Debía ser devota de Francisco de Asís, por mi nombre Francisca, pero no se la perdonaba a los “animales” que se me ponían en enfrente, seguía relatando algunos pasajes de la novela de su vida Pachis al Juan Barrancas.
– ¿Donde nací, donde? en la calle de Ecuador número 18 en la vivienda 27, ahí nació también si la memoria no me falla, mis hermanos Pedro, Manuel; Carlos llego a este infausto mundo por el rumbo de Tacuba, donde le dio la parálisis a Doña Luz, mi mamacita, le pusieron un mecate del techo y no podía levantarse todo su cuerpo, de un coraje que hizo con mi papá más bien, fue amargadilla porque mi papa era un bribón de primera, la enamoró en 1928, le mandaba cartas, hace 96 años.
Fue cuando nació Carlos, mi mamá siempre como la carabina, cargada y arrinconada, eran otros tiempos que decían que una mujer era de un solo hombre. Los soldados se hacían gracias al dinero, los carranclanes andaban en la bola en la decena trágica…
De infanta me dieron mi regalo, un radiecito donde escuchaba a Néstor Neyra Chávez, con “Las Españolerías” “Ojos verdes” que escuchaba en un cuadrito de madera, con alambritos y audífonos y escuchaba la estación de radio las XEW, “ la Voz de la América Latina” donde cantaba Nicolás Urcelay, uyyy debieras haberla escuchado, cantaba lindo, que Rock ni que cumbias, mucha música gitana, “La española”, “La jaca”, “Dos cruces”, “El beso”, también había la XEB, “La B Grande de México”, mi papá lo llevo y yo lo ponía en las mañanas.
El Juan Barrancas saco su pipa pachequera, aquellos relatos le parecían más que alucinantes, el túnel del tiempo, de un país donde emergía la ciudad de los Palacios, Pachis como si le hubieran dado cuerda, relataba los episodios de lo que el viento se llevó, México de mis recuerdos.
— Uuuhh como no acordarse del Teatro “Follis Berger” como para entrar a Garibaldi por la calle de Perú y, luego aquellos andurriales de la colonia Santa María, lo que ahora es el Eje Central, también había muchos Cafés de chinos, “El León”, “El Ismael” , “El Pacifico”, vendían mucho pichón dorado con papas… el cartel de la marquesina del Teatro era de lujo, Tintán, las vedetes Sugay, la Bendra y Margarita que por mal nombre le decían la Perra, fue mi cuatita, era la mujer del Manos de Seda, un afamado ladronzuelo, finísimo, siempre acicalado, perfumado elegantemente vestido, pero bien rata, sin agraviar, que paso Pachis, que me sabe algo o me sabe algo al tanteo, bueno, bueno, Margarita bailaba, era muy bonita, era de la variedad del Tintan y su carnal Marcelo, eran los meros meros, el Tintan era un buen mozo, trompudo, chaparrito de bigotillo, con sus pantalones bombachos, zapato cubano de dos colores y sus tirantes , cantaba en spanglish, se echaba sus dichos y era bien mariguanote sin agraviar mi Juanito, ahh bueno en eso si no hay falla, si lo sabe Dios que no lo sepa el mundo jajajaja a que Pachis ahora si me agarro en curva, soltó el Barrancas.
–Otro que era genial era Palillo que estaba en la Carpa La Libertad, donde le echaba a los políticos, les decía que eran rateros y lo que se “clavaban” con nombres y apellidos, por eso lo metían a la cárcel, el público se reía hasta mojarse el pantalón, la pasaban bien y después de la función se metían a los cafés de chino.
La avenida Santa María era muy iluminada mi Juanito, –proseguía la historiadora del siglo xx—, el Cine Odeón estaba en la calle de Mosqueta, y por la calle de Arteaga, “El Apolo”, yo iba al “Bravo” en mi colonia, donde puras de vaqueros y la que recuerdo de otro género fue la de Frankestein, había luneta y galería costaba siete centavos…
–Pasaron los años y crecí ya era una mozuela.
Uuuuuuuuu, apuntó el Barrancas, quien en respuesta recibió un soplamocos, ccuaaaazzz, que le acomodo el cerebro y lo aquietó un rato.
No seas irrespetuoso Juan, porque el que se metía con la gitanilla, lo lamentaba, como cuando pasaba por la Mueblería Nivo, a lado trabajaban una horda de trabajadores, que eran unos jijos de su mal dormir, y un día que iba a darle de comer a un perico que me había encargado Doña Trini, yo vivía ya en San Simón Tolnahuac, pero iba a la calle de Ernesto Elorduy por el mercado del ex hipódromo de Peralvillo, llevaba una ollita de leche para darle de comer al cotorro, cuando un fulano que me toca el aguayón y que le doy un revés con el peltre y que se queda sin comer el cotorrito y que se ríe manolarga y que la olla quedo abollada con otro ollazo que le di en la chompeta de alcornoque que pensó que ya había llegado la noche mirando estrellitas el muy móndrigo..,
Otro día acompañada por María del Pilar, mi comadrita santa —nadie paraba a Pachita la del barrio cuando hojeaba las páginas del pasado–, cuando regresaba de rezar el “rosario de cuerda” de la Iglesia de Santo Domingo que está en la calle de Allende y Belisario Dominguez, por la antigua escuela de Medicina, los devotos con su cuerda habito y escapulario había los que veneraban a San Domingo, bienhechor de los desamparados descalzos, a San Luis Gonzaga que abdocaban para correr al demonio y a San Francisco, los padrecitos más humildes que habían voto de pobreza, eran tres cofradías diferentes, y después de la rezandera tras haber expiado los pecados, — le salían alitas juar juarjuarr interrumpió el Barrancas, que de por medio otro amansaburros, quedo en silencio— nos íbamos a Garibaldi a escuchar a los mariachis, comprábamos unos chocolates y cuando ya íbamos a subir al camión un hombre muy garigoleado, muy perfumado nos empezaba a malorear y decir que lo habíamos cautivado, que permitiéramos que nos pagara el pasaje y nos iba maloreando hasta que bajamos a las calles de Lerdo y Vallejo y que nos sigue y se atreve a decirnos ¿oh donde me han traído? y como diez veces lo repitió el tal por cual y se me acerca y que me quiere agarrar y que le sorrajo dos trompadas con el puño y que María del Pilar se echa a correr al tiempo que decía ¡oh ninguna mujer jamás me había tocado el rostro¡ siempre hay una primera vez le respondí y que le doy una tercer recordatorio y nomas vi como azoto como res y que le empieza a salir sangre por la chirimoya y en eso que se acercan unos fulanos bien entacuchados que se me quedaron viendo detenidamente, pero esa es otra historia ….