México pone los muertos y Estados Unidos los adictos y las armas.
La demanda que Marcelo Ebrard Casaubon dio a conocer ayer en contra de las empresas fabricantes de armas en Estados Unidos por daño irreversible y físico es ambiciosa, sí, pero lógica.
México vivió los dos años más violentos de su historia en 2019 y 2020, los dos primeros del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, con 34 mil 681 homicidios y 34 mil 554, respectivamente.
Sí, incontenible.
Su estrategia de abrazos, no balazos ha generado opiniones a favor y en contra.
Sabedor de que los mexicanos están hartos de cuando menos quince años de violencia, muerte, narcotráfico y delincuencia -Fox, Calderón y Peña- y que fue precisamente la inseguridad la que impulsó el voto para deshacerse del PRI, del PAN y del PRD, ordenó cesar, parar.
Y dejar que hicieran lo que quisieran.
Que controlaran en territorios enteros.
Que Michoacán, por ejemplo, estuviese en medio de una guerra entre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y La Familia Michoacana. Aguililla, Buenavista y Tepalcatepec no existen más que en la nómina de ellos.
Que Tamaulipas sea intransitable, con Francisco García Cabeza de Vaca como gobernador emanado de las filas del Partido Acción Nacional (PAN) y que no sirve para nada.
Que Guanajuato sea un panteón lleno de fosas clandestinas y donde hasta el fiscal Carlos Zamarripa ha sido acusado de operación con recursos ilegales.
Que Guerrero sea un fracaso en seguridad. Que el gobernador Héctor Astudillo haya nadado de a muertito todo el sexenio.
Que Chihuahua y Sonora, en el noroeste, sean igualmente intransitables.
Que Veracruz nomás haya desaparecido del primer círculo.
Que en Quintana Roo haya matanzas un día sí y otro también.
Que en el Estado de México los criminales graduados y los aprendices de extorsionen a los comerciantes.
Entre 2006 y 2011, Estados Unidos introdujo a México mediante el operativo Rápido y Furioso, organizado por la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) más de tres mil armas dizque para rastrearlas.
Traían un chip para darles seguimiento vía satélite.
El narcotráfico las compró.
Por eso las imágenes de auténticas batallas entre los malandros y las fuerzas federales o entre ellos mismos.
Rápido y Furioso introdujo a México miles de armas en el gobierno de Felipe Calderón.
Cuando se conoció el caso, el presuntamente proyecto experimental para dar seguimiento a las armas compradas en suelo mexicano, terminó.
Las armas se perdieron y el seguimiento jamás se concretó.
El resto ya se conoce: más de 400 mil muertos desde el sexenio de Vicente Fox… y sumando.
Smith & Wesson, Colt, Barrett Firearms o Sturm, Ruger & Co., son las principales empresas demanadas.
Y se exige que reparen el daño.
Más de 500 mil armas se trafican hacia México cada año, según el documento que dio a conocer Ebrard Casaubon.
México tiene la tasa de homicidios más alta desde que se contabilizan: 29 por cada 100 mil habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Esas armas llegan a Tepito.
Ahí se venden.
Vámonos:
Epigmenio Ibarra inauguró foros y salas en Tlalnepantla, Estado de México.
En los terrenos donde era el club de tenis El Dorado, el productor que trabaja con la izquierda pero cobra con la derecha cortó el listón de seis salas de sonido y un set de producción virtual.
Por supuesto, disfruta del crédito que Banobras le autorizó de 150 milloncitos de devaluados pero útiles pesos.
Lo bueno es que es un préstamo empresarial, no un préstamo personal. Viva el doble discurso del productor de El Señor de los Cielos, narcoserie que hace apología del delito.
Mientras, él que se persigne.
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