La competencia electoral ha sido la más vigilada, debatida y difundida en la historia de la entidad y de México. Aquí se han colocado los ojos de los medios de comunicación, sus voces más calificadas, los partidos emplearon lo mejor de sí mismos, los candidatos se sentaron a debatir en la televisión local -que es el sistema de mayor cobertura en el territorio estatal- y en diversos espacios de la llamada televisión nacional.
La radio cubrió, desde distintos frentes, las campañas electorales: hubo entrevistas diarias a los candidatos, a sus dirigencias y líderes emblemáticos; en suma, cumplieron su función de difundir las propuestas de los candidatos, sus lados fuertes y sus lados flacos, sus capacidades y sus limitaciones. A partir de ello, los ciudadanos en su calidad de electores, van a ejercer su derecho a votar, incluso a no hacerlo, como otra forma válida de expresar su libertad, su preferencia razonada.
Los analistas, las plumas expertas en el tema de partidos, elecciones y de la transición política del país mostraron a los candidatos de carne y hueso. Como debe ser en una competencia abierta, fueron sujetos del cuestionamiento a sus propuestas, equipos y estrategias de campaña, incluso se escucharon reclamos por el costo de las campañas y el rebase de los topes de campaña. Cierto o no, el hecho relevante, es la libertad que se tuvo para hacer señalamientos desde todos los frentes, simpatías, preferencias ideológicas o políticas. En eso radica la riqueza del debate que suscitó la elección de gobernador en el Estado de México. Desde esta óptica no se limitó a nadie ni se cuartó la libertad de expresión de quienes tuvieron la oportunidad de acceder a los medios, para expresar su sentir y lo que su experiencia dictaba.
Hubo de todo, en algunos casos, los comentarios se centraron en la figura del gobernador de la entidad, que en este caso jugó un papel de bajo perfil o, al menos, de mayor discreción. En otros tantos, se involucró el activismo de secretarios del gobierno federal, entre ellos de aspirantes a suceder al presidente de la República, Felipe Calderón. También se observó la participación del Jefe de Gobierno del Distrito Federal (DF), al lado de su competidor por la candidatura presidencial, Andrés Manuel López. Puede decirse que, en algunos casos, la elección local fue el pretexto para hacer presencia y ganar espacio para el lucimiento personal y salir en la foto. ¡Cómo han cambiado los tiempos!, Según Don Fidel Velázquez, en sus años, el que se movía no salía en la foto y ahora no sale el que no se mueve.
Los electores mexiquenses, mis paisanos, tienen ante sí una oportunidad única de decidir a quién quieren de gobernador, a quién le dan su confianza para dirigir una entidad compleja, con enormes retos por delante. Como nunca, asistiremos a una jornada electoral conscientes de la importancia que tiene nuestro voto y, como un acto razonado, elegiremos al partido o al candidato que sentimos más cerca de nuestra forma de pensar, de ser y con el que tenemos mayores coincidencias. A tras quedó el debate, las descalificaciones y la difusión de las propuestas. Sólo esperemos, que el ganador festeje con humildad y el segundo lugar acepte la derrota con dignidad y tenga el valor de reconocer que perdió. Cierto que nadie va a una competencia para perder, pero tampoco se va a competir para ganar a ultranza.
Es importante reconocer que el órgano electoral cumplió su tarea de preparar y organizar el proceso electoral y que hizo posible la celebración de dos debates públicos negociado entre las representaciones de los partidos políticos. Viene la jornada, el día “D” y todo parece indicar que las cosas van a salir como se planearon desde el inicio del año electoral. El Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) ha organizado un proceso y una jornada para que voten todos los ciudadanos con derecho a ejercerlo, los que están en la lista nominal debidamente registrados y que tengan su credencial de elector. La difusión fue amplia, se tuvo una cobertura extraordinaria a pesar de la reforma electoral que redujo los tiempos de campaña y, como debe hacerlo una institución sólida, permitió el debate entre los competidores, cualidad que no se observa en el Instituto Federal Electoral, donde los protagonistas son los consejeros, principalmente su consejero presidente.
Si definimos la campaña electoral del Estado de México podemos coincidir que fue una campaña de los medios de comunicación, del análisis y del debate político. Poco se sabe de los procesos en Nayarit, Coahuila e Hidalgo. El proceso de referencia fue el mexiquense. La coyuntura electoral local se transformó en el referente de la política nacional. Compiten, por sorprendente que parezca, tres formas de hacer política, tres proyectos de gobierno y tres liderazgos en funciones: el del presidente del país, Felipe Calderón; el del gobernador, Enrique Peña y el del binomio Andrés Manuel López-Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno del DF. Los resultados y las cartas están sobre la mesa, los tres partidos y sus candidatos tuvieron tela de donde cortar, resultados de gobierno que difundir y saldos negativos que justificar. Eso es la alternancia política y el riesgo de gobernar.
También se presentó la otra campaña, la que se llevó en forma paralela en la escena nacional. Justo en el proceso local, se dio la movilización encabezada por Javier Sicilia que ha sido la más relevante de los últimos años, desde la sociedad civil; la denuncia en contra del presidente del Comité Ejecutivo Nacional, del Partido Revolucionario Institucional (PRI) por un supuesto enriquecimiento inexplicable; la detención de un miembro de la familia Hank González y su liberación; la declaración de formal prisión a un ex gobernador de Chiapas acusado de peculado; y, la difusión del rumor sobre posibles detenciones de ex gobernadores por vínculos con el narcotráfico. Por el lado contrario, arreciaron las opiniones en contra del presidente Calderón por la inseguridad que vive el país, se puso en tela de juicio el resultado de la lucha contra el narcotráfico; escuchamos la descalificación de legisladores federales a secretarios de Estado por sus declaraciones y aspiraciones presidenciales. Incluso, se pidió su renuncia para dar paso a sus pretensiones.
Este fue el contexto de una elección local que por su difusión es única en la historia del país. ¿Se tienen cosas que mejorar?, por supuesto. Los errores se deben al diseño de la ley, pero eso será una tarea del legislador local y del cabildeo entre actores y partidos políticos. El domingo 3 de julio, veremos cuál proyecto sale victorioso, qué partido suma la mayoría de la voluntad ciudadana. A pesar de que el proceso electoral es perfectible, el hecho trascendente es que los ciudadanos del Estado de México ya ganamos y el domingo seremos corresponsables del destino inmediato de nuestra casa común. ¡Felicidades a todos y vamos a votar!