóc? Como es el mes patrio, hay que desacralizar la historia o a poco tú no has fumado de la mota que dejo calvo a don Miguel Hidalgo. No yo soy “skin head”, o sea cabeza rapada Mi Barrancas, respondió el heredero al trono. Ayayay ahora si todos andan bien “pandrosos” y muy “Rudy boys” ¡las arañas y muy violentos! Pero no te acuerdas de aquellos conciertos cuando vino el Eric Burdon al domo del plan sexenal, fue inolvidable, comenzó a delirar ya saben quien. Recuerdo que fui con mi hermano el Jonás y ¡qué tocada mi Tizóc, adrenalina pura! ese día que me habla el “Jenrrucho”, que me dice que iba a estar de seguridad con el cantante de Los Animales, Leyenda del rock, que me podría discutir y que le llevo un personal de “mostaza” de la premier, pero que casi me atoran los matutes, lo mejor fue cuando escuchamos las almas reunidas en aquella estructura de cobre, La Casa del sol naciente, el sonido rebotaba y penetraba en tu corazón, en tu cuerpo, todo era mágico y psicodélico… ¡Ay mi Barrancas nunca te compusiste! me acuerdo cuando te acompañe a la inauguración del “Salón México” atrás del Bellas artes y andabas bien orate gritándole a una chava que estaba aterrorizada “¡Ángel te amo! nunca te he olvidado, porque te niegas al amor, nacimos el uno para el otro estaba escrito que en Teocelo encontrarías un loco amor! Príncipe Tizóc gracias por recordármela, no me acordaba que me habían encargado unas cosas para la despensa, pero acompáñame antes de que vuelva a perderme en este laberinto y te cuento cuando las fuerzas libertarias volvieron a tomar lo que se nombró como “Zócalo Rojo” y donde con otros locos liberaron la entonces poscrita plaza de la constitución que hoy todos amachinan y nos fumamos un cigarrillo por los caídos. Ah tá güeno y como estuvo mi Barrancas. Bueno cómprate otra de anís del mico porque esa es otra historia….