Segunda parte
El actual diputado federal Alfredo del Mazo, hijo de un ex gobernador y nieto también de otro ex gobernador, tiene una carrera ligada a sus relaciones políticas, por lo que sus nexos con las bases priistas es mínimo o inexistente. Su ascenso político ha sido fulgurante por el peso mismo del grupo que lo arropa, de hecho su estrategia de medios describe rasgos similares a la realizada por el ahora presidente Enrique Peña cuando estuvo al frente de la gubernatura del estado. Experiencia en el manejo de los asuntos públicos no ha demostrado mucha, al menos no se conoce una acción de gobierno relevante de cuando fue secretario de turismo en el gabinete del gobernador Peña ni cuando fue presidente municipal en Huixquilucan, tampoco cuando ocupó el cargo de director general de BANOBRAS. Como legislador federal ha mantenido un perfil bajo que puede ser tan bueno o tan malo, según sea el caso. Bueno, porque no se ha expuesto a un “resbalón” o equivocación que ponga en riesgo su aspiración política de llegar a ser gobernador del Estado de México, como lo fueron su abuelo y su papá. Malo, porque su inacción lo limita a no ser conocido entre la población del estado que quiere gobernar.
Si bien no registra acciones destacadas en su ejercicio administrativo, tampoco es un hombre de escándalos, más bien proyecta ser una persona seria y reservada, tanto en su carrera política como en su vida personal. Esto no significa que esté exento de una eventual guerra mediática donde se ventilen asuntos privados o se revivan vivencias pasadas incómodas. Más que de sus adversarios políticos, estos pueden surgir de sus competidores dentro del PRI. Al mantenerse casi en el anonimato en el escenario político de la sucesión por la gubernatura, se fortalece la idea que su apuesta es salir designado vía una negociación del grupo que lo sostiene, misma que podría darse con el propio Arturo Montiel. Dirigido o bajo influencia del proceder de su padre (Don Alfredo del Mazo González) su accionar lo define como un político fiel a los usos de la línea. A pesar de proyectar juventud y dar muestras de ser una persona preparada, se ha refugiado en la constante de Don Fidel: “el que se mueve no sale en la foto”, pero en estos tiempos esa es una apuesta de alto riesgo. Sus aspiraciones tienen una disyuntiva: puede ser candidato, pero no ganar. La escasa presencia y conocimiento de su persona en el territorio estatal es una limitante en una elección competida; y más cuando grupos del mismo PRI no quedaran conformes con su designación, en particular en el Valle de México. En estas épocas los “baños de pueblo” son necesarios y, en su caso, son insustituibles.
Otro de los fuertes aspirantes a contender por la gubernatura es Luis Miranda Nava, político que a su modo, manera y formas de proceder ha demostrado ser eficiente en las tareas encomendadas por su amigo y jefe Enrique Peña Nieto. Sus dotes de saber conducir los asuntos públicos los ha reflejado desde su arribo al equipo del entonces gobernador Arturo Montiel Rojas, cualidad que manifestó con mayor claridad cuando ocupó el cargo de Secretario General de Gobierno en el gabinete peñista. Es considerado el operador fuerte del presidente de la República. Personaje duro en su trato, pero capaz de llegar a acuerdos en apoyo de las decisiones e indicaciones de su jefe, al que rinde lealtad y aprecio.
Tal vez, el máximo éxito del actual Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong sea sobrevivir a la presencia avasalladora de Miranda Nava. No es cosa menor, porque es un hombre de carácter que no dudaría en nada si estuviera en riesgo la imagen del presidente Peña. Su cercanía también lo hace vulnerable, sobre todo por los afectados por las decisiones tomadas y por él construidas. Si bien empezó su carrera con el ex gobernador Arturo Montiel, todo indica que se ha inclinado más hacia el cobijo del actual presidente. Incluso, se dice y es lógico que así ocurriera, que su relación con su mentor ya no es tan cercana.
Si es real el distanciamiento con Montiel, su oportunidad se reduce y más cuando tampoco parece tener buena cercanía con el actual gobernador Eruviel Ávila. También tiene el inconveniente de no tener en su currículum político ningún cargo de elección popular. La única vez que la buscó, perdió cuando quiso ser presidente municipal de Toluca. En la función que desempeña no es fácil tomar decisiones y ser amigo de todos. Su mayor ventaja es que, si fuera candidato, conoce el expediente de sus posibles adversarios del PAN o el PRD y no dudaría en ejecutar cualquier acción para bajarlos o reducirlos a realizar campañas testimoniales.
