Tercera parte
Las elecciones del pasado 5 de junio de 2016 cambiaron el mapa político del país. Las tendencias fallaron, predominó el voto oculto en las encuestas de salida; los medios de comunicación únicamente se fueron por los indicadores que daban los estudios de opinión públicos, ignorando las encuestas privadas, lo que demuestra que no existe periodismo electoral. “Una tercera parte de lo que se publicó se equivocó de ganador y todo mundo se daba como vencedor de los comicios”[1]. Este proceso no fue el mejor momento de las empresas encuestadoras, al menos las más conocidas en los medios de comunicación.
En general, y como primera lectura, los resultados marcan un regreso del Partido Acción Nacional (PAN) como fuerza política capaz de recuperar la presidencia de la República, misma que gobernó durante dos sexenios seguidos y que perdió frente al PRI en el 2012. Matizando la euforia ganadora de los panistas, Jorge Castañeda anota que “el PAN se benefició del voto del hartazgo, no fue un voto pro PAN: contra el César Duarte y Javier Duarte yo voto por el diablo”[2]. Para el Partido de la Revolución Democrática (PRD) este proceso permitió ocultar su tamaño verdadero, que se ha visto disminuido ante la figura de López Obrador. Sin ganar ninguna gubernatura, el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) se colocó como la opción política de izquierda mejor posesionada, a pesar de no tener una real presencia nacional. En la Ciudad de México no hay ni que discutir, MORENA superó al PRD; aún cuando este último tiene al gobierno capitalino en su favor.
En todos los estados con fuertes señalamientos de corrupción hacia los gobernadores, el partido en el poder local perdió las elecciones: Chihuahua, Oaxaca, Tamaulipas, Veracruz y Quintana Roo. La más sucia fue la celebrada entre los candidatos jarochos Javier Duarte de Ochoa, gobernador priista en funciones y el candidato del PAN a gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares; mientras la de Chihuahua fue la continuación del pleito entre el gobernador del PRI César Duarte Jaquéz y Javier Corral, candidato del PAN a gobernador.
El PRI se muestra como el perdedor, en consecuencia, también se considera un revés al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. Según Ricardo Alemán, “en los comicios del pasado domingo… se cumplió la premisa de que las elecciones son el instrumento privilegiado de castigo al mal gobierno y que ante una alternativa a los malos gobiernos… los votantes cansados, enojados y hartos, salen a castigar, mediante el voto, al mal gobierno”[3]. Si a esto le agregamos el activismo en contra del PRI en las redes sociales y el rechazo de la iglesia católica a la iniciativa presidencial para legalizar los matrimonios entre parejas del mismo sexo, los resultados negativos parecen inevitables. Desafortunadamente para el PRI, el voto de castigo puede extenderse al proceso electoral de 2017 en el estado de México y llegar hasta las elecciones presidenciales del 2018 si no logra revertir la sanción negativa al gobierno federal, porque el desprestigio, injusto o no, puede crecer y no disminuir.
Por su parte, Luis Rubio menciona que “la población se rebeló en contra del statu quo… en contra de los gobernadores malos… de lo que no le gusta del gobierno federal…, de la devaluación…, de la falta de crecimiento suficiente, en contra de la corrupción y la impunidad. Sin embargo, acota que el PAN y MORENA, son mucho menos ganadores de lo que uno se imagina, realmente son más vehículos convenientes que encontró la población para expresar su enorme enojo de cualquier otra cosa”[4].
Hay dos opiniones que vale la pena agregar, una de Héctor Aguilar Camín y la otra de Beatriz Pagés. En principio, Aguilar Camín reconoce que el antídoto capaz de vencer todas las trapacerías de los partidos es cuando los ciudadanos salen a votar, por tanto esta acción es invencible, pero subraya que “estas elecciones estuvieron profundamente intervenidas por las peores prácticas de la antidemocracia, mismas que hemos querido dejar atrás. Estuvieron intervenidas a fondo por los gobiernos locales, por una cantidad de dinero ilegal del que se desconoce cuál es su origen y tampoco se fiscaliza. Fue una vergüenza lo que vimos el domingo, hay una opacidad tremenda. Y resume que esta elección fue la caída del PRI y de las prácticas del PRI, a la par que hubo una rebelión contra malos gobernadores donde el PAN fue el partido que estaba mejor plantado para cachar esa molestia”[5]. Beatriz Pagés, aludiendo lo visto en el proceso electoral, nos comparte que “se vieron las entrañas de un modelo de político-electoral y de partidos que ya no funciona, que está desgastado”[6].
