CIUDAD DE MÉXICO, Méx.- Shadi Rohana (Palestina, 1985), radicado como estudiante en Estados Unidos, tuvo por tarea escolar leer una novela latinoamericana. En su búsqueda halló “Las batallas en el desierto”, del mexicano José Emilio Pacheco (1939-2014), autor famoso en el mundo por cultivar el ensayo, la crónica, el cuento, la novela, y también por ser un extraordinario traductor; se enamoró de esa historia, y decidió trasladarla al árabe.
En entrevista, Rohana miró hacia atrás y se ubicó en 2005, cuando tuvo su primer acercamiento a esa novela ambientada en la Ciudad de México. “La leí no una sino varias veces, y como la traducción es una forma de relectura, ahora es mi deber reconocer que como traductor me siento beneficiado y privilegiado por haber hecho ese trabajo”, dijo al hablar sobre la novela corta publicada originalmente en español en 1981.
Explicó que la primera impresión que tuvo al pasar sus ojos por las páginas de la novela, cuya historia se desarrolla en 1948 y narra los años de infancia de “Carlos”, un niño de la clase media de la Colonia Roma en la Ciudad de México, fue de ensueño. “Luego, muy dentro de mí, supe que la experiencia de conocer al autor y a su personaje, era como emprender un camino largo y que ambos me acompañarían por mucho tiempo”.
José Emilio Pacheco escribió esa novela narrada en primera persona por “Carlos” cuando ya es adulto y cuenta algunas de sus vivencias de infancia y adolescencia. El personaje se regodea evocando los años de la cultura pop y la influencia que tuvo sobre la juventud, el gobierno del presidente Miguel Alemán, el contexto político y social de aquellos años, y la moral prevaleciente, con todo y las dobles caras en algunos sectores de la población.
“La novela representa mucho para México, eso me quedó muy claro después de que me vine a vivir a México. Me instalé en la colonia Roma, que era el barrio de ‘Carlos’. Mi identificación creció cuando recorrí las mismas calles que en la novela recorre él”, abonó el entrevistado, convencido de que “Las batallas en el desierto” es “un regalo para Palestina y para la lengua árabe. Me siento muy contento y orgulloso”, manifestó.