Desde ya y hasta el 17 de abril se abrió el plazo para que los maestros se inscriban al programa de Estímulos Al Desempeño Docente, se trata desde luego de los maestros de Educación Básica, afiliados al SNTE que, como parte de las prerrogativas ganadas en la gestión con el Presidente Calderón, podrán ser recompensados con cuatro y hasta veinte mil pesos de acuerdo al resultado que obtengan sus alumnos.
La pregunta surge ¿es correcto o se trata de un abuso, de una prerrogativa injusta que arrancaron los profes a un gobierno debilitado?
La importancia de la educación básica a la que asisten en nuestro país poco más de 25 millones de niños y jóvenes, justifica la pregunta. Se trata de una medida de alto impacto en las finanzas y una señal muy clara de que en la calidad de la educación, los maestros hacen “la diferencia” o al menos “una diferencia importante”.
El Secretario Lujambio ha señalado este incentivo diferenciado de acuerdo a los resultados que alcanzan los maestros, en condicione socioeconómicas similares, como uno de sus logros más estimados; pero también los maestros buscaban este tipo de apoyo, que se otorga al maestro que estuvo frente al grupo, en proporción directa a lo destacado del diferencial alcanzado, estén o no en carrera magisterial, tengan la escolaridad o la antigüedad que tengan.
Por más orgullosos que se sienta el Secretario, y sin restar mérito a su operación, lo cierto es que el planteamiento del estímulo le precede, fue hecho por el SNTE desde mayo de 2008 como parte de la Alianza para la Calidad Educativa. En buena medida es contraparte a la aceptación del sindicato de someter a concurso las plazas de nueva creación o primer ingreso a las que, por ley, tiene derecho.
Dado que el dinero por repartir es de los ciudadanos y el propósito es favorecer una mejor educación para los hijos, vale la pena preguntarse si premiar el resultado de un profesor cuando está por encima del promedio, ya sea en su logro total o en el incremento, puede motivarlo para seguir esforzándose para conseguir que sus alumnos aprendan más. Yo diría que si “la zanahoria” puede representar un mes o más de sueldo, además del reconocimiento público a sus logros, claro que resultará atractivo para los profesores hacer este esfuerzo adicional.
Pero si sólo se premia a unos cuántos ¿qué efecto puede tener en el sistema? El punto es que prácticamente no haya escuela sin alguno o varios maestros premiados, y que no haya zonas escolares sin al menos una escuela con un premio colectivo. Si esto sucede, el incentivo para dar mejores resultados estará presente en todas partes y los profes por propia iniciativa o por presión de sus pares –para alcanzar un estímulo colectivo por escuela- o de los padres de familia, instalará condiciones de mayor exigencia para el desempeño de los maestros dentro del sistema educativo.
Si esto es así ¿quién ganó?, ¿se “chamaquearon” al SNTE, o el sindicato “chamaqueó” al gobierno? No tengo una respuesta en este sentido, creo que ambos ganan y que gana la sociedad por tener maestros mejor motivados para dar más en su trabajo.
Esto no pretende negar la existencia de maestros pésimos, flojos e ignorantes, por el contrario, los ubica en una perspectiva de marginalidad y aislamiento, cuando éste sea el caso.
Suele suceder también, con los maestros metidos en la política como están ahora, que terminamos por confundir los juicios y los roles. Es decir, juzgamos como político a cualquier maestro, y a los políticos por norma los juzgamos mal.
Debemos entender, más allá de los ataques “por razones políticas” que el maestro no enseña: crea condiciones para el aprendizaje, los alumnos pueden sacar provecho de estas condiciones o desperdiciarlas miserablemente.
El maestro ayuda a los padres en la educación de sus hijos, pero el principal agente educador es la propia familia. En ella se enseña o no el valor de aprender, la ambición de saber y trascender, o la conformidad de mantenerse en la inercia que cada familia conserva y quizás ha heredado por generaciones enteras.
Es bueno cambiar los estímulos a la educación, ponerlos en el esfuerzo y no en la antigüedad –que también es esfuerzo, pero inercial- en el perfil profesional –saber mucho no equivale a saber enseñar- o en la popularidad ante los superiores, sean de la autoridad o del sindicato. Bienvenido el estímulo, pero esto no cambia una realidad compleja, que a todos debe importar y en la que debemos reflexionar y hacer más… pero no haciendo una guerra de lodo, eso dejémoslo a los políticos sino un esfuerzo de reflexión y propuestas.
*Politológo