Voy a inventar una tonada que se parezca a Pink Floyd/ una dulce carcajada ahogada en un vaso de alcohol/ lo que pasa es que es solo un mal rockanrolero/ con las palabras amontonadas ebrias locas/ a esa gran velocidad un descuido seria fatal … canturreaba el Juan Barrancas quien de contrabando se había pirateado una hermosa rosa de aquel jardín, y aunque le pesaba ya la culpa, no lo había podido evitar, mirando esa pieza de la naturaleza que parecía estar presta para ser arrancada por aquellas sucias manos que se espinaron y sangraron.
De cualquier manera, cuando la recibiera su cabecita blanca, Pachis querida, habría valido la pena, en su testadura el Johny sabía que estaba postergando escribir aquella carta, que le recomendara escribir su guía espiritual, por aquello de las canijas dudas y de que nadie tenia la vida comprada, recordaba aquella comilona de grasas suaderescas, cabeza de buey, te veo triste, y tripa gorda, que lo pusieron en predicamento, en el umbral del camposanto.
Tenía que recapitular su amor maternal, ya que si tenía y se la recordaban luego a cada rato, y más cuando llegaba el cuatro de octubre, el día del cordonazo de San francisco de Asís, en que conmemoraba su mamacita cumplía “yo tengo 18 años, viejos los cerros” siempre decía, pero que en realidad, gracias al todopoderoso rebasa las cuatro décadas, “el cuero es el que arruga” y era la verdad porque la alegría y lo malora no se le quitaba a su madre santa.
El Johny no sabía como comenzar, porque bien que reconocía que había sido un cabeza dura, un hijo desobediente, cuando su madre santa le preguntaba ¿en donde te perdiste hijo de mi alma, en que me equivoque? y el respondía cantando “los caminos de la vida no son como yo pensaba/ no son como imaginaba/ no son como yo creía/ son difíciles de caminar y no encuentro la salida… pero en eso de las culpas, nadie la tenía, pues mas bien el Juan replicaba que cada quien es artífice de sus destino, que le perdonara “por no ser el hijo que hubiera querido tener”, que tenía defectos y era “yo soy responsable de mi vida loca” que solo tenia por agradecerle haberlo engendrado y dado un ejemplo de trabajo, que igual no siguió a la letra, pero gracias a su sabiduría era un chef para preparar ese manjar de la cocina prehispánica, se refería a lo tamales, que lo profundizó en su identidad neochichimeca, de hambre no se moriría porque sabía prepararse un taco y no andar con la panza de farol, a caminar para ganarse la chuleta.
El Johny recordaba como le gustaba ir al antiguo mercado de la Merced, a comprar el cacahuazintle, las hojas de maíz, los tomates, cuaresmeño, sin dárselos a desear, la papa, para la vendimia, y como se alucinaba en aquellos camiones vulgarmente conocidos como guajoloteros, y como en la travesía se percataba que el mundo no era aquel pueblo olvidado de Dios a donde había llegado expulsado de la mancha urbana.
Como su jefa al igual que su jefe se habían fletado para que no fuera un burriciego y se aplicara a la escuela, para ser una persona de provecho, tenía que agradecerle, su afición a la lectura, y como después de fumarse un cigarrito en el jardín en su recamara se encerraba para viajar por el universo de cuantos, revistas y libros caían a la mano… de las anécdotas, que siempre recordaría el Barrancoso, patrocinado por el Programa Nacional para los trabajadores del Seguro Social, para acercar a la juventud obrera y urbana promocionaba la “Clínica del rock” que regenteaba con el inefable Pantoja, aquella noche fue de sus primeras aventuras rocakanroleras en serio, fuertes, cuando la afamada Bostik, el teatro Isabela Corona en Tlaltelolco estuvo a reventar, y el vocalista David Lerma, alias Guadaña incendio de júbilo a los orates que acudieron aquel lunes con rolas como el “demos gracias al gobierno/ que nos construye casas habitación/ el Hotel de lujo del penal de Barrientos para el personal felón… “de trampa estoy de camino al extranjero estoy refugiado en un sucio vagón/ voy de aventura y también a hacer dinero/ voy recorriendo todo un camino de experiencias de hambre y desolación/ esta vida la vivo como venga esa es mi determinación… y terminando la rola que el apache cantante, pide que suba al escenario una madrecita, una cabecita blanca para regalarle el disco de en “Pie de guerra” y cuando para sorpresa de todos, ahí estaba Francisca Sánchez García, a sus “18 primaveras” divirtiéndose con la banda pesada de la ciudad más grande del mundo, que quería saber en que pasos andaba el Johny Barrancas y con que amistades se estaba echando a perder.
También Pachis se “borregueo de lo lindo” cuando Kábulas Rocks organizaron aquel memorable aniversario del rey Lagarto, Jim Morrison, en el cinema Virgo donde también llego la pachita rockanrolera y se le trepo la adrenalina cuando llegaron los matutes de reacción inmediata de la GAM para ver que tranza con la balacera que se armo. De ese tamaño era cercanía con aquel descarriado hijo que nunca se compuso hasta que por las oraciones o que se yo, se genero la obra milagrosa un 24 de diciembre cuando el Barrancoso llego quemándose en alcaloide y tocho morocho y todavía se chateo la del estribo para acompañar a su santa madre al arrullamiento de niño Jesús, en pleno atrio al descocado, le brotaron las lagrimas y le reclamo al crucificado que también el era su hijo y que ya no quería vivir de la manera en se moría lentamente. Para que días después el Barrancoso enderezará el largo y sinuoso camino que había recorrido y en el cual siempre había estado aquella bondadosa mujer ¿pagando algún karma? que lo había tolerado y amado y que había pedido que le llegara una luz para salir de aquella oquedad, pero esa es otra historia….