Andrés Manuel López Obrador juega ajedrez.
Emilio Lozoya Austin le cayó del cielo.
Si se comprueban las acusaciones que poco a poco se conocen por filtraciones de la Fiscalía General de la República (FGR), donde cobra Alejandro Gertz Manero, el inventor de Movimiento Regeneración Nacional (Morena) lo usará para tratar de acabar con el Partido Acción Nacional (PAN), único en estos momentos con posibilidades de enfrentarle en 2021 y arrebatarle la mayoría en la Cámara de Diputados.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) está muerto desde 2018 y no se ve cómo regrese del más allá.
Mucho menos si, reitero, se comprueba que parte de los diez millones de dólares que Odebrecht entregó presuntamente e Lozoya Austin fueron a dar a la campaña de Enrique Peña Nieto, como siempre se supo pero jamás se investigó -obvio- en su sexenio.
Andrés Manuel sabe perfectamente que el futuro electoral en 2021 no es halagüeño para él, su gobierno y su partido.
En público no lo demuestra, pero en corto, con sus subordinados, fieles y súbditos, que no colaboradores, lo comenta.
Sabe que en la elección más grande de la historia, la intermedia del año próximo, el resultado no será ni soñando cercano a lo sucedido en 2018, cuando 31 millones de mexicanos se volcaron, desesperados y hartos, a votar por él y por quien apareciera en la boleta con los colores de Morena.
A nadie importó quiénes eran los candidatos.
Es más, ni los conocían en la mayoría de los casos.
Fue una revancha.
Una venganza dulce de los oprimidos, de la clase jodida, y no tanto, a tanta ofensa, a tanto maltrato, a tanto abuso de los gobernantes del PRI y del PAN, por 83 años -71 del priismo y 12 del panismo- , a tanta corrupción y a tanta violencia y muerte.
Los mexicanos salieron de sus casas ese domingo para hacer una revolución sin uso de armas ni violencia. Una crayola y tinta indeleble fueron suficientes para echar a ambos en las urnas.
Pero el gobierno desgasta.
Y así le ha sucedido a Andrés Manuel y a su equipo.
No es lo mismo ser crítico, andar en campaña y hablar por hablar, que gobernar, enfrentarse a la realidad y, además, cometer errores.
Y vaya que Andrés Manuel y su autodenominada cuarta transformación los han cometido.
La economía ya estaba en declive cuando llegó la pandemia de Coronavirus.
En 2019 se cayó por debajo de cero.
Sí, no fue crecimiento sino decrecimiento.
La cancelación del aeropuerto de Texcoco, como es conocido, fue el inicio de la cadena de decisiones absurdas, que llevaron a la economía al precipicio.
Los recortes, la cancelación de contratos, de obras, de compras de medicamentos, de apoyos sociales -no los que entrega su gobierno a destajo, sin considerar que algunos que las reciben ya tienen una pensión, lo que es inequitativo con quienes no la tienen- , de despidos masivos y, sobre todo, dedicarse a sólo administrar muertes y contagios en la epidemia de C-19 sin medidas de contención tienen al país sumido en la peor crisis económica y de desempleo e inseguridad desde la Revolución y la gran depresión de 1929.
De aquí a 2021 los usará
Por eso, Andrés Manuel sabe que utilizar los presuntos sobornos a Ricardo Anaya Cortés, su adversario en la elección presidencial de 2018; a Ernesto Cordero Arroyo, ex secretario de Desarrollo Social y de Hacienda; a Roberto Gil Zuarth, entre otros, puede servirle para enderezar la nave electoral, que está haciendo agua, pese a que las encuestas a modo le digan lo contrario.
En Morena saben perfectamente que de quince gubernaturas en disputa, ya no se prevé que ganen las doce que antes de este desastre de salud estaban previstas.
Y que perderán en el Estado de México el otrora corredor Azul, que se tiñó de guinda y marrón en 2018.
Está proyectado que Naucalpan, Tlalnepantla, Atizapán y los principales municipios del norte del suelo mexiquense los pierda.
Patricia Durán y Raciel Pérez, en Naucalpan y Tlalnepantla, son un fracaso absoluto.
Y la mayoría calificada que tienen actualmente con los trepadores de Encuentro Social, el PT y el Verde, que ni es partido ni es ecologista ni de México -qué pronto se les olvidó que Arturo Escobar y Vega, hoy coordinador en San Lázaro, fue descubierto con un millón cien mil pesos en efectivo en el aeropuerto de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, allá por 2009- está en riesgo.
Y alto riesgo.
Igualito que en Morena, donde se les olvidó como Carlos Agustín Ahumada Kurtz le daba miles de dólares a René Juvenal Bejarano Martínez, esposo de Dolores Padierna Luna, hoy diputada morenista; a Carlos Imaz, exesposo de Claudia Sheinbaum Pardo, jefa del gobierno capitalino; y a Ramón Sosamontes, operador de Rosario Robles, todos del Partido de la Revolución Democrática (PRD), de donde brincaron a Morena.
La única presa, hoy, es Robles, por traicionar a Andrés Manuel.
Así que lo que diga Lozoya Austin, negociado con la FGR de Gertz Manero y Santiago Nieto Castillo, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) y a quien corrieron de la Fepade (Fiscalía Especializada en Delitos Electorales) en el gobierno de Peña Nieto para proteger al ex director de Pemex, es clave, fundamental, oro molido, pero difícilmente le alcanzará para minar al PAN.
Sobre todo porque falta un año para la elección y el tema llegará desgastado.
Cómo se parecen los estilos y las estrategias.
Anaya así fue acabado por el PRI de Peña Nieto en 2018, creyendo que le serviría a José Antonio Meade, pero el beneficiado fue Andrés Manuel.
Lo acusaron de enriquecerse con la venta de la famosa nave industrial de Querétaro.
Al final, la todavía PGR concluyó que no había pruebas, fundamento ni elementos.
Ojalá que la ley no se utilice política y electoralmente en este gobierno, como ha sido históricamente.
Está en juego la credibilidad de Andrés Manuel.
Triquiñuela
El Partido del Trabajo (PT), rémora de Morena, quiere la presidencia en San Lázaro.
Así, la jugarreta es sumar diputados morenos y de los vividores de Encuentro Social -que ya no registro tienen, pero lo tendrán con ayuda celestial-, para quitarla al PRI, al que le corresponde.
No son parecidos, son igualitos, me cae.
Vámonos: ¿Por qué les da miedo utilizar las palabras como son?
-No se cancela, se pospone, dicen tanto Ocesa como Claudia Sheinbaum.
¿A quién pretenden engañar?
No se pospuso.
Se canceló.
Sencillo.
Así lo informó la Fórmula 1.
No va a haber carreras en todo el Continente Americano este año.
Punto.
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