CIUDAD DE MÉXICO, Méx.- En México de los años setenta surgió una generación de cineastas con nuevas propuestas, con discursos de importante crítica social y política, pero que podían tener un doble discurso. Entre ellos, un caso muy peculiar, fue el de Raúl Araiza Cadena, quien con su ópera prima sorprendió a todo el medio por su crudeza y arrojo, aun proviniendo de un medio tan comercial como la televisión.
Así lo apuntó el periodista Sergio Raúl López durante su participación en la más reciente sesión del ciclo Conversando con nuestros cineastas, dedicado a las óperas primas premiadas por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), que se llevó a cabo este 9 de junio en la Sala 4, Arcady Boytler.
Periodista cultural, López se encargó de comentar Cascabel (1976), el debut en la realización de Raúl Araiza, galardonado con el Ariel en 1978, y la calificó como una película típica de la época, consecuencia de todo lo que desencadenó el movimiento del Concurso de Cine Experimental.
La cinta gira en torno a la historia de Alfredo, un cineasta encomendado a filmar un documental sobre la realidad social del pueblo lacandón en Chiapas. Al adentrarse en las duras condiciones de vida de esta comunidad indígena, su conciencia social lo obliga a enfrentarse a sus superiores y a la presión social, que amenazan con destruir su material.
Acompañado del cineasta Juan Antonio de la Riva, el subdirector editorial de la revista cine Toma recordó que Raúl Araiza, fallecido en enero de 2013, tuvo su primer acercamiento con el cine cuando fue asistente de Julio Taboada hijo, para luego ingresar al Instituto Nacional de Bellas Artes, donde se preparó como productor y director de escena.
Señaló que el caso de este realizador le parece muy particular, porque Araiza no era un jovencito cuando hizo Cascabel, era un hombre maduro con intereses bien identificados y una sólida carrera dirigiendo televisión.
Por su trayectoria se esperaba de él un cine comercial, cine televisivo y que iba a emplear a las estrellas de la época con las fórmulas de ese tiempo. Y lo que vemos en Cascabel es todo lo contrario, es una película incómoda, dura, con marcado carácter político, subrayó.
Agregó que en la película Araiza nos remite a sus orígenes teatrales y demuestra cómo incluso en el teatro existía una férrea censura: “Se convirtió, como su personaje, en un artista del teatro que se fuga al cine para tener más libertad, aunque ahora parezca algo contradictorio”.
A decir de periodista, en Cascabel se encuentra un juego muy interesante que mezcla ficción con documental. “La inserción de la realidad mexicana. Lo veo como una fórmula muy socorrida en los setenta. Lo vimos un año antes con Felipe Cazals en Canoa (1976). Araiza lo aplica muy bien y además se atreve a plantear un discurso abierto en contra del partido único en el poder”, expresó.
Por su parte, Juan Antonio de la Riva comentó que este filme significa uno de los más sinceros acercamientos del cine mexicano de ficción a la problemática de los pueblos indígenas: “La película es inédita e insólita, porque rompe con el anterior cine indigenista y ofrece un muestrario de tendencias y posibilidades”.
Definió a esta cinta como una especie de síntesis de ese periodo, pues “se trata de una película que recoge todas la inquietudes de las época en torno a la libertad de expresión, y junta mucho de las innovaciones técnicas y de estilos cinematográficos en boga”.
Conversando con nuestros cineastas continuará con su ciclo dedicado a las óperas primas ganadoras del Ariel hasta el 30 de junio. El día 16 se proyectará El secreto de Romelia (1988) con la presencia de su directora Busi Cortés y del cineasta Juan Antonio de la Riva. La cita es en la Sala 4 a las 18:00 horas, entrada libre con boleto en taquilla.