Legalizar autos de contrabando conocidos como chocolate es un acto de justicia social.
Eso han argumentado siempre los gobiernos que lo han hecho.
PRI, PAN y hoy Morena.
Y aunque ciertamente beneficia a las clases menos favorecidas, que no tienen recursos para adquirir un vehículo seminuevo y, mucho menos, nuevo, esos programas siempre terminan en corrupción y en tráfico de vehículos hasta deportivos.
Sí, por décadas han sido Camaro, TransAm, Corvette, Mustang y uno que otro BMW y Mercedes Benz.
Y trocas -como les llaman en la zona fronteriza por el modismo derivado de truck (camión)- ni se diga.
No son las camionetas de carga que se usan en el campo, en el trabajo, en las cosechas.
Son todo, menos camionetas de jornaleros.
Y así se han introdujeron históricamente millones de unidades.
Metieron Windstar, Voyager y Jeep.
Y así, la generación de la crisis -que oscila entre 40 y 60 años de edad actualmente- ha visto circular por las calles del país, incluida, por supuesto, la capital, esos autos.
El PRI siempre lo utilizó con las centrales campesinas.
La Confederación Nacional Campesina (CNC) ha sido de las más corruptas.
Siempre se han traficado las calcomanías de dicha organización, lo que representaba un pasaporte a la impunidad.
¿Quién no recuerda una camioneta pick up con su letrero en el parabrisas con las siglas CNC?
Porque esos millones de autos y de pesos significan votos, clientela, rumbo a 2024.
No, no me diga que falta mucho porque la verdad es que la carrera presidencial ha comenzado gracias a Andrés Manuel, que destapó sus fichas -así les llamó- hace un par de meses.
Y comenzó todo.
Balas de goma
La policía estatal de Tabasco no tuvo empacho en disparar a los obreros de la refinería Dos Bocas, que construyen la refinería, acaso el proyecto más importante de Andrés Manuel en su sexenio.
Balas de goma y gas lacrimógeno sirvieron para dispersar a los protestantes, que sólo exigen mejoras laborales.
No son criminales como Emilio Lozoya Austin o como el hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, porque, si lo fuesen, habrían recibido hasta facilidades para su manifestación.
Y dirán que también el PRI y el PAN utilizaron a los granaderos para dispersar infinidad de protestas.
Y, efectivamente, pero lo censurable es que dijeron y dicen ser distintos.
Así de contradictoria y falsa es la 4T.
Vámonos: Marcelo Ebrard dice que la Presidencia -ser presidente, pues- es un proyecto de vida.
Eso hubiera pensado cuando cedió la candidatura a su carnal, Andrés Manuel, en 2012 pese a ser el mejor posicionado.
¿La encuesta?
Una farsa más.
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