La corteza del cráneo pegada al cerebro era como un peso que le iba a arrancar la cabezota del Juan Barrancas, la lengua seca, esa pesadez que lo inmovilizaba al extremo de quedarse tirado sin hacer nada, en lo que era un especialista, un maestro de la contemplación, sobre todos de los ocasos de aquellos encendidos cielos naranja-rojos, que conectaban sus neurotransmisores, ¿así era el infierno? Pensaba, ¡así debe den ser las flamas que incineraban a los pecadores! ese naranja rojizo era un color hermoso, entonces no era tan deplorable como algunos se lo decían y más en aquel viernes santo al que estaba llegando, ¿quién sabe cómo y porque? Sobreviviente de excesos, por algo sería.
Nublada la mente, le pasaban la factura su pasado, no podía pensar, era como un nudo, amarrado el corazón, con los brazos queriendo abrasar al ser querido sin conseguirlo, queriendo entender que era pasaba, pareciera iba de nueva cuenta al bordo de abismo para lanzarse, pera esta ocasión era como si le hubieran chupado el alma, se acordó de la tulpas, esos seres mitológicos que recogían lo humano que tuvieras para dejarte invalido, sin aliento, recordaba las lecturas cuando era un total desastre iluminado y fumándose un porro de cannabis todo se componía, hacía mucho que ni eso ocurría, bueno ya no podía ni conectar, todos sus dilers habían abdicado convertidos en pastores, padres de familia respetables y hasta lideres antorchitas y de todos colores, su último colega que se mochaba había desaparecido, un día sin dejar rastro y ya no conseguía yesca ni intentaba consumar algún consumo, ya ni eso le llamaba la atención.
Y lo tragos a la edad que llegaba traqueado le pegaban como mazo, como bien decían no es lo mismo Juan Camaney agarra el cuaresmeño y juega con él; la migraña y la explosión que demolía sus sienes con la presión alta que en cualquier momento esparcería sus sesos por la habitación en cualquier momento, y todo por andar de culebra, hacia unos dias se lo había dicho el Rojas, “ya ve por andar de pasado de lanza”, aunque sabía que no era del todo cierto, porque hay de culebras a culebras venenosas ponzoñosas y Juan Barrancas, era un pecador estándar, no se dedicaba de tiempo completo a medrar con la palabra de acción omisión y comisión.
Pero igual todo se remitía a la distancia y al choque con el Angel Rebelde de su vida, que no le perdonaba su flaqueza con los instintos, sacaba conclusiones escuchando la canción mas chingona con la banda más chingona, Los Caifanes: “Nos vamos juntos haciendo viejos/Algunos sueños toda la piel/mordiendo el tiempo lamiendo el aire/No nos buscamos para evitarnos/ Y sin embargo aquí estoy/ Y sin embargo no me voy/ Vivimos juntos en infiernos mutuos/En mentiras humanas, eternas hermanas/ Juntos buscamos la eterna pareja/ después de amarnos nos odiamos/Y sin embargo aquí estoy/ y sin embargo no me voy/Me voy yendo como el mar/ Lento y salvaje como tú/me voy yendo como el mar/Lento y salvaje como tú/ Lento y salvaje como tú oooooooooohhhhh ahahaahaaaaaaaahhaaaaahhhaaahhhaaaaaaahhaaaaaa….
De lo sublime a lo vulgar a lo bizarro, así era la vida del Juan Barrancas, ya por las calles de San Lucas Matoni, desde temprano empezaron a instalar los puestos de garnachas, pambazos, sopes quekas, aguas frescas y hasta micheladas, ya un día antes los romanos, que hoy serian personificados por los policías ministeriales, habían achicalado al Enemigo Público Número Uno, el redimía, el Hijo de Dios que atentaba contra el Statu Quo, contra el imperio, que andaba alborotando a los zombies mareándolos con la vida eterna y una vida de paz y serenidad si se portaban conforme a un decálogo, como el que sacaban los políticos de hoy, ya había quedado atrás el domingo donde se las había hecho de frijoles con jamón precisamente a los fariseos que ya se alistaban a vender espejillos y piedrillas de fantasías por oro plata y diamantes en unas elecciones que nadie sabía ni cuando se iba a realizar y que de cualquier manera nos la desdoblarían de nueva cuenta, maquinaba en su torcida mente el Juan Barrancas, quien para su fortuna se encontró al Chemo, el propietario de la fuente de salud denominada “La Barca de oro”, quien extraño se discutió con un regalito, un six de Modelos Especial “para que le alegre el alma y le apagaba ya la sed”.
Ya al medio día el jaleo era para arriba y a los lados, todo la muchedumbre siguiendo los pormenores de la representación del “Mártir del Gólgota” Jesús de Nazaret, que lo traían bien juido, latigazo, casi amontillándolo con las grava-piedra de las vías del ferrocarril y achicalándolo como si fuera un malhechor, gritaban unos, otros lloraban porque lo trataban como si fuera un detenido por los “azules” de la municipal, los “negros” de la estatal y los verde-olivo, los militares en Operativo Rastrillo, donde se filtraba la música del barrio una “salsita” de Richi Ray y Bobby Cruz: “Pedían la sangre justa de Jesús, pedían que se soltase a Barrabás/ este hombre es justo, en el no encuentro mal, Poncio Pilato tuvo que confesar/ Si quieren les entrego a Barrabás, pero este hombre a quien le hizo mal, los fariseos gritaban sin cesar, maten al justo, suelten a Barrabás/ ¡ Que suelten a Barrabás! pedían los fariseos/Pedían la sangre del justo escribas y fariseos/ Quisieron matar al Cristo/Y prefirieron un reo/Crucifíquenlo!, crucifíquenlo!, crucifíquenlo!/ decían, decían los fariseos y ya pasadas las tres de la tarde, después de las tres caídas y la cuesta al cerro del Tenayo por donde ya las casas y los zombies eran la pura banda que crucifican a Jesús que actuaba, personifica el Kabubi, quien ya sangraba y no sabía ni qué pedo con el odio de sus victimarios, cuando empezo a ponerse negro el cielo y el viento formo un remolino creando una tolvanera levantando techos castigando árboles y tunantes, era gran confusión, haciéndose se fueran de trompa y de nalgas fariseos y cristianos, tronó el cielo como si fuera el fin del mundo, cayendo unos relámpagos de aquellos, que dejaron sin habla a la muchedumbre que pelaba el ojo al igual que el Barrancas mirando el cielo y la ciudad de los palacios a lo lejos ya que no podían creer lo que pasaba, pero esa es otra historia…