CIUDAD DE MÉXICO, Méx.- Después de un exhaustivo proceso integral de restauración, que requirió el esfuerzo interdisciplinario de químicos, físicos, biólogos, geólogos, arquitectos, restauradores e historiadores, fue entregada por el Gobierno de la República a la Ciudad de México, la estatua ecuestre de Carlos IV, El Caballito, que hoy recupera el esplendor que tenía en el siglo XIX, cuando fue creada (en 1803) por el arquitecto y escultor Manuel Tolsá.
La secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda y el jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, encabezaron, este miércoles 28 de junio, la ceremonia de develación del monumento emblemático que forma parte del patrimonio histórico cultural de México, acompañados por Diego Prieto, director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); Lidia Camacho, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA); y José Mariano Leyva Pérez Gay, coordinador del Fideicomiso del Centro Histórico.
María Cristina García Cepeda afirmó, en la Plaza Tolsá del Centro Histórico, que “gracias a la colaboración entre instituciones y la dedicación de los especialistas del INAH, es posible apreciar nuevamente en todo su esplendor este monumento, emblema y orgullo de la Ciudad de México que por más de 200 años ha sido testigo de la historia, de la vida diaria y de los grandes acontecimientos que han transformado al país”.
La secretaria de Cultura recordó que la estatua de El Caballito ha sido considerada en múltiples registros pictóricos y fotográficos y está fuertemente arraigada a nuestra memoria e identidad desde 1803 cuando Alexander von Humboldt presenció su inauguración y la comparó con la de Marco Aurelio en la ciudad de Roma.
“Reafirmamos el compromiso del Gobierno de la República y de la Secretaría de Cultura, a través de sus instituciones como el INAH y el INBA, que con la investigación, la protección, custodia y difusión de nuestro patrimonio e identidad salvaguardan el legado de los mexicanos, lo que fortalece la memoria de la sociedad y nos ayuda a interpretar el presente y a construir el futuro”, agregó María Cristina García Cepeda.
Estuvieron también presentes en el acto Eduardo Vázquez Martín, secretario de Cultura de la Ciudad de México; Liliana Giorguli, coordinadora nacional de Monumentos Históricos del INAH y Arturo Balandrano, coordinador nacional de Monumentos Históricos del INAH.
Miguel Ángel Mancera celebró que de nueva cuenta, en un trabajo coordinado, se enriquezca el patrimonio cultural de la ciudad y subrayó el trabajo que se realizó con el INAH y los profesionales que participaron en esta intervención.
Señaló que gracias al avance de las técnicas científicas utilizadas para su rescate, esta figura ecuestre vuelve a mostrar el esplendor que tenía para el regocijo de los visitantes del Centro Histórico y de la Plaza Tolsá, donde se encuentran el Museo Nacional de Arte y el Palacio de Minería.
Después de la ceremonia de develación, que fue celebrada con un largo aplauso de los presentes, Diego Prieto, director general del INAH y Liliana Giorguli, coordinadora nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, dieron a conocer los detalles de la restauración que requirió la participación de 157 especialistas durante el proceso.
Para realizar los estudios se incorporó a especialistas de las facultades de Ingeniería y Química de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto de Física de la UNAM, así como la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía, con asesoría de profesionales del grupo de trabajo de metales del Comité para la Conservación del Consejo Internacional de Museos.
La restauración requirió la más alta tecnología mediante ultrasonido y espectometría de difracción de rayos X y entre las metas se tuvo, el respetar los materiales constitutivos, además de realizar limpieza de corrosión, suciedad y estratos pictóricos, además de la desalinización, la inhibición de corrosión y la regeneración de óxidos de cobre para lograr la unidad visual, la estabilización material y la unificación de aspectos y acabados de la escultura.
En el proceso de restauración los especialistas lograron identificar que la escultura estaba recubierta con una capa de óleo aplicada por Manuel Tolsá. Se resanaron grietas y espacios de filtración y se colocó un recubrimiento de protección para después recuperar su tono olivo parduzco, mismo que fue descrito en 1814 por Alexander von Humboldt y que, los estudios científicos realizados durante la restauración, confirmaron que recubría toda la pieza que mide casi cinco metros de altura, por cerca de cinco metros de largo, con un peso aproximado de 13 toneladas y que contiene cobre, plomo, estaño, así como una estructura interna de hierro forjado.
Liliana Giorguli mencionó que la estatua se realizó con un positivo en cera y con la elaboración de un núcleo refractario para ser vaciado en una sola colada y a lo largo del siglo XIX El Caballito fue sometido a diversas restauraciones, primero en 1858, posteriormente en los años sesenta y setenta del siglo XX.
Agregó que al ser creada en 1802, Manuel Tolsá dedicó más de un año para dar el bello acabado a la estatua con cincelado y la aplicación de injertos, parches y pernos.
Finalmente, Arturo Balandrano, coordinador nacional de Monumentos Históricos del INAH, dijo que al estudiar el núcleo de la base de la estatua se confirmó que tiene un buen estado general y que en sus soportes metálicos no hay oxidación.
Agregó que durante los trabajos se preservó la cápsula del tiempo que contiene monedas y documentos introducidos durante el traslado de la pieza de la glorieta de El Caballito a la Plaza Tolsá en la calle de Tacuba.