Que nadie se equivoque.
Mario Delgado Carrillo no ganó la tercera encuesta para elegir dirigente de Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Ganó Marcelo Ebrard Casaubon.
Sí, el Carnal Marcelo, el amigo de Andrés Manuel López Obrador, quien es el candidato natural a sucederlo en la presidencia en 2024.
Delgado Carrillo es sólo un instrumento, un operador, que sirve al vicepresidente –sí, ya sé que en México no existe ese cargo-, secretario de Relaciones Exteriores oficialmente, pero secretario de Gobernación, de Economía y de lo que se ofrezca en la práctica.
Es el hombre de confianza de Andrés Manuel.
Es su compa.
Es su carnal.
Delgado Carrillo ha estado siempre a la sombra de Ebrard Casaubon.
Fue su secretario de Finanzas y secretario de Educación en el gobierno del entonces Distrito Federal.
Y fue un precandidato fracasado a relevarlo en 2012.
Como no levantaba, no tenía carisma ni personalidad para ser político de grandes ligas, no despuntaba en las encuestas, Marcelo escuchó las sugerencias de los analistas, los columnistas, que le aconsejaban sólo voltear hacia la Procuraduría General de Justicia, donde Miguel Angel Mancera Espinosa era una revelación.
Así lo hizo y Mancera ganó con el 66 por ciento.
Ciertamente, con la marca AMLO como carta de presentación, tal como sucedió en 2006 y en 2018.
Decenas de cargos ganados han sido por el arrastre del tabasqueño, siempre candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), hasta que fundó su partido-negocio, llamado Morena.
Por eso la victoria dada a conocer ayer por el Instituto Nacional Electoral (INE) no es de Delgado Carrillo.
Es de Ebrard Casaubon, avalado, por supuesto, por López Obrador.
Ahora, el canciller-vicepresidente se dedicará a definir su estrategia para las elecciones intermedias de 2021, en las que estarán en juego 15 gubernaturas, la mayoría en la Cámara de Diputados federal y más de mil 800 cargos municipales.
De eso dependerá el futuro de Morena y de México, porque debe integrar sus redes para enfrentar el desafío en 2024, donde parece el seguro candidato de Andrés Manuel.
El resultado también significa una derrota para Claudia Sheinbaum Pardo, quien soñaba con ser la abanderada dentro de cuatro años.
Su grupo, donde están Bertha Luján y el líder interino de los morenos, Alfonso Ramírez Cuéllar, perdió.
Sólo una auténtica tragedia evitará que Ebrard Casaubon sea el candidato presidencial de Morena.
López Obrador se la debe.
En 2012, pese a estar mejor posicionado en imagen, la primera encuesta de las que hoy son comunes para regalar candidaturas y triunfos, como el de Delgado Carrillo, fue ganada -eso dijeron- por Andrés Manuel.
Y Ebrard Casaubon tuvo que apechugar, aceptar, ceder ante su jefe y padrino.
Se hizo a un lado, pese a que sabía que era mejor calificado.
Era visto como un izquierdista moderado.
Curiosamente durante su gobierno en la ciudad la percepción de seguridad era mayoritariamente positiva.
Cuando se fue se descompuso.
Andrés Manuel y Marcelo se conocen a fondo y se deben varias.
Cuando Ebrard fue destituido como jefe de la policía capitalina por Vicente Fox tras el linchamiento y asesinato de dos policías federales preventivos en San Juan Ixtayopan, Tláhuac, a donde no llegó para atender la emergencia “porque está muy lejos”, Andrés Manuel lo rescató como secretario de Desarrollo Social.
Y luego le dejó la candidatura.
El gobierno de la ciudad.
En 2017 Ebrard fue rescatado nuevamente por López Obrador.
Enrique Peña Nieto lo perseguía porque lo acusaba de filtrar la información de la Casa Blanca, esa que pagó Angélica Rivera con el sudor de su frente como actriz, y lo acosó, le cerró el paso a cualquier candidatura que significa fuero -protección ante le persecución política- y tuvo que refugiarse en Francia.
Andrés Manuel lo incorporó a su equipo, cuando vio que ya no había riesgo y cuando ya había negociado con Peña Nieto, quien prefirió reconocer su inminente victoria en 2018, que dejar pasar a Ricardo Anaya Cortés, del Partido Acción Nacional (PAN), quien siempre amenazó con enviarlo a prisión, sin importarle abandonar al pobre candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), José Antonio Meade Kuribreña.
¿Verdad que no ganó Mario Delgado?
Vámonos:
-Lo que más, más me importa es que no haya fallecimientos, que no haya más fallecidos, dice Andrés Manuel.
¿Y entonces?, digo yo.
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