El reciente Gobierno federal, en caminado a lograr la mal llamada “cuarta transformación” ha empezado, literal, con el pie izquierdo.
Primero, con el error de cancelar de tajo el proyecto del Nuevo Aeropuerto para la Ciudad de México, dejando enterrado en el suelo fangoso de Texcoco cientos de miles de millones de dólares, pérdidas en la plusvalía de las afores que invirtieron en el proyecto, más los costos para rehabilitar y dejar en su estado original la zona afectada por las obras (con un avance del 33%) en los terrenos de Texcoco y, adicionalmente, lo que serán las nuevas obras para ampliar el actual aeropuerto y construir uno complementario en la Base Aérea de Santa Lucía.
Esta fue la primera muestra de que los caprichos y las ocurrencias del nuevo Presidente, nos saldrían muy caros.
Arrancando el año 2019, a un mes de gestión de la 4ta., nos encontramos con una crisis por desabasto de combustibles, en las regiones más productivas del país. Como primera acción mediática, el Gobierno, justificó que esto se debía a la decisión dolorosa de cerrar los ductos de Pemex, para combatir las actividades de huachicoleo u ordeña de combustibles, en dichos ductos.
Ya despejada la nube de humo mediática, se revela información suficiente para conocer que, contrario a la propaganda oficial, el fenómeno de desabasto, que tanto ha costado a la economía nacional y regional, se debió a otro capricho del Presidente y su aversión a depender de la importación de hidrocarburos:
Primero, arrancando su gestión, en diciembre, el Presidente se niega a ratificar los contratos de importación de gasolina, proveniente de Estados Unidos; reduciendo así el abasto de combustible entre el 35 y 45%. Siendo que México importa el 70% de su gasolina, el nuevo gobierno propicia el desabasto.
Luego, para ocultar el error cometido, genera la cortina de humo propagandística sobre la declaración de una “Guerra contra el Huachicol” e inventa que, el cierre de ductos de Pemex, fue debido al combate a la ordeña de los mismos; sin haber, hasta la fecha, la presentación de detenidos por dichos actos.
Después, ante la urgencia de regular el abastecimiento de combustibles y, una vez restablecidos los contratos de importación de gasolina, surge la idea de rentar 3,500 pipas privadas para abastecer tan sólo a la Ciudad de México y su área metropolitana, distrayendo a 1,300 policías federales y 400 patrullas, para la custodia de dichas caravanas de abasto.
Posteriormente, ante la agudización de la crisis de desabasto, el malestar creciente de la población y las pérdidas económicas generadas por la impericia del Gobierno, brota la idea de adquirir, de manera urgente, 671 pipas en EE.UU. Pero, sin concurso o licitación de por medio, sólo con la garantía de que el líder supremo no tiene cargo de conciencia, pagando así 92 millones de dólares, por dicha transacción.
Por último, teniendo en camino 671 nuevas pipas, pero sin choferes, el Gobierno recurre al ejército para contratar operarios con sueldos de casi 30 mil pesos al mes, superiores a los percibidos por el 95% de los profesionistas de este país.
Finalmente, hasta el día de hoy, Hacienda ha tenido una pérdida de cerca de 4 mil 350 millones de pesos por ingresos tributarios. Ese descalabro fiscal se debe a la reducción de las actividades productivas de las empresas y se agrega el impacto en las ventas de comerciantes y los efectos inflacionarios.
En verdad, los caprichos y ocurrencias del Presidente de México nos están saliendo muy caros.