La guerra en el gabinete y en el equipo de Andrés Manuel López Obrador comenzó desde la campaña y se agravó a partir diciembre de 2018.
Los celos por un guiño, por una palmada en la espalda o, más claro, una frase de respaldo han generado enfrentamientos y posiciones irreconciliables.
Es un fuego amigo.
O, mejor dicho, enemigo.
La salida de Julio Scherer Ibarra no terminó con las disputas, las envidias, las diferencias en una lucha por el poder.
Y ya con 2024 a sólo dos años, a la vuelta de la esquina, los golpes bajos, lejos de desaparecer o disminuir, se han intensificado.
Scherer Ibarra comandaba un grupo al interior de Palacio Nacional, no bien visto del otro lado del Patio Central.
Pero así transcurrieron tres años, con diferencias, con posiciones encontradas.
Andrés Manuel lo reconoció hace unos días: en su equipo, en el gabinete, había y hay diferencias, muchas insalvables.
Olga Sánchez Cordero, un florero en la Secretaría de Gobernación, se quejaba de que Scherer Ibarra invadía áreas y responsabilidades que le correspondían.
Y es cierto.
La ministra en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y notaria jamás ejerció el poder que significa ser la vicepresidenta de facto.
Y ahí se perdió para volver al Senado, donde preside la Mesa, donde es, nuevamente, un florero.
Sólo parafraseando a López Obrador.
Y ahí está también la disputa del exconsejero jurídico con Alejandro Gertz Manero, el fiscal general de la República.
El primero, implicado en un caso de tráfico de influencias para ganar juicios, casos legales y más con un grupo de abogados que litigaban en su nombre.
El segundo, exhibido en cuatro audios, parte de una llamada con Juan Ramos López, el fiscal que es su operador, en los que presume el manejo que hace de la justicia en la Suprema Corte.
Una guerra declarada.
No es casualidad.
¿Quién grabó esa llamada?
Gertz Manero debería saberlo.
Para eso es el fiscal general.
Y él, como López Obrador, en lugar de reconocer el tráfico de influencias, se dice víctima de una extorsión mediática criminal.
Clásica posición de quien sabe que ha pecado y se tira al piso para que le levanten y hasta le ofrezcan disculpas.
Por supuesto sin olvidar la disputa, casi personal, entre el mismo Gertz Manero y el ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Santiago Nieto Castillo, cesado por su boda en Antigua, Guatemala, a todo lujo con la consejera Carla Humphrey.
El fiscal carnal criticó siempre a Nieto Castillo por filtrar información y violar el debido proceso.
Y hay más, pero la más clara e intensa ahora es la grilla entre Claudia Sheinbaum Pardo y Marcelo Ebrard Casaubon, a la que ya se sumó Adán Augusto López.
La candidatura presidencial 2024, la causa.
El grupo de Scherer Ibarra no quiere a Claudia y apuesta por Marcelo, apoyado desde el otro lado del Patio Central, pero hay otra tribu de radicales que ya se ha decantado por Adán Augusto.
Y eso generará más diferencias y disputas, porque el poder va de por medio.
Andrés Manuel no tiene el control.
Y eso es grave y hasta peligroso.
Vámonos: La gasolina ya superó los 30 pesos, pese al subsidio que cuesta miles de millones. Sí, ese que López Obrador criticaba cuando era candidato y que hoy aplica como presidente.
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