Sentía el olor a muerte, era un espectro que preguntaba donde se había desintegrado iba caminando por la avenida principal de la ciudad capital, bajó del metrobus, antes de que lo arrollaran metió el sprint en la avenida de los Insurrectos que nos dieron patria, y ahí estaba la Plaza Luis Pasteur, el padrino de lo pachecos cannabicos, que lo han tomado como su territorio liberado, que inclusive en la desfachatez de ejercer sus derechos cannabicos pensó quería una blasfemia no fumarse un humo, y de igual manera ya que importaba, por algo se sentó en la banca, percibió una sombra que le recordó su vestimenta oscuro y ahora con gorra de ferrocarrilero, mientras ya los truenos se escuchaban en el mundo de nubes un techo nada envidiable que cubría a los edificios, pasaron por el andador, mientras que Barrancas quemaba las patas al maldito diablo que no había perdido la esperanza de arrancarle el alma, pero el Juan ya la había perdido jajajajaa, ya nada me pueden quitar, el corazón no lo sentía, que tenía que ir a buscar a quien le había dado la despedida, negándose al adiós, ¡gracias amor por los grandes momentos espero que la fractura no te pulverice!…
El cosquilleo ¡¿cual pinche cosquilleo?! era la punta de un filetero, debes saber que no me llamo Lupercio, porque habría de llamarme así, suena chido, fuerte, hasta me gustaría que me nombraras así, pero me llamó Juan Barrancas, guarda mejor ese juguete Choche, ¡no manches te pasaste Lupercio juar,juar! bueno puedes llamarme Lupercio pero no te responderé, el vato loco cuchillero se quedó mirándolo abriendo los ojotes, púes si cierto ¡tú no eres Lupercio! chaaa bueno ponte este jarabito que me trajeron de San Luis, le invito al Barrancas, quien no lo pensó y humedeció el gañote pal susto y se desdobló como por arte de magia, por un momento se borró del video diario, se fue la señal de la pantalla, al regresar casi instantáneo sintió el follaje húmedo de aquella ceiba, ¡ayy cañón otra desconexión! no podía ser, su instinto de conservación lo puso en alerta al escuchar un chasquido y ver pasar unas sombras que eran perseguidas por otras con caras de pocos amigos, se puso a las vivas, ¿on Toy? y como al pueblo que fueres haz lo que vieres le había recomendado su viejo, busco un refugio en aquel pantano, mirando hacia el infinito y pidiendo a los dioses del infinito una señal, cuando percibió un susurro, una música y una delicada voz femenina, pero eran dos, dos mujeres que se besaban en medio de un halo de luz que las fundía, hermosos gemidos que lo suspendieron un buen rato y le hicieron recordar tiempos idos con el Angel del amor que ya volaba a otros cielos, esas noches que iluminaban el ser y cuando exhaustos amanecían abrazados, completos y ligeros levitando las 24 horas hasta que volvía a ocurrir ese milagro de la vida…
La plaza en la penumbra con el Luis Pasteur y quedó atrás la caminata lo enfilo al corazón, a crucero de la ciudad, ahí el pirata Genovés se alzaba mientras los truenos retumbaban en la ciudad ya sacudida por el fuego interno iluminaba y rompía el firmemente la avenida sin almas, ya habían avanzado y se congregaban más adelante para exigir justicia, ¡vivos se los llevaron, vivos los queremos! ¡Ayoztzi Vive la lucha sigue! ¡Cuauhtemoc vive la lucha sigue”, y el teponastle retumbó para al tlatoani Águila que desciende y que sigue planeando por donde nunca ha dejado de hacerlo para que los danzantes en honor a los caídos de la infamias, de la urbe abierta y sacudida, herida, volaran sobre el asfalto cual oración para un bálsamo y la tormenta hiciera que la muchedumbre buscara refugio mientras alguien se mojaba buscando una persona amada que se difuminaba para esfumarse de su vida, de sincronizados, desconectados, sin la chispa que hacia la vida menos ruda, se guareció en un palma pero desesperado, ansioso empezo a caminar rumbo a la iglesia de San Fernando, la lluvia lo bendecía a raudales, paso por el Salón Palacio, luego el Mirador y más adelante la música y las luces del salón Candela lo achisparon y se le despertó una alergia que lo haría azotarse un rato con chayotes sobre el suelo, jajaja…pero esa es otra historia