A nivel de la carrera por la sucesión presidencial, la aparente victoria panista también complica y pone en riesgo la posible candidatura de Margarita Zavala a la presidencia para el proceso 2018. Prácticamente iba sola, pero los resultados obtenidos, bajo la conducción de la dirigencia nacional, han montado a la contienda a Ricardo Anaya. En palabras de Ignacio Marván, “sería muy bruto Anaya si no gana la candidatura… Si realmente tiene tamaños no lo paran”[7]. El “super niño”, como lo calificó Beatriz Pagés, supo acordar las alianzas con el dirigente nacional del PRD y sacar el mayor provecho político de ellas. Ayer era un dirigente gris, por más que utilizó los tiempos del PAN en televisión y la radio. Era el dirigente spots con aspiraciones, pero con escasas posibilidades. El domingo negro del PRI se convirtió en el domingo azul para Anaya, que lo mete a las semifinales panistas por la candidatura presidencial.
Este cambio y relanzamiento de Anaya pone en alerta al equipo de Margarita Zavala, pero también prende las alertas rojas en el Estado de México. Si tejió con éxito las alianzas con el PRD, seguramente está pensando en hacer lo mismo en las elecciones por la gubernatura mexiquense. Lo novedoso de esta tendencia es que jala la alianza a la esfera del Comité Ejecutivo Nacional (CEN del PAN) y ahí tiene todas las condiciones para imponer al candidato, sin tomar en consideración a la dirigencia del partido en el Estado de México. Incluso, puede jugar, y seguramente lo hará, con la convocatoria para elegir nuevo dirigente del Comité Directivo Estatal para enviar una delegación afín que se quede hasta pasando la elección de gobernador.
Si decide publicar la convocatoria será porque ya tiene armada una alianza con los presidentes municipales con fuerza para ganar la dirigencia y vencer al “quemado” grupo que ha venido controlando al Comité Local. La otra variante que está en sus manos es la designación del candidato a la gubernatura. Parece que un esquema así, la candidata puede ser Josefina Vázquez Mota. Localmente no hay un aspirante del PAN con los alcances de Vázquez Mota, que es una figura nacional con acceso a medios nacionales y que la militancia local no vería con indiferencia. Por lo tanto, la elecciones del 2017 en el estado de México han dejado de ser un evento político local, para trasladarse de lleno al proceso nacional que, al menos en el PAN, ya empezó.
La dirigencia estatal ha quedado superada y no tiene elementos para parar las acciones que quiera imponer la dirigencia nacional. De esta manera, los posibles y probables arreglos entre las autoridades estatales con el comité local pasan a segundo plano. Por primera vez en las historia del PAN habría una candidata mujer y, según sus estimaciones aliancistas, por primera vez la oposición al PRI ganaría el gobierno del Estado de México. Aliados, el PAN y el PRD, con Josefina Vázquez Mota como candidata suponen mayores oportunidades de derrotar al PRI mexiquense. Más cuando Margarita Zavala y el propio Ricardo Anaya se meterían de lleno al proceso local en calidad de representantes vencedores de las elecciones de junio de 2016 y con el interés de ganarse los afectos de la militancia panista radicada en el territorio estatal.
La única manera que se vislumbra para evitar esta tendencia es que la dirigencia nacional publique la convocatoria y gane un dirigente distinto a los intereses de Anaya. Un presidente del partido electo de esta forma rompe el dominio de Anaya, con lo que Margarita Zavala iguala los cartones para una futura elección interna por la candidatura a la presidencia. Adicionalmente, un líder estatal electo puede exigir que la militancia decida mediante un proceso interno a su candidato a gobernador.
[1] Leo Zuckermann. Es la hora de Opinar. Encuestas y elecciones. Tomado de: http://noticieros.televisa.com/foro-tv-es-la-hora-de-opinar/2016-06-07/encuestas-elecciones/
[2] Leo Zuckermann. Es la hora de Opinar. Jornada electoral del 5 de junio de 2016. Tomado de: http://noticieros.televisa.com/foro-tv-es-la-hora-de-opinar/2016-06-06/es-hora-opinar-06-06-2016/
[3] Ricardo Alemán. Itinerario Político. ¿Por qué ganó el PAN?. Tomado de: http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/por-que-gano-el-pan-1465372217
[4] Luis Rubio. La ciudadanía se reveló en las pasadas elecciones. Tomado de: http://prodigy.msn.com/es-mx/noticias/opinion/luis-rubio/vi-AAgTpVc
[5] Leo Zuckermann. Es la hora de Opinar. Jornada electoral del 5 de junio de 2016. Tomado de: http://noticieros.televisa.com/foro-tv-es-la-hora-de-opinar/2016-06-06/es-hora-opinar-06-06-2016/
[6] El Mañanero y debatitlán del 10 de junio de 2016. Tomado de: http://noticieros.televisa.com/foro-tv-el-mananero/2016-06-10/debatitlan-10-junio/
[7] El Mañanero y debatitlán del 10 de junio de 2016. Tomado de: http://noticieros.televisa.com/foro-tv-el-mananero/2016-06-10/debatitlan-10-junio/