El calor era intenso, sentía que el cuerpo se incendiaba, era una intensidad como si se estuviera rostizando, el Barrancas en su delirio, miraba en el eje rodante de aquel horno, y no era cualquier horno, porque el combustible que los iba dorando a fuego lento era de leña , se veía atravesado del cicirisco y la varilla tormentosa cual santo-inquisidor Torquemada le llegaba hasta el cráneo, sí, la chirimoya era algo que nunca había sentido en su carrera a toda velocidad, la desesperación, para sacudirse la humanidad, no era como en otras ocasiones, cuando sentía la meningitis que expandiéndose le quebraba la de hueso y amenazaba con explotar y expandir la masa grisácea que todavía le quedaba. La cabezota, la testa sentía como se desintegraba, y su humanidad mojada de tanto sudar alumbraba pensamientos fuera de órbita: había sido atrapado por una tribu de caníbales que se iban a dar un festín, el consuelo que en su delirio le consolaba, es que estaba todo corrompido de meterse de tocho morocho, y seguramente les heredaría esa alegría de tragarse cualquier “tófico” que se le pusiera enfrente para evadirse de la realidad, o les daría una extraña enfermedad por atreverse a degustar a las brazas su principesca humanidad, .Queriéndose zafarse de la vara que lo atravesaba, meditando olas mentales de la exploración de su lado femenino, cuando se sabía seguro de su hegemónica reciedumbre varonil al cien por ciento, se sobresaltaba e iba poco a poco desechando tan guarros pensamientos. Estiró sus brazos y piernas despedazándose, descarnándose de una manera profusa, que la moronga corría cual arroyuelos y
mar embravecida, recordándose de aquella memorable película de uno de sus actores favoritos, el Jack Nicholson, “El Resplandor”, cuando llegaban a un hotel y para variar se desquiciaba y a hachazo limpio cual tribus solaztequistas se quería descuartizar a los moradores, cual cárteles mexicanos en el Calderonato, la sangre roja que te quiero roja cubría ya casi su cuello, salpicando la recámara, en un instante regreso a la húmeda realidad, ¡aaaauuauuuu! no puede ser, grito de dolor y al incorporarse fue tan brusco el movimiento que se dio un golpe en la “cabesoplas”, para que de inmediato le saliera un chipote y llevo las manos a la de peinarse, para luego sobarse y percatarse que todo había sido un sueño, aunque todavía le dolía la molonqueada humanidad y sobre todo la dentadura o los pocos molares, dientes, colmillos que le quedaban por la descalcificación por atacarse hasta el full de la colombiana. Se paro como pudo y se acercó el agua de horchata que había dejado en la víspera en la mesa y que era de sus preferidas preparadas en la Michoacana, el dulce del agua arrozada, fue cobrando los colores de la habitación, se estaba volviendo a echar en el camastro cuando a la puerta llamaron pateándola cual agente puerco federal. ¿Quién vive? Se escuchó, para devolver una débil respuesta quien se esta pasoneando, que paso mi Calzonzint, que bueno que llegaste, móchate para andar iguales mi príncipe neochichimeca, estoy en las últimas. Estas de suerte, de mi jardín y del cultivo acuífero te voy a invitar “las tres” de la hidropónica, está bien potente mi chavo. ¿Qué te paso? Te volviste a derrumbar, ya no la armas aliviánate mi Barrancas, ¿qué toquín? Ya ni organizas rock and roll, ¿qué paso con el Ruiseñor del Notropil? que cantaba alegremente “para vivir alegre y contento tomate tu Notropil a cada momento…El Barrancas rebuznó: Ya no encuentro la salida, me aburre esta vidorria no le encuentro la cuadratura al círculo, yo veo a todos como orates corriendo persiguiendo en sueños a una chuletota que casi nunca alcanzan y cuando ocurre el milagro es puro hueso casi sin carnita, para que me sofoco… Párate Barrancas, necesito tu sabio consejo, que vengo a invitarte unos néctares de los dioses, “la baba de oso” que te reconfortara, en el Rinconcito porque la cosa esta que arde, apareció un tlacuilo gritando en la comarca que amenaza la peste, la maldición de Quetzalcóatl, con volverá a instalarse el Supremo Kayosama, y se evaporaran las mujeres, pero ahora los sayayines que lo idolatran, son del sol negro amarillo, los que antes eran sus enemigos y que ahora les aventó el vaho maligno de su trompota y se los mareo y cuando se dieron cuenta ya había amanecido y estaban en paños menores y adoloridos, que dicen que los va poner bien pecho tierra y pápalo pal taco los próximos tres añejos que vienen… juuaarr juajuar juar ahora si te la sacaste mi príncipe Nopalzint, pero como auguras, sí la cosa se puede poner seria, por lo que te voy recordar lo que en el pasado ocurrió y con lo que se le puede desenmascarar a los que avientan el vaho maligno para hacerles sus cositas a los majes, pero esa otra historia, que como bien prometiste te costara unos chilaquiles bien cremosos sin dártelos a desear mi príncipe Nopalzint…