Con el anuncio oficial de la FIFA, Arabia Saudita será la sede de la Copa Mundial 2034. Aunque es apenas la segunda vez que un país islámico organiza el torneo, la decisión no fue del todo sorpresiva. Desde hace años, el reino ha trabajado activamente para transformar su imagen y posicionarse en la opinión pública global.
Desde 2017, cuando Mohammed Bin Salman asumió el control efectivo de esta nación de 32 millones de habitantes, Arabia Saudita ha vivido transformaciones vertiginosas. Tradicionalmente asociada con un calor abrasador, estrictas prácticas religiosas y violaciones a los derechos humanos, hoy el país busca redefinirse a través de megaproyectos de infraestructura, una ambiciosa industria turística con la meta de atraer a 70 millones de visitantes anuales, y la organización de eventos deportivos y conciertos musicales.