CUAUTITLÁN, Méx. En ruinas se encuentra la antigua estación del ferrocarril, ubicada a unos 100 metros de la estación Cuautitlán del Tren Suburbano, la cual sirve de refugio a indigentes y migrantes.
Las viejas puertas y ventanas de madera desaparecieron y al parecer sus habitantes ocasionales las usaron como combustible para fogatas, a pesar de que el lugar está protegido por malla ciclónica, que fue perforada.
Sus moradores prenden fogatas en el interior y preparan alimentos. Las paredes tienen grafitis y se desmoronan. La hierba la rodea.
“Algunas antiguas estaciones del ferrocarril se conservan todavía, por ejemplo en Cuautitlán. Fueron construidas en la época del Porfiriato, cuando se dio mucho impulso a los ferrocarriles”, relató el arqueólogo Luis Córdoba Barradas.
Cuautitlán-México tiene dos estaciones antiguas del ferrocarril, una bajo el puente vehicular Fresnos-Río Córdoba y la otra a unos 100 metros de la estación Cuautitlán del Tren Suburbano. Esta última es la más deteriorada, con grafitis y sin puertas ni ventanas.
Documentos del archivo histórico de Cuautitlán-México refieren que en 1878 el propio presidente Porfirio Díaz inauguró el tramo del ferrocarril entre esta localidad y la ciudad de México, por lo que se presume que las dos estaciones fueron construidas en dicha época.
La estación cercana al Tren Suburbano tiene cuatro metros de altura y hace una década todavía conservaba la taquilla, la bodega, oficinas de telégrafos y correos, así como un buzón rojo de madera. Hoy nada de eso queda.
Córdoba Barradas mencionó que la estación fue construida con tepetate y tiene el estilo de la época.
“Por ser de los pocos testimonios de esa arquitectura, del siglo XIX, debe ser rescatada. En la Villa de Guadalupe existe un Museo del Ferrocarril en la antigua estación, porque el primer tren que se construyó iba del centro de la Ciudad a la Villa”, añadió el también investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Autoridades de Cuautitlán-México aseguraron que la estación del ferrocarril no está bajo su custodia, al igual que el Centro INAH Estado de México.
“Cuando hay jurisdicciones indiferenciadas todo mundo avienta la bolita para otro lado”, expresó Córdoba Barradas.
Agregó: “Finalmente, sea de una o de otra jurisdicción, todo mundo debería estar interesado, la Federación, la empresa concesionaria de los ferrocarriles, el municipio y el estado de México. Deberían tener la obligación moral de rescatarla”.