Si bien ha ocupado cargos importantes en el gabinete estatal de dos gobernadores y ahora desempeña un puesto federal su persona no es conocida en el territorio estatal. Es una figura con cierta presencia en el Valle de Toluca, incluso en el norte y sur del estado, pero no sucede lo mismo en el Valle de México ni en el oriente de la entidad, donde está el mayor peso del padrón electoral. Es un político hecho para cumplir las órdenes indicadas, pero no es carismático ni reúne dotes de orador; sin embargo, sabe operar y eso es una cualidad que abona en su favor.
Su cercanía al presidente lo ubica como dependiente de una sola alternativa de ser designado. Eso puede ser una ventaja, pero no una condición única para ganar la elección. Incluso, puede que el presidente lo requiera o necesite a su lado hasta el fin de su administración. Por lo que se observa, en la Secretaría de Gobernación, el presidente puede prescindir de Osorio Chong, pero no de Miranda Nava. Menos cuando se avecinan los tiempos de la sucesión presidencial. De esta manera está más próximo de reemplazar al actual secretario de gobernación que ser candidato del PRI al gobierno del estado. Sería una sorpresa que al final el presidente Peña lo impulsara a llegar a la candidatura cuando no está en su mejor momento en su relación con Montiel y el gobernador Eruviel Ávila, dos artífices decisivos para que el PRI conserve el control político en la entidad.
Es evidente que la posible designación de Alfredo del Mazo Maza o de Enrique Miranda Nava en la candidatura estatal depende de la voluntad única del presidente de la República en su calidad de máximo elector dentro de las filas del PRI. Y es a lo que apuestan ambos aspirantes, de hecho es su única oportunidad. La decisión impactaría el proceso mismo de la sucesión presidencial. Es una manera práctica y característica del PRI que confirmaría que el presidente Peña Nieto lleva mano en la elección del candidato de su estado y por ampliación de esa regla no escrita, del candidato a sucederlo.
Si los cercanos al círculo cerrado de los pinos están diseñando una operación política de esta dimensión estarían haciendo a un lado a los dos liderazgos locales más visibles: el del actual gobernador y el del ex gobernador Montiel. Esta acción concertada puede contar con el beneplácito de los grupos y corrientes que representan otras figuras locales como Don Emilio Chuayffet Chemor y del Lic. Alfredo del Mazo González. Estos últimos se verían reivindicados ante el protagonismo e indiscutible poder que en los últimos quince años ha venido ejerciendo el Lic. Montiel.
Puede que un proceder bajo estas condiciones sea la medida que ponga quietos a todos y los discipline a caminar hacia un mismo sentido. No resulta descabellado ni extraño que esto pudiera suceder. De concretarse, difícilmente algún grupo o líder por fuerte que sea optaría por salirse de la línea; es más probable que el designado adopte el titulo de candidato de la unidad priista. De hecho, el respeto a la línea, la disciplina y la aparente unidad partidista es su máxima fortaleza y que los hace diferentes a los otros grupos y partidos políticos del país. Puede parecer una exageración a primera vista, pero es evidente que el proceso de la sucesión pasa irremediablemente por el proceso de elección del candidato a gobernador del PRI en el estado de México. Unidos en torno a un candidato local también pueden salir unidos en torno del candidato presidencial, sea o no sea mexiquense.
Entre Alfredo y Miranda Nava, existe un tercero en discordia que pudiera resultar favorecido y que, si bien pertenece o se vincula al grupo de Emilio Chuayffet, al parecer no resulta incómodo al montielismo ni caería fuera de la gracia al grupo del gobernador actual. Ernesto Nemer Álvarez tiene la experiencia política y administrativa adecuada para ser, por méritos propios, considerado un buen prospecto a ocupar la candidatura estatal. De proceder diplomático y educado es bien visto por la oposición y puede que al interior del PRI sea el que menos costos políticos represente. Aunque mantiene un perfil bajo, siempre está entre los posibles candidatos.