“Este primer trimestre nos dio una ‘cachetadita’ y eso como cuando montas a caballo. Te vuelves a subir para montar mejor”. – Alfonso Romo-
Llama la atención las declaraciones del jefe de la oficina de la presidencia, Alfonso Romo, cuando justifica que el primer trimestre fue complicado en materia económica, pero que confía en que se pueda crecer entre 1.6 a 1.7%, mas no, al 4% prometido por AMLO, para 2019.
Su declaración indica, entonces, que apenas están “aprendiendo a montar”, que en pericia para el manejo de las finanzas y la economía no son jinetes diestros, sino simples principiantes experimentando las dificultades de la técnica económica.
Preocupante es observar la ligereza de las declaraciones de López Obrador y su gabinete económico, cuando tratan de temas de presupuesto, finanzas, inversión, turismo, desarrollo y estrategia económica, y su mal desempeño en el primer trimestre del gobierno.
Observamos un gobierno improvisado, experimentando con ocurrencias y orbitando entorno a decisiones mal formadas o mal informadas, por parte del presidente. Pues cabe recordar que el “coco” de López Obrador fue, en su etapa de fósil estudiantil, las materias de economía, administración y contabilidad; las cuales, tuvo que aprobar de panzazo, tras varios intentos en exámenes extraordinarios.
Entre los principales errores del “plan de crecimiento económico” -si así se le puede llamar al mal hecho plan de desarrollo, que resultó en panfleto de consignas de campaña- está el plantear una estrategia de desarrollo ya fallida (refrito de los gobiernos de los 70´s); donde se apostaba el todo a Pemex, donde se derrochaban cientos de miles de millones de pesos en proyectos, y obras, inviables y donde se despilfarraba el presupuesto regalando dinero de forma discrecional y descontrolada, en programas asistenciales con simples fines electorales.
Apostarle todo a Pemex es pensar, de manera ilusa, que los precios del petróleo subirán, como si México estuviera en el contexto de los 70´s: descubriendo la Reserva de Cantarel (ya agotadas) y donde el boicot de la OPEP pone a México como el único proveedor de petróleo para EE.UU. y Europa, captando carretadas de miles de millones de dólares para el desarrollo, por sólo exportar crudo. Hoy la extracción, refinación y exportación de derivados de petróleo no es exclusivo de un selecto grupo de países en vías de desarrollo; el desarrollo tecnológico y la planeación estratégica de reservas han sumado a los países, antes consumidores, como verdaderas potencias productoras, exportadoras y autosuficientes. El Ganso de los huevos de Oro se acabó.
Derrochar cientos de miles de millones de pesos en proyectos y obras inviables, por capricho y ocurrencia del presidente, distrae los recursos que pudieran invertirse en obras de infraestructura y superestructura, que podrían propiciar condiciones de competitividad y conectividad a México, para su desarrollo sustentable y sostenible. Lo que antes era inversión pública, ahora será gasto público innecesario; la austeridad administrativa perderá efecto con el despilfarro en mega “obras patito”.
El gasto descontrolado, consistente en entregar dinero de manera discrecional, sin reglas de operación y sin indicadores de bienestar, consistirá en quitarle los recursos posibles a proyectos de ciencia, tecnología, promoción de turismo, proyectos de inversión, apoyos a emprendedores, subsidios a madres jefas familia, apoyos para la atención de enfermedades crónicas, etc. y regalarlo a uno o más miembros de una sola familia, de manera asistencialista y con simples fines electorales.
El gobierno de 4ta. no está interesado en fortalecer las capacidades y oportunidades de desarrollo de las familias, ni siquiera tiene interés de reglamentar y procurar que los apoyos lleguen a los que realmente lo necesitan. Su interés central es ver a las personas como animales o mascotas, incapaces de valerse por sí mismos y atenidos a que Tata Obrador les ponga comida en la mesa. La transformación de 4ta. consiste en controlar y condicionar la entrega del pescado, no en enseñar a pescar.
Lo que López Obrador logrará a largo plazo, es distorsionar la capacidad del gasto público para generar desarrollo económico, a través de la inversión efectiva en infraestructura, la promoción y fomento de la inversión, innovación y emprendimiento privados, y la generación de empleos. El gasto público irá a un barril sin fondo, para mantenimiento de una base electoral dependiente a ser mantenida por el gobierno.
El gobierno forzará el aumento del consumo de manera artificial, quitándole recursos a la inversión, la producción y el empleo. Lo cual, en el mediano plazo generará inflación -similar al efecto provocado por los gobiernos populistas en los 70´s, cuando imprimían billetes para gastar más-, provocando un desequilibrio entre el consumo y la producción, al aumentar la demanda por encima de la oferta: habrá más dinero en manos de los consumidores y, al no aumentar la productividad, los bienes se encarecerán al ser escasos.
López Obrador ignora que el gasto público es ineficiente, cuando no se focaliza en proyectos que potencien las capacidades de inversión, producción y empleo; es decir, que den competitividad a las personas, las familias y las empresas. Hay que recordar, que cuando disminuye la confianza en las empresas o la inversión disminuye, la demanda desciende y la producción y el empleo caen.
El proyecto económico de la 4ta. sólo hará a los pobres más pobres, a la incipiente clase media mexicana la pondrá al borde de la pobreza y, a ambos, los hará dependientes de las dadivas del gobierno, a cambio de su voto.
Así, AMLO demuestra su ignorancia y arrogancia: Ignorancia en los temas económicos y arrogancia por creerse un iluminado que ha descubierto el agua tibia. Asegurar, ciega y neciamente, que sólo con austeridad, combate a la corrupción, invirtiendo en Pemex y aumentando el consumo (regalando dinero), logrará activar a la economía y que México alcanzará un crecimiento del 4% del PIB, demuestra su incapacidad de comprender la economía y su cerrazón de escuchar a sus asesores, que de manera agachona aceptan todo lo que dicté su “Ilustrísima Majestad”.
Cabe recurrir a la famosa frase de Bill Clinton, cuando señaló que es lo que era importante para el bienestar de un país y de sus familias: ¡es la economía, estúpido!