Inaudita la propuesta del presidente López, para evitar los actos vandálicos y de violencia en las manifestaciones o marchas, provocados por los grupos autodenominados anarquistas.
El presidente, invita a que sean los ciudadanos (y no la autoridad) los que ayuden a mantener la paz, durante las manifestaciones: “Invito a que los ciudadanos apoyen el plan de la Jefa de Gobierno, para que se hagan cordones de ciudadanos que sirvan de escudos humanos, para que procuren la paz y eviten la violencia.”
Así, el gobierno de 4ta. evade toda responsabilidad, bajo el necio pretexto de no querer caer en provocaciones, ni dar excusas para reprimir las marchas.
Concluyendo con el gastado petate del muerto de que los anarquistas no son anarquistas, sino conservadores de derecha que buscan desfigurar las marchas.
Como siempre, el presidente Lopitos tergiversa la historia a conveniencia y distorsiona la realidad con sus fantasías, para evadir una verdad de fondo: los grupos anarquistas en México son jóvenes reclutados, adoctrinados y financiados desde la izquierda más radical, disfrazada de insurrectos idealistas y liberales.
El anarquismo es una filosofía política que propone una sociedad de libertades individuales, sin gobiernos, ni autoridad o poder público; basada sólo en el cooperativismo y el voluntarismo. En México, el anarquismo fue más activo en los movimientos sociales de la década de los 80’s con los anarco punks, surgidos de la comunión de viejos anarquistas provenientes del exilio español en México, con los jóvenes punks, los cuales eran más visibles en las movilizaciones y marchas de protesta.
Ya en los noventas, al morir los exiliados, el anarquismo tuvo un periodo de hibernación. Sólo existían colectivos punks que reivindicaban las ideas anarquistas, pero que en la práctica no lograban nada más allá.
Ya para el nuevo milenio el movimiento punk se extingue, evolucionando a darketos, los cuales comienzan a romper con el punk y a reivindicar el anarquismo solamente, creando colectivos, publicaciones y eventos de carácter puramente anarquista.
Actualmente, la forma de lucha de estos grupos, en una marcha o una manifestación, es la de atacar al gobierno de manera más directa, utilizando la violencia; ya que, para ellos el gobierno siempre ha tenido el monopolio de la violencia para él mismo.
Contrario a lo anterior, lo que estos grupos de encapuchados dicen representar, contradice a la doctrina anarquista, la cual es totalmente anti violenta. Como lo describe Toño Fraguas: Si es violento no es anarquismo, ya que para él “la violencia es injustificable desde las teorías anarquistas, porque toda violencia supone el ejercicio del poder y es precisamente el ejercicio del poder contra lo que lucha el anarquismo”.
El anarquismo no es esencialmente violento. Así, quienes actúan con lujo de violencia actúan de una manera contraria al anarquismo, contradiciendo todo aquello a lo que dicen combatir y actuando como fascistas; que no es otra cosa, más que colectivos o un movimiento político al servicio de un Estado totalitario y antidemocrático.
Es así, como se puede entender la actuación porríl, vándala y hasta pirómana, de los encapuchados que protagonizan las escenas de destrucción, saqueo y violencia, infiltrados durante las marchas y las movilizaciones de protesta.
Como agentes al servicio del Estado, el cual se muestra premeditadamente impávido ante las acciones violentas, ya que en el fondo busca crear una situación de miedo o psicosis colectiva sobre la ausencia del Estado, para generar una mayor exigencia y dependencia a su protección y la justificación del uso coercitivo de la fuerza.
Tal parece que el gobierno de López busca sembrar en los ciudadanos la necesidad de establecer un estado totalitario y controlador, generando una psicosis sobre la amenaza del caos. Eso es lo que explica su inacción y aparente miedo a actuar, para poner orden y salvaguardar la integridad de la ciudad, ante un grupo de jóvenes vándalos y encapuchados, que difícilmente se portaran bien, invitándolos a pensar en sus mamacitas.