MICHOACÁN, Méx,- Luego de visitar algunas de las regiones michoacanas más importantes en el festejo de Día de Muertos, es momento de terminar el recorrido con un paseo por la capital, donde templos, mercados y edificios históricos adornados conforme a la temporada dan un plus al viaje que conecta a propios y extraños con la riqueza cultural mexicana.
Atrás quedaron las casas adornadas con ofrendas y grandes marcos de flor de cempasúchil que anuncian la conmemoración del “muerto del año”; los talleres donde se crean las velas que alumbran el camino de las ánimas en su regreso al “más allá”.
Así como los altares llenos de fruta, pan y comida que invitan no sólo a degustar los manjares, sino a capturar la mayor cantidad de imágenes, además de los panteones que por única ocasión en el año fueron alumbrados por cientos de velas, las cuales también encendieron emociones.
Lejos, a varios kilómetros de la ciudad, quedan las catrinas de barro que aunque están presentes todo el año, deberán esperar 365 días más para volver a tomar las calles, los puestos, los talleres, e invitar a mexicanos y extranjeros a celebrar a quienes se han ido al mundo de los muertos.
La velación de los difuntos en los cementerios durante la noche y madrugada del 1 o 2 de noviembre, la celebración mexicana más conocida a nivel internacional, llegará pronto porque así de efímera es la vida, en menos de lo que se piensa, la celebración de Día de Muertos habrá regresado.
Todo el misticismo y simbología de la celebración de Día de Muertos en la zona lacustre de Pátzcuaro volverá el próximo año para conquistar a más visitantes que una vez vivida la experiencia seguramente querrán regresar a disfrutar los rituales purépechas para celebrar a la muerte.
Sin embargo, en la capital michoacana la celebración no es menor; pese al ajetreo, los habitantes de esta ciudad se dan el tiempo para adornar con el típico cempasúchil los vistosos altares que montan en jardines, plazas públicas, museos, recintos históricos, culturales y de gobierno.
Con sus antiguos edificios hechos de cantera rosa como la Catedral, el majestuoso acueducto y su Centro Histórico, la ciudad conquista por sí sola a quienes la visitan, no por nada fue declarada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como Patrimonio Mundial de la Humanidad.
La Fuente de las Tarascas, donde tres mujeres indígenas sostienen una vasija llena de frutas de la región, es otro de los puntos a visitar, pues es uno de los más representativos de Morelia y ofrece una hermosa postal ya que en este punto inicia el majestuoso acueducto de 253 arcos.