El Juan Barrancas y la Josefa después de librarla de los azules con placa y de la tormenta que envió Tláloc providencialmente para huir de las rejas y librarla del chupimetro cuando la José maneja flameadona a toda máquina su Rambler, se dieron a la fuga y tras la tormenta con granizasos, la paz serenó la noche y que se quedan jetones, mientras ya la calma invadía la calle y en lo alto del montículo y observatorio cosmogónico del Tlatoani Xólotl, la gran pirámide de Tenayuca, la vista hacia el infinito era para reconciliarse con la vida.
En el trayecto al Mictlán habría seres humanos pestilentes, gobernantes sátrapas, judas que te besan y te dan la puñalada trapera pero aquellas cintilantes estrellas que se desparramaban como hacía muchos lustros no se veía, era un milagro para el corazón.
Las calles empedradas estaban desiertas, la tormenta había mandado a los pobladores a sus casas, solo se escuchaba el siseo de algunos grillos muy potentes y la música de algunos sapos borrachos, croaag- croaag-croag, que despertaron al Barrancas, ahí estaba aquel ángel caído de cielo, con sus cejas tupidas, nariz recta y fina, boca para comerse lentamente y esas pequeñas orejas que le daban el toque de perfección a su rostro y del empaque, púes que decir era menuda, pero bien torneada una muñeca de carne y hueso. Como me la recetó el doctor, pensó el Barrancas, quien la quizo amarquetar en su somnolencia, pero un pellizco marca ¡sosiéguese cabron! Sintió en su brazo unas uñas como cuchillas, que soltó adoloridos, tenías que ser rejega, ¡que diantres vociferas Juanito! Déjame dormir, si no te va a pesar.
No púes, sí que tenía un genio de general en tareas policiacas y, ya se resignó el Barrancas. Nadie es perfecto, el alivio para mis males, pero por el momento negros son mis ojos pensó y se entregó a los brazos de Morfeo, que más daba ya la habían librado de los municipales que no perdonaban, eran unos perros sabuesos y gracias a la cafre y la tormenta se habían escabullido.
La niebla invadía el camino serrano, la terracería húmeda surcaba el sendero bordeado por la vegetación espesa, los platanares, helechos y yerbas silvestres entrada la noche daban un paisaje de la naturaleza, que para el salvaje urbano que llevaban los nómadas que sembraban sus pasos en aquel camino, los maravillaba, mientras en la bóveda celeste vislumbraba la luna, siempre la luna iluminando a los mortales, estaba el Barranqueño con el Ramirock enchufándose unas uvitas, un licor que ya los reconfortaba en aquel húmedo ambiente. Habían salido a conocer el pueblo, no siempre se podían encontrar aquellos cuadros tropicales que regocijaban su atribulado corazón, los compas siempre desafortunados en el amor, pero afortunados en la aventura y en viajar sitios recónditos que llenaban su soledad, cuando vieron venir a autobús a gran velocidad, los dos faros rompían la espesa nubosidad, venía como chamuco que lo persigue la Llorona y casi los avienta al otro mundo, si se no salen del camino mandándolos a escupir al suelo, ¡hijos de tú pelona vas a llegar rápido a tu funeral! increparon los compadres, quienes para su sosiego no soltaron la botella de licor, se repusieron del susto, se medió compusieron en lo que pudieron y empinaron la botella para mejor regresar a donde se alojaba por aquella tierra del ocelote, en las regiones cafetaleras de solo Veracruz es bello…en ala estancia ahí estaba era el mismo ángel caído del cielo, la Josefa pero la cabellera ondulada y con un acompañante varón, que la custodiaba como o si fuera su el querer de sus quereres, yo lo mismo haría pensó el Barrancas, quien ya no sabía si era realidad o sueño lo que circulaba por sus neurotransmisores. Cierra la boca barracas, le dijo el Ramirron, se te va caer la quijada carnal, te estas poniendo bien baboso, recuerda que no mas nos hacen sufrir, cálmese que viene acompañada. Tsss y eso que, como dice Emiliano Zapata la tierra es de quien la trabaja, cálmate plan de Ayala ahora hasta zapatista me vas a salir repuso el Ramis quien ya escribía un poema…
Cuando una matracas encerdocedoras sonaron, unos balazos rompieron el silencio de la noche, que despertaron a los dormilones del Rambler deportivo, a unos cuantos metros bolseaban a un bulto que iluminaba la penumbra las lámpara de luz ámbar de la plaza Wichita, ¡y eso es para que aprenda a respetar! fue lo alcanzaron escuchar y se agazaparon ¿Qué paso Barranquitas, que pex esos vatos enfriaron a uno? al tiempo que lo abrazaba con fuerza que ya le quitaba la respiración. Sssshheee nada, nada aguanta, deja que se vayan y nos arrancamos, la calma chicha invadió la nave rodante intergaláctica, los minutos se hiceron una eternidad en lo que se alejaban las sombras bien campechanas como si nada.
Ya ponte en marcha arráncate, espeto el Barrancas a la Josefa, cuando las sirenas y las torretas, de nuevo ese ruido ensordecedor se acercaban al lugar de los plomazos donde estaban los sapos borrachos cantando y los pasajeros de la vida y la noche…peso esa es otra historia