Ernestina Godoy Ramos es desde ayer la fiscal carnal.
La ex procuradora general de justicia capitalina fue impulsada por Andrés Manuel López Obrador y su amiga Claudia Sheinbaum, jefa del gobierno capitalino, tal como sucedió en el gobierno federal con Alejandro Gertz Manero.
-Está muy bien dicho eso, porque son compañeras. Yo también, o sea, es mi fiscal carnal también, porque somos compañeros del mismo equipo, hemos luchado durante mucho tiempo y para mí es un orgullo que esté Claudia Sheinbaum de jefa de gobierno. Y lo mismo Ernestina Godoy, dijo Andrés Manuel en su mañanera del lunes 28 de octubre.
Por supuesto, para el preciso no es lo mismo esto que lo que pretendía hacer Enrique Peña Nieto con Raúl Cervantes Andrade, el original y auténtico fiscal carnal.
-No nos comparen, porque eso sí calienta, dijo esa mañana en Palacio Nacional.
Pero es lo mismo, y doble.
Godoy es amiga presidencial desde el siglo pasado.
De hecho, quiso nombrarla consejera jurídica del hoy extinto Gobierno del Distrito Federal (GDF) en su sexenio, pero Tina no estaba titulada.
-Conozco a las dos y conozco a Ernestina, porque es real, desde hace 20 años, y en 20 años es la misma Ernestina, no se enriqueció, o sea, no es corrupta.
¡Cómo no voy a tener confianza en ella! Claro que sí, añadió ese lunes de otoño.
Ernestina o la fiscal carnal, promete autonomía.
-Quiero ser enfática: no nos sujetaremos a cálculos políticos ni a cálculos mediáticos. No haremos exoneraciones a modo. Y se respetará el debido proceso, dijo en su discurso.
Y que ejecutarán todas las órdenes de aprehensión rezagadas desde hace cinco años.
Y así, inocentemente, surge la duda:
¿Por qué no lo hizo cuando hasta ayer la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México se llamaba Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México?
¿Con el simple cambio de nombre comenzará a funcionar distinto?
Opacidad, corrupción, ineficiencia, malos tratos, horas y hasta días de espera, negligencia, filtraciones, fabricación de culpables, revictimización, omisiones, investigaciones deficientes, tortura, complicidad con la delincuencia, falta de personal, atraso tecnológico, violaciones al debido proceso, amiguismo, nepotismo, utilización de las instalaciones para cárceles clandestinas.
Esa es la realidad histórica de la Procuraduría… y de la Fiscalía.
El discurso de la fiscal lo contiene.
Y de la justicia, injusticia, en México.
Claro no es privativo de la CDMX ni del gobierno de Claudia Sheinbaum.
Pero que no pretendan engañar.
Eso no se va a terminar jamás.
Ni con cuartas, quintas o sextas transformaciones.
Los agentes, policías judiciales –Judas o Tiras, para la banda-ministeriales o como les quiera llamar el gobierno en turno – así han cambiado de color las patrullas, a capricho- son unos malandros con placa.
Delincuentes, con excepciones, sí, pero ratas de dos patas.
A las tienditas, que sobran en todas las colonias de la capital, pasan a cobrar su renta. Su comisión. Su entre.
Para devolver un auto robado, piden dinero.
Para agilizar una indagatoria, igual.
Los ministerios públicos son cuevas donde quien cae es extorsionado. Hasta para recibir la copia del acta o denuncia presentada, derecho por ley, hay que dar dinero.
Y se corre el riesgo, además, de que la información personal caiga en manos de los criminales sin placa, y con placa.
¿O miento, querida Ernestina?
-Todos los incentivos para desalentar la denuncia han estado presentes y para la mayoría de las personas, acudir a la procuraduría es un problema, no una solución, dijo. Y añado: una pesadilla.
Basta señalar el nivel de impunidad en México: ¡99 por ciento!
Así lo sostiene el reporte La impunidad subnacional en México y sus dimensiones IGI-MEX 2018, presentado por la Universidad de las Américas en Puebla (UDLAP), el documento más reciente en la materia.
El Indice Global de Impunidad México, presentado por el rector de la UDLAP Luis Ernesto Derbez, sostiene que en todo el país apenas se denuncia 1 de cada cien delitos.
¿Por qué?
Por la desconfianza en los jueces, en los ministerios públicos, en los agentes.
Por miedo a ser revictimizado.
Y la procuraduría capitalina, perdón, fiscalía, no es la excepción.
Como dijo El Innombrable en entrevista:
Política ficción.
A esperar cómo la Fiscalía de la Ciudad de México se convierte así, de la noche a la mañana, en una institución ejemplar, limpia, pura, inmaculada.
Aguanten, voy a asomarme allá por la colonia Doctores.
Cuando menos debe estar ya el nuevo logotipo.
Pregunta que quema
¿De quién eran las armas con las que el niño no tan niño mató a su maestra e hiirió a cinco compañeros y otro maestro en Torreón, Coahuila?
¿Del abuelo?
Qué tragedia, reflejo de la violencia, la peor en la historia.
Vámonos:
Las cuotas de recuperación en los hospitales públicos se cobran desde tiempos inmemoriales. Que alguien le diga eso a Andrés Manuel, porque él insiste en que no, que todo es y será gratuito.
Por cierto, ayer en Chihuahua se dio el primer abucheo para un secretario de gabinete. A Román Meyer, de la Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano (Seedatu) le gitaron “¡Mentiroso!”, “¡Mentiroso”!.
¿Por qué será?
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