Una vez más, denostando y descalificando de oídas, sin datos duros e información confiable, inventando cifras al tanteo y recurriendo al, ya tan socorrido, petate del muerto del huachicoleo presupuestal. Con el fin de justificar su recorte a las estancias infantiles, de nueva cuenta, el Gobierno de 4ta recurre a narrativas ficticias del estado en que operan las estancias infantiles, en México.
Cómo es característico, en este gobierno de ocurrencias, en vez de atacar directamente los puntos críticos, donde se vulnera presupuestalmente un programa, se decide cerrar la llave del ducto (o los recursos financieros del programa) y dejar en el desabasto (o desamparo, en el caso de las madres trabajadoras y sus niños), a los consumidores o beneficiarios del mismo.
Ahora, corre el turno a las estancias infantiles, que son pretexto de actos de corrupción y listas fantasmas de algunos casos “identificados”, se echa por la borda una estructura capacitada, certificada y benéfica para la sociedad, construida durante más de diez años.
Son alrededor de 10 mil las estancias infantiles que recibían el subsidio de SEDESOL, a nivel nacional; las cuales, tienen una cobertura de atención de aproximadamente 350 mil niños, entre 0 y 4 años de edad. Del total anterior, aproximadamente son 100 guarderías establecidas en el Estado de México, que atienden a un estimado de 3,500 menores.
En el fondo, más que cifras, son espacios dignos de salvaguarda de bebés y preescolares, que no tienen más oportunidades de cuidado y bienestar, que el de acudir a una instancia infantil certificada y regulada con estándares de calidad y seguridad, debido a que sus madres tienen la necesidad de ausentarse del hogar y privarse del cuidado de ellos, para acudir a trabajar y contribuir a la economía familiar. Es decir, son madres trabajadoras y, gran parte de ellas, madres jefas de familia.
En un primer trastabilleo, queriendo pasar por jocoso y chusco, el Secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, de manera irresponsable y ocurrente, justificó que parte del recurso -el que queda después del recorte del 50%- será entregado de manera directa a los padres de familia y no como subsidio a las instancias infantiles reconocidas, añadiendo, que los padres podrían dárselo a las abuelitas para cuidar a sus nietos, que “lo harían mejor”.
Más ocurrente e irresponsable no podría ser este Gobierno de 4ta., al echarle la carga a los abuelos, por ocurrencias tomadas a la ligera. ¿Acaso todos esos niños cuentan con un abuelo cercano, en distancia, confianza y capacidad para cuidarlos?, ¿acaso no cuentan con información estadística que indica que la mayor frecuencia de casos de accidentes de niños lesionados, quemados y con abuso físico, se dan en el hogar? o, en favor de los abuelos, ¿dan por garantizado que los abuelitos que cuiden a sus nietos, serán remunerados íntegramente?
Pasando del comentario “burlón”, del Secretario Urzúa, a manera de enmendarle la plana, el Gobierno corrige aclarando que los padres podrán escoger la estancia de su preferencia, para dejar a sus hijos. Lo que implica que dispondrán del dinero directamente, para lo que a ellos y a su interés convenga. Aquí es donde surgen las siguientes preguntas: ¿qué será del caso de los padres jefes de familia irresponsables que prefieren buscar una cantina, en vez de dónde encargar a su hijo?, ¿qué hay de los padres que por ahorrarse una lanita, terminen decidiendo por las estancias patito que surgirán con esta medida, compitiendo de manera desleal con las instancias certificadas de la extinta SEDESOL? y, ¿cómo se regulará y verificará, en adelante, el uso debido del dinero entregado y las garantías de calidad y seguridad de las estancias que surjan, después de darle la espalda a las reguladas por el programa anterior?
Sin duda, quienes pierden con esta nueva ocurrencia son los niños y las madres trabajadoras; pero también, las empleadas, concesionarios y familias que dependen económicamente de las estancias. Familias enteras que apostaron su patrimonio, por adaptar un hogar o inmueble para una instancia; empleadas que se capacitaron, estudiaron y hasta se titularon en pedagogía y se certificaron continuamente; y años invertidos en capacitación, cumplimiento de estándares de salubridad, seguridad y protección, para garantizar la integridad y estancia digna de los bebés y niños.
Lamentablemente, la visión del actual gobierno, sobre la invaluable labor de las actuales instancias, queda en el demerito y el desaire. Desde el “Asilo”, en que se convirtió el actual gabinete federal, se juega la suerte y destino de la primera generación de su gobierno.