Arrancó con la ocurrencia de querer un aeropuerto patito en Santa Lucía, cancelando el mega proyecto de Texcoco y desatando la desconfianza de inversionistas; luego inventó la farsa de la guerra contra el huachicol, que derivó en la muerte de 135 personas incineradas vivas y decenas de heridos; continuó con la detonación de la crisis migratoria hasta que Trump le puso un estate quieto; transcurrió el año con una estrategia de seguridad fantasiosa y fallida, logrando el año más violento en la historia del país; y remató con el estancamiento económico, propiciando la desaceleración de la economía, el aumento del desempleo e inaugurando un período recesivo en México.
Así es el desglose y recuento de la tragedia que han vivido los mexicanos, en el último año, comenzando previo a la toma de protesta de AMLO, con su consulta patito, para justificar su aeropuerto patito que es obra cumbre de su gobierno patito.
La primera acción del gobierno de 4ta. fue cancelar la obra pública más grande del país, en las últimas décadas, para enterrar cerca de 300 mil millones de pesos (estimación del costo de la cancelación) y anunciar la construcción de un sistema de aeropuertos preexistentes: Benito Juárez, Toluca y Santa Lucía.
A partir de entonces, López ha demostrado su obsesión y capricho, para llevar a cabo obras ociosas y de bajo impacto, para el desarrollo del país:
• Aeropuerto Felipe Ángeles, del que se vaticina su disfuncionalidad y fracaso como alternativa aeroportuaria.
• Refinería de Dos Bocas, que se pretende construir sobre un manglar, vulnerable a las inundaciones y que se será otra más de las plantas que producen muy por debajo de su capacidad (sólo al 40%).
• Tren Maya, que cuenta con la desaprobación de los pueblos mayas y que detonaría la afectación de las reservas naturales protegidas de Chiapas y la Península de Yucatán (Selva Lacandona, Biósfera de Calakmul, Biósfera de Sian Ka’an y Parque Xel-ha).
Por otro lado, la falsa “Guerra contra el Huachicol” sólo fue la caja china para ocultar el grave error de no renovar los contratos de abastecimiento de gasolina importada y la mala logística para atender el desabasto de la misma. Contrario a lo que decía López, la escasez de combustible generó mayor demanda, en los centros clandestinos de abastecimiento y detonó más intentos de ordeña en los ductos de Pemex, a través de tomas clandestinas, lo que condujo a la tragedia de Tlahuelilpan con el saldo de 135 muertos y decenas de heridos.
A partir del lamentable hecho, el gobierno dejó de hablar del tema con la justificación absurda de no querer fomentar la actividad y, así, la guerra contra el huachicol terminó en la clandestinidad. No obstante, nunca ha existido informe de detenidos por robo de combustible y, hasta el mes de julio, Pemex marcaba 12 mil 581 ataques a sus ductos; después, Pemex dejó de informar del decomiso de combustible y cedió el encargo al Ejército y la Marina.
Otro de los problemas que detonó AMLO fue el éxodo de miles de personas provenientes de Centroamérica, que cruzaban México en caravanas hacia EE.UU., fomentados y apoyados por el gobierno. Hasta que, Donald Trump amenazó con imponer aranceles de 5% a las importaciones mexicanas, si no se reducía significativamente el número de migrantes que cruzaban la frontera.
Para evitar esta crisis auto infringida, el gobierno de 4ta. estableció un plan de 90 días, en el que se distrajo a 6,000 elementos de la Guardia Nacional y el Ejército, para controlar el flujo migratorio en sus fronteras. Además, de aceptar convertirse en el Muro de Trump y albergar en su territorio a miles de migrantes, mientras esperan resolución a su petición de asilo en EE.UU.
La inseguridad y la violencia es el fenómeno que más preocupa a los mexicanos y la estrategia de “Abrazos y No Balazos” a la delincuencia y el crimen organizado, usando como única arma de disuasión el acusarlos con sus mamitas y hasta atacarlos con “fuchis y guacalas”, sólo ha detonado el año más sangriento y violento, en la historia reciente de México; alcanzando la lastimosa cifra de 32 mil homicidios, hasta el mes de octubre, lo que anticipa alcanzar una cifra récord al concluir el 2019.
La tan cuestionada estrategia (por ilusa y ocurrente) recibe mayor crítica tras los lamentables hechos de Culiacán -con el triunfo del Chapito poniendo de rodillas al Gobierno de López- y la cobarde masacre de las mujeres y los niños Le Barón. Lo peor, es que detrás de los homicidios y la inseguridad ya no sólo está el narcotráfico, sino también se han sumado las bandas de robo de combustible, extorsión, secuestro y tráfico de personas.
Y para rematar, la calificación en economía para el gobierno de López es de cero, por el 0.01% de creciente en el PIB y, se prevé, que el cierre del año sea en números negativos (-0.02%). La economía durante 2019 se desaceleró, se estancó y, al final del año, se declara en recesión.
La razón de tal caída es la mal llamada Austeridad Republicana, que es una austeridad que asfixia a sectores como la construcción, la inversión privada y los proveedores de bienes y servicios, que directa o indirectamente dependen del gasto público.
La cancelación de contratos de servicios y obra pública, junto con el deficiente ejercicio del presupuesto, han afectado la economía; mientras, “el dinero de todos los mexicanos” se regala a manos llenas a los sectores menos productivos de la población, sin repercutir en la generación de empleos directos, ni indirectos; simplemente, se tira el dinero público a un barril sin fondo, fomentando sólo el consumo básico de manera artificial.
En tan sólo un año el presidente López ha hecho mucho daño. Lo confirman los acontecimientos más importantes, que han marcado el primer año del gobierno de 4ta. y que nos han conducido a vivir tiempos de quinta.
La falta de resultados en la atención de los principales problemas del país: seguridad, empleo y crecimiento económico, son agravados por la mediocridad de los funcionarios designados por López, que más por su capacidad, destacan por su ineptitud e ineficacia, producto de su inexperiencia e impreparación. Mediocridad fomentada por el presidente y su tramposa justificación de privilegiar la “honestidad” sobre la experiencia; por no decir, el servilismo y la lealtad incondicional, por encima del profesionalismo.
Sólo hay que recodarle a López que “el primer acto de corrupción de un funcionario es aceptar un cargo para el que no se está preparado” y, más grave la corrupción, cuando el que los designa tiene conocimiento de causa.