Terminaron las fases 1, 2 y 3.
México pasará a la nueva normalidad a partir del lunes próximo.
Pero lo hará con el país teñido de rojo.
De 31 estados y la CDMX, sólo Zacatecas aparece naranja, lo que le da ventajas en la vuelta a la llamada nueva normalidad.
Sí, sólo un estado.
El mapa es impresionante: México, todo, teñido de rojo.
Y el regreso a la nueva normalidad no pinta muy bien.
Hugo López-Gatell, única voz autorizada además de la de Andrés Manuel López Obrador, por supuesto,
dijo ayer que no debe confundirse nadie: la apertura a partir del 1 de junio no significa que haya concluido la pandemia, que, advirtió, llegó para quedarse y por años.
Y en esa tendencia a decir una cosa y luego otra, afirma que habrá que andar con cuidado, con las precauciones y que, de ser posible, lo mejor será no salir de casa.
Y en cuanto a los enredos con el semáforo -rojo, naranja, amarillo y verde-, echó la pelota de nuevo a la cancha de los gobernadores, cuando dijo que éstos decidirán en qué momento actuar y levantar las restricciones.
En la semana, Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, y él, habían dicho que sólo sería un semáforo, que matizaron 24 horas después con un semáforo por estado.
El grupo de gobernadores del centro, norte y noreste -siete para más señas- dijo que no, que nel, que ese mapa rojo sangre -por el color, no sea mal pensado, de los 35 mil ejecutados de 2019 no estamos hablando- no corresponde a lo dialogado.
Y Enrique Alfaro, de Movimiento Ciudadano y mandatario de Jalisco, se tiró con todo, al acusar a López-Gatell de ser un cínico -así lo dijo- al pretender echar la pelota a ellos.
Y es que el panorama no es para menos.
La tensión alcanza a todos.
López-Gatell dijo en su conferencia nocturna (el anuncio del semáforo lo hizo en la mañanera), que el mapa es rojo, porque es nacional y porque no debe relajarse la disciplina para evitar rebrotes.
O, cuando menos. que no sean masivos.
Ayer México superó a China en contagios con 84 mil 627, por 84 mil 120 de ese país, donde nació el coronavirus.
Hace quince días había rebasado su total de muertes, cuando sumó 4,767, 130 muertes más en ese día frente a China.
Y el martes 26 de mayo, la sumatoria de mexicanos muertos fue de 501, aunque al otro día el epidemiólogo dijera que no era ese número, que no habían fallecido en 24 horas, sino que es un acumulado.
Sí, había hasta un caso del 11 de abril.
Y, lo inconcebible: ese 26 de mayo sólo murieron ¡5!
Ahí está la gráfica del informe diario, que no deja mentir.
Es tal la confusión en la comunicación y en el discurso, que hasta miembros de Movimiento Regeneración Nacional (Morena) han pedido claridad al funcionario.
El aplanamiento de la curva -dice el médico-doctor (por grado académico) -no significa que ésta sea totalmente horizontal, porque, entonces, ya no habría epidemia ni problema: no, significa que se extiende, se alarga, se prolonga, se administra el número de casos y, en consecuencia, muertes.
El objetivo: no saturar los hospitales, lo que se ha conseguido medianamente.
Las 9 mil 415 muertes y más de 84 mil casos así lo demuestran.
Se envían señales encontradas, se confunde a la población.
Y eso es grave.
No ha habido un mensaje claro, directo y único.
Titubeos, discordancias, contradicciones, versiones distintas, vacíos de comunicación.
López-Gatell primero dijo que serían 12 mil 500 muertos, allá por febrero 27; luego, que entre 4 y 5 mil; luego, que entre 6 y 8 mil, y, el miércoles, en la comparecencia con senadores, que entre 25 y 30 mil.
Y si hay que creerle, es precisamente esto último: al ritmo que vamos, con las muertes que fluctúan entre 350 y 500 diariamente, diarias o acumuladas, no será difícil llegar a ese número en agosto o septiembre.
Pero, como ya se lo dije en otra entrega, los muertos, muertos están y ahí se quedarán.
El gobierno no puede continuar detenido ni la economía, porque el daño ya ha sido, hasta ahora, catastrófico.
Y aún falta lo peor.
La caída será, al menos, de 8 por ciento… bajo cero.
Y un millón 400 mil mexicanos no tendrán empleo ni encontrarán, porque la crisis es generalizada.
Por eso se abrirá, porque los daños están calculados y aceptados.
La desesperación en Palacio Nacional ya llegó a su límite.
La gira
Por eso Andrés Manuel López Obrador se va de gira.
Porque quiere recuperar el tiempo y el terreno perdidos.
Sabe que la clientela espera y que es clave, porque son votos.
Está presionado, porque se da cuenta que su sexenio prácticamente se acabó con esta crisis, que tiene para durar, al menos, dos años.
Simples matemáticas: 2020 ya se perdió.
Vendrá 2021, igualmente afectado económicamente, según los expertos en economía, con elecciones intermedias y donde la Cámara de Diputados será fundamental para las reformas que pretenda en 2022 y 2023, porque en septiembre de 2024 dejará la presidencia y todos sabemos que el presidente ya no existe en el último año.
Es decir, sólo tendrá 2022 y 2023 para intentar algo y si no cuenta con la mayoría calificada, que en realidad es lo que podría perder -actualmente tiene mayoría simple de calle y alcanza la calificada con sus rémoras-, difícilmente podrá hacer algo.
Por eso le urge.
Sabe que los 23 millones de beneficiarios de programas sociales, para los que recorta y para los que ordena ahorros excesivos, podrían no ser suficientes para ganar.
¿Por qué se va en auto a Cancún?
Andrés Manuel jamás dejará que le tomen una fotografía con cubrebocas.
Viajar en avión habría sido complicado.
No quiere ponerse el tapabocas, protocolo de seguridad ahora en las aerolíneas, porque contradice, cree, su discurso de ya domamos a la pandemia.
Y los médicos le advirtieron que en los aviones el virus puede sobrevivir más tiempo por el aire acondicionado y las condiciones de encierro de la aeronave.
Así, se aventará las 18 o 20 horas que se hacen por tierra, en una suburban.
La ruta es fácil: CDMX-Puebla-La Tinaja-Villahermosa. Unas ocho horas.
Luego, a Frontera, Ciudad del Carmen, Mérida y Cancún. Unas diez horas.
Dijo que dormirá con compas y en zonas militares.
Así, el regreso a la normalidad nueva o a la nueva normalidad.
¿Verdad que no pinta bien?
Se disculpa… pero amaga
Malú Micher, senadora de Movimiento Regeneración Nacional (Morena), emitió un comunicado ayer en el que se disculpa por el error cometido durante la comparecencia del jueves del gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León, que le hizo aparecer con el torso desnudo.
Alejandro Armenta Mier y Ovidio Peralta Suárez la alertaron, dice.
Y luego de hacer un recorrido por su vida privada, en el que incluye el no avergonzarse por su cuerpo y ser una mujer de 66 años que amamantó a cuatro hijos, vino lo políticamente no correcto: amenazar a quien publique foto o video de lo sucedido.
Señora Micher, permítame decirle que será muy difícil que pueda detenerlo. Las redes son una jungla no legislada.
Aguante, que luego se olvidará.
Vámonos: El Pulitzer para quien tome a López Obrador con tapabocas.
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