Lydia Cacho, desde su valiente labor periodística, nos revela información que rompe con nuestra capacidad de asombro. Hechos como los que publicó en su libro “Esclavas del Poder” motivan una reflexión profunda acerca de la explotación sexual de las mujeres y niñas. Es algo denigrante y vergonzoso para quienes pensamos que vivimos en una sociedad civilizada. En el fondo, la causa de esta actividad perversa es la corrupción que comparten políticos, funcionarios de gobierno y hombres de negocios. Hacen de todo para tener más poder y dinero, aunque este sea dinero sucio, conseguido con el dolor humano.
La trata y explotación de seres humanos es un crimen que se ha expandido como un negocio altamente rentable. Lo mismo esta en México que en Rusia, España, Israel, Palestina, Pakistán, Japón y Camboya. En los últimos cinco años, 200,000 mujeres y niñas han sido introducidas a Turquía por redes criminales de traficantes y secuestradores. El 50 por ciento de las mujeres que ingresan terminan en redes de prostitución. Las costumbres y tradiciones de este país no son favorables a las mujeres que son víctimas de discriminación y humillación, incluso por tradición cultural o creencias religiosas. Tratando de romper con esa percepción y con miras a ser aceptado en la Unión Europea, el gobierno turco ha firmado Tratados Internacionales, de hecho han aceptado diálogos respecto a los derechos humanos, para lograr entrar a la dinámica de los países globalizados. A pesar de ello, prevalece el sometimiento de la mujer, particularmente de las extranjeras, a ejercer la prostitución forzada.
En Israel y Palestina la prostitución es ilegal y está considerada como un acto altamente inmoral por las autoridades de ambos países, tanto desde la perspectiva social como desde la religiosa. Sin embargo, existe la explotación sexual de mujeres y niñas que no son judías. Quienes las explotan las ponen a mendigar durante el día y por la noche las obligan a ejercer la prostitución.
Según la autora, en México se tiende a considerar la trata de niñas y mujeres como una reminiscencia de otro tiempo, de un pasado en que la “trata de blancas” era un pequeño negocio de piratas que secuestraban mujeres para su venta en prostíbulos de países lejanos. Sin embargo, la explotación y sometimiento de mujeres es una actividad que ha crecido a partir de ampliar sus vínculos de complicidad. Dos importantes centros turísticos internacionales, Playa del Carmen y Cancún son considerados lugares idóneos para tener sexo con mujeres o niños, que son obligados a vender su cuerpo. Punto referencial de la explotación sexual, también es el conocido Barrio de la Merced, donde más de 1,500 mujeres viven en condición de trata, la mayoría de ellas son niñas menores de diecisiete años.
La pesadilla para miles de mujeres empieza como un sueño, los “enganchadores” empiezan por ofrecerles contratos para ser modelos, cantantes, actrices, y terminan por esclavizarlas en un mundo donde la condición humana no existe. También existen lugares marginados y en pobreza extrema donde las mujeres son vendidas por algún familiar o persona conocida de su comunidad.
Una vez que son sometidas y obligadas a ejercer la prostitución, los tratantes utilizan medios típicos de los secuestradores: incitan a la discrepancia y la rivalidad entre las victimas que conviven en un mismo espacio, con la finalidad de que no se rebelen fácilmente y muchas victimas de la trata, al ser designadas las consentidas de los tratantes, se especializan como reclutadoras y entrenadoras de mujeres y niñas. La complejidad de este fenómeno tiene como origen la protección que reciben las mafias locales e internacionales de la autoridad y las facilidades que brindan los vacios legales entre un país y otro. Como un efecto colateral, el uso del celular, el internet y las redes sociales también ha contribuido a la cooptación de mujeres y niñas que luego son prostituidas.
Lydia Cacho lanzó la voz de alerta e hizo público un problema que alarma a todos por los fuertes niveles de corrupción que lo rodea. El secuestro y explotación de mujeres y niñas es algo que necesita de la participación de todos. Es necesario no dejar de denunciar el delito, hasta que las cosas cambien, aún cuando sea un reto que avance con lentitud, porque es la autoridad quien solapa a los delincuentes dedicados a la trata de personas.
¿Dónde acudir? Existen organizaciones como el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM, www.unifemweb.org.mx), la Fiscalía Especializada para los Delitos de Violencia Contra las Mujeres y la Trata de Personas (FEVIMTRA, www.pgr.gob.mx/fevimtra/), y el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES, www.inmujeres.gob.mx/), donde todos podemos acudir y recibir ayuda especializada.
Cualquier esfuerzo es mejor que guardar silencio.