En tiempos de los gobiernos de cuarta, y hasta de quinta, parece que el deporte nacional del régimen morenista es ver quien logra pasarse la Constitución, las leyes y los reglamentos por el “arco del triunfo”.
Así como el presidente López (aunque a muchos les duela, es su apellido) busca violentar las normas con memorándums, o como en Baja California con la “Ley Bonilla”, o Tabasco con la “Ley Garrote”, o como en la Cámara de Diputados y la tentativa de perpetuar el dominio de Morena con “Leyes Fast Track”; en Naucalpan, el dueto presidencial ha caído en la desfachatez de querer chamaquear al Cabildo de Naucalpan, para modificar el Reglamento Orgánico Municipal a modo y a medida de las ambiciones totalitarias de Manuel Espino, Supersecretario de Gobierno.
Y es que, en el ejercicio del poder municipal, aunque los ciudadanos votaron por Patricia Durán -Bueno, quienes sí se informaron por quién votaban a los distintos cargos de elección-, quien manda, califica y autoriza en el gobierno es el (Super, mega, plus, ultra…) Secretario de Gobierno, Manuel Espino.
Manuel Espino que, como todo político alfa y controlador, busca ser la máxima autoridad en todos los temas de interés político y económico de Naucalpan, fue sorprendido en sus muy cuestionables intenciones de acaparar y tener la exclusiva, para dar autorizaciones y vistos buenos de licencias de funcionamiento, cambios de uso de suelo, vía pública, construcción, establecimientos comerciales, etc.
Como escena de la película “La Ley de Herodes”, el dueto presidencial de Naucalpan buscó ejercer su propia autoridad, para cambiar lo aprobado por el cabildo de Naucalpan a su antojo e interés, en particular del Reglamento Orgánico Municipal.
Con una tentativa de madruguete, en el que buscaron chamaquear a síndicos y regidores de Naucalpan, Espino y Durán publicaron un reglamento totalmente alterado a lo aprobado por el cuerpo edilicio; dándose atribuciones plenipotenciarias para decidir qué se construye, qué zonas ocupará el ambulantaje, qué giros operarán y qué usos del suelo se darán en la zona urbana y urbanizable, del municipio.
El pasado 28 de agosto, en sesión de cabildo, síndicos y regidores de todos los partidos, hicieron público lo descubierto y denunciaron que el Reglamento Orgánico Municipal de Naucalpan había sido alterado de manera ilegal y a modo, para que licencias, autorizaciones, entre otros trámites comerciales, urbanos y de construcción, fueran aprobados por el Secretario de Gobierno; y dejando a las direcciones de Desarrollo Urbano, Desarrollo Económico y Obras Públicas como simples oficialías de parte.
Los cambios hechos a hurtadillas, sin la aprobación del Cabildo, contradecían la Ley Orgánica Municipal y buscaban encumbrar a Manuel Espino como un mega súper secretario, que pudiera meter su cuchara en todas las áreas y toma decisiones, muy por encima de la propia alcaldesa de Naucalpan.
Lo que no tenían calculado los artífices de este fraude era que los ediles de Naucalpan sí hicieran su tarea, revisaran y contrastaran los documentos que aprobaron, contra lo publicado. Y Tras una tensa discusión, síndicos y regidores aprobaron de forma unánime, la revocación del Reglamento Orgánico Municipal publicado, dando vista a la Contraloría del Estado de México y a la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, por alteración de documentos.
Lo acontecido en la sesión de cabildo, no hace más que evidenciar lo que ha sido un secreto a voces, en el Palacio Municipal de Naucalpan: que, en el rol de poderes, Patricia Durán sólo finge ser la presidenta y quien en verdad manda, quien es el poder tras el trono y el director de la orquesta, es Manuel Espino.