Durmiendo la mona en un trance donde dejaba fluir la esquizofrenia que traía en el pecho que no lo deja tranquilo, que lo hacía hacer lo que no quería, o más bien hacia lo que su instinto lo empujaba, después de una noche torrencial y delirante ahí resollaba en las jardineras del templo de la ciudad amurallada, entre los perros callejeros se empezaba acurrucar cuando llegaron dos polizontes trasnochados. Uno flaco escurrido con ojos mansos y sonrisa hueca, otro rebosante de grasa, chato con ojos de apipisca y bigotito ralo y los dos con sendas cachiporras, con uniforme negro y oro, como los del cuerpo auxiliar de guardias, parando al personal de cabeza, como que regresaban del turno y andaban haciendo “la roncha” con los incautos y majes, se acercaron al “bulto” que había entre los canes que se removía en el colchón “Springair modelo natural”; el flaco le dio unos patadones, ¡Ora zopilotes dejen dormir! reclamo adormilado el Juan Barrancas. ¡Párese aquí no es para dormir! Fue la réplica, a lo que el obeso uniformado tomo vuelo como si cobrara un penalti al peligrifo Memo Ochoa.Y que me lo mueven un buentrecho, para que el Jhony entre somnoliente regresara a la ruda realidad. ¡¿Quién fue el hijo de chepineche madrecita que interrumpe mi sueño?! Y más cuando soñaba con la Courneyt Love, que ganas de molestar al prójimo. No término cuando ya tuviera ahí en su lecho a los hijos de such, ¿Cómo fue que dijo hijo del averno? –Ay guey sí es Viruta y Capulina, juarjuarujuaaarr no manches estoy soñando o que dopedo… No se pase de listo triste vago que está hablando con la ley y la justicia de este pueblo- Aaayy no manches si es el Sartky and Hucth. Vale ya va reconociendo hijo de la chi…lindrina, al tiempo que los canes ya les gruñían amenazantemente. Ahora ya veo son ustedes los chocorroles marinela, ese Prozac y el Smirnof que buen coctel que me puse. Sí además no puede dormir aquí está faltando a la paz pública y nos va tener que acompañar. Ay si porque ya tengo un jaira que mis tripitas me suenan ¿a dónde me van invitar a desayunar? cúrenmela ando bien malito. Cómo lo ve pareja, ya no chupe como gente grande, ¿cuánto traes? ya para irnos a desayunar, le espetaron al unísono los uniformados, a lo que el Barrancas se buscó y para su sorpresa traía unos billetes con el rostro del supremo Nezahualcóyotl, órale es todo lo que traigo, les dio dos papeles y se guardo a la sorda el fajo y que le dan otros patadones, al tiempo que los canes que acompañaban al Barrancas les pegaron una corretiza, ¡por esta vez te la perdonamos pero para la próxima cuídate que nos encontremos hijo de la Malinche! todavía le gritaron , sssaahhhaaaaa bueno ay nos vemos al topón hijos de ….
Tocaron a la puerta con desesperación tocotcooptoc, ya voy ya voy que no estoy en la entrada, ¿quién carambas viene a molestar la sacrosanta paz de mi hogar? exclamó Pachis, a eres tú y tu peor es nada, ¡¿qué los trae por acá? No tengo dinero. — No se trata de eso tía—, le dijo la Queta, este hombre que está chillando como berrendo, no aguanta ya las anginas y usted me dijo que luego las puede tronar. Ahí estaba el Goyo el cafre del ruta 100 a quien apodaban el “Mata-ratas”, con su mostachote, que se las daba de las de acá, al bordo del llanto, aguanto las de cocodrilo, ¡Doña Pancha por favor cúreme ya no aguanto!, Y que la viejecita canosa puso manos sabias a la obra, empezó a sobar los brazos y le busco la angina y que se la encuentra , —ahí estaba recordando con los visitantes en la mesa del comedor la historia la madre de cinco mongoles que vivía en San Lucas Matoni– “Que se la encuentro y para pronto que se la trueno” y el Goyo pensó que eso era todo, pero que saco el carbonato con la sal y que le digo abra la bocota y pácatelas que le meto el dedo anular con la gaza bien infurtida, una limpiada, una segunda, una tercera y una cuarta hasta que salió el chorro de sangre y que ahora sí se le salen las lágrimas al Goyo…. Otro al que también cure fue al Kaiko, ese joven, hijo de Doña Jose tenía unos brazotes largos y nerviudos, conque trabajo se las trone, tenía una cosa fea, le sobe sus brazos un rato casi una hora y también que le limpio con la gasa carbonato y sal y ala hora que le hice la curación ya me iba a morder que le doy el codazo pero que se las trueno, terminaba el relato para Doña Pachis para que se le iluminaran sus ojitos cansados y soltara la carcajada. Recapituló, el Goyo tenía dos días que no había comido, pero ya en la tarde que pasa a decirle que ya había probado bocado, la Queta le había preparado papaya con limón y se la acabo el tragaldabas“Tenía mucha hambre y después de la chinga que me puso en la garganta se resbalaba la fruta, fresquecita, cuanto le voy a deber” Nada, respondió Doña Pachis, nada. Cómo que nada si las cosas no son gratis, Bueno lo que sea su voluntad y luego que me trae una figura de una leona con sus leoncitos y unas frutas recordó…
El Jhony llego a la Barca de oro, la vinata del barrio y se compro un Anís del Mico, y un cuartito de Bacacha y una Bonafina, antes había pasado a los tacos del Paisa, donde se había discutido con sus “guardianes”, que lo abandonaron para perseguir una perra que andaba en brama, se amarró a la cabeza su paliacate para cubrirse del sol y como una sombra emprendió la cuesta del cerro del Tenayo donde hacían las “Tres caídas”, que en la liturgia se conocía como el “Mártir del Gólgota” y donde habían unos pirus, sudo la gota gorda en el pedregoso camino de cantera pero al final arribo al objetivo, ahí a la mitad del cerro se contemplaba la ciudad de los palacios, se veía la Torre Latino y los edificios de Tlaltelolco, cuando el aire estaba claridoso, lo mejor era la sombra de aquel piru que le sirvió de regazo que era acompañado por los pajarillos, serpientes de agua, insectos, mariposas, cientos de mariposas y flores. Por un momento no se sintió solo, desmembrado, escucho el silencio del corazón que latía acompasado al paisaje, brindo por los piratas y “Chucho el roto” y los “Bandidos del río frío” cuando levanto la vista al radiante y quemante sol, entrecerró la vista para mirar el cielo, una decena de zopilotes planeaban en círculo cual si fuera el epicentro, y miro sus manos sus brazos, se veía descarnado y desprendiendo un humito y las aves de rapiña enfilaron a su encuentro pero esa es otra historia….