Los acontecimientos recientes en el hermano país de Venezuela y una mala, o conveniente, interpretación de la “Doctrina Estrada”, por parte del actual Gobierno, han conducido a México a tomar partido por el lado equivocado de la historia.
Los acontecimientos actuales en Venezuela han puesto a prueba a la política exterior mexicana. En la nueva era de la transformación de cuarta, México se ha excluido de la vanguardia internacional, en la defensa de los derechos humanos y la defensa de legalidad democrática en las naciones.
El Gobierno mexicano ha decidido mal interpretar una tradición de neutralidad, en los conflictos y asuntos internos de otros países, postulada en una “Doctrina Estrada” del siglo XX, poniendo en práctica la política del avestruz; para así esconder la cabeza bajo la tierra, poner oídos sordos y ojos cerrados a lo que es evidente a la luz de la era de la información del siglo XXI: la flagrante y constante violación de los derechos humanos, usurpación del poder y desmantelamiento de los cimientos legales y democráticos, en Venezuela.
Tales hechos, ponen a nuestro país en el lado incorrecto de la historia, consintiendo, avalando y solidarizándose con las dictaduras, las tiranías, el despotismo y ejercicio absoluto del poder. En síntesis, en favor de los gobiernos espurios.
En una comparación histórica, el Gobierno de López Obrador nos coloca en una situación incómoda, para gran parte de los mexicanos, similar a: Si Lázaro Cárdenas hubiera ignorado la tragedia de la Guerra Civil Española y callado ante la invasión de la Alemania Nazi a Polonia; o si Manuel Ávila Camacho hubiera tomado partido por el Eje Berlín-Roma-Tokyo; o si Luís Echverría hubiese sostenido relaciones diplomáticas con el régimen de Pinochet, en Chile.
Al día de hoy, todos los países con regímenes democráticos consolidados y bases sólidas en la defensa de los derechos humanos, han reconocido a Juan Guaidó como la cabeza de un gobierno de transición democrática, con la misión de restablecer el orden constitucional de Venezuela y convocar a elecciones libres y democráticas; mientras, que los países con democracias endebles o inexistentes y cuestionadas por la violación sistemática de los derechos humanos, se han solidarizado con su camarada, Nicolás Maduro.
¿Qué mensaje nos están transmitiendo López Obrador y Marcelo Ebrard?, ¿En adelante México tomará su lugar en el lado de los regímenes antidemocráticos y que suprimen las garantías individuales?, A partir de la Transformación de Cuarta ¿se tomará partido por el viejo esquema autoritario y de simulación en la legalidad y la democracia?
Hoy, Estados Unidos, Canadá, Argentina, Colombia, Perú, Brasil, Guatemala, Chile, Reino Unido, España, Francia, Italia, Alemania y el resto de la Unión Europea, reconocen a Juan Guaidó como Presidente Encargado de Venezuela; mientras que México, junto con China, Rusia, Irán, Turquía, Cuba y Bolivia, reconocen al dictador Nicolás Maduro, como Presidente de Venezuela.
Ojo, “dime con quién andas y te diré quién eres”.