El Johnny Barrancas, fingió demencia cuando le preguntaron que a quien miraba, su carnalito Ramiro le refirió al oído ¡eh Juan te hablan! pero parecía que no escuchaba, estaba alelado, apendejado en una palabra, casi se le caía la baba, cuando sintió un golpe en la cabeza de alcornoque, como si le hubieran dado un quedo, un puñetazo en la mera coronilla, o al menos fue lo que pensó, que le habían pegado en el mero chacra de la coronilla y cayo para atrás dándose un batacazo en el equipal donde había estado descansando hasta que apareció la visón de aquella chica con su pelo mojado, su pecas y esa sonrisa que prometía felicidad, aventuras rudas, fuera de serie…
La mente nublada por los fermentos de frutas del lugar sagrado del ocelote, empezaron a cobrar facturas, ahí en la laguna en aquella húmeda y tropicaloza zona cafetalera el Barrancas contemplaba extasiado a Gaya, la Madre naturaleza, la exuberancia de los helechos, los carrizales, alrededor del límpido cuerpo de agua, con su juncos y flores multicolores, que se movían al vaivén de un plácido airecillo, que lo reconfortaba a los mortales en aquella armonía, que no se la podía creer.
Paso una parvada de pájaros negros y como ráfaga recordó las pinturas hiperrealistas, los cuadros urbanos de su barrio San Luca Matoni, donde los chicos malos, se ponían a inhalar los solventes para amedrentar y talonear a los majes, los malandrines en la esquina con la matona esperando al atolondrado para pararlo de cabeza y echarse a correr por las callejuelas del barrio negro, saltar al tren de carga, subirse a la vía de escape e irse de trampero para evitar ser alcanzados por los cuicos con su charola cuando entraban en la patrullas.
Lo que le rompía el corazón era cuando pasaba por el drenaje a cielo abierto, con aquellos olores inhumanos de aquel río muerto, donde vertían los residuos industriales y aventaban a los infortunados muertitos que por venganza o riña echaban como costales, para desparecer la huella de la maldad, de otro asesinato, aunque luego saliera inflado, descompuesto a flote de las aguas pantanosas y descubrieran en el barrio a quien hace días estaba desaparecido, como al Cheo, que lo reconocieron por sus converses y la talla, desfigurado, descarnado como el fantasmagórico Edi, el sobrenatural integrante del Iron Maiden, el grupo de rock metal que se escuchaba en las noches de rabia, muerte y luna llena…
La luna que completa se reflejaba en el manto de aquella laguna sagrada con las estrellas en medio del canto de los grillos, el vuelo de lechuzas y el casi silente caminar del felino idolatrado por los antiguos pobladores, ya iba caminando el Barrancas en aquel onírico y mágico paisaje, cuando de la caída de la cascada surgía aquella chica que se le quedaba mirando fijamente al tímido del Juanito Alimaña, quien hipnotizado iba generando sueños guajiros, caminaba por sobre la superficie de la laguna e iba a su encuentro, hasta que sintió el balde de agua fría en su carota, el sueño había terminado, su compa el Ramiron diligentemente después de moverlo se había cansado y mejor consiguió una cubeta para despertarlo de aquella visión a ya casi el mediodía, ¿qué paso ontoy? No seas cargado compadre, –reclamó el Barrancas al Ramirobsky–, ya que iba al encuentro de una morra, era un ángel, que para que te cuento, un sueño, parecía una diosa. Aaahahaha bájale mi Barrancas, a lo que venimos, a lo que te truje Chencha, que hay que ir a la radio cultural que nos invitó, ya no te acuerdas o que, ya va a comenzar el debate, la celebración y el guateque. ¡A chinga! Si ya recordé andamos por Teocelo, la tierra del dios jaguar, ayy mi Ramis soñé con una morra, pero me duele la frente como si me hubieran dado un estate quieto, pues si valedor te pasaste de chorizo y que te pegaste con una madera del techo que se desprendió en la mera coronilla cuando llegaron una vato y una morra en la estancia de la Quinta donde nos estamos quedando a dormir, lo bueno es que yerba mala no muere ya me estabas preocupando…
El auditorio estaba todo lo que daba, en la mesa del centro había un rotulo de “Feliz Aniversario Radio cultural y Campesina Teocelo” y ya estaban los participantes del aquel extraordinario encuentro de locos, hablando de que era un medio de comunicación a toda madre, por aquellas rudas y hermosas poblaciones, de la Sierra del mágico Veracruz, porque podrían comunicarse de cerro a cerro los paisanos, que si se perdía el ganado, un aviso, que ahí lo encargaban, que las fiestas de los santos patronos y todo tipo de informaciones, aquello era increíble, una radio que servía a la población y que además era operada por los mismos lugareños que sabían lo que le querían, para pronto, que sabían por donde les dolía o lo que los emocionaba, algo que por la selva de concreto le decía el Barrancas ¡esta cabrera y chirindongón mi Ramis!
Las charlas se fueron en lo que canta un gallo y la tripa empezó a chillar a todo lo que daba, además la resaca ya empezaba a taladrar la cabezota de los compadres, por lo que decidieron ir a echarse unas cebadas bien helodias y, se fueron haciendo olas por las callejuelas de aquel poblado, que como les recordaba las páginas del Macondo de “Cien años de soledad” del colombiano, Gabriel García Márquez. Ya sudaban caminando rumbo a un expendio más cercano de chelas, cuando las de caminar los llevaron al panteón de la comunidad, donde al pie de la entrada del camposanto, para continuar con su insana costumbre, el Barrancas, atisbo que los muertitos o vivillos mortales bien coleados, anduvieran por ahí para prenderle “las colas al diablo” y fumarse aquellos cigarrillos verdes y olorosos que le calmaban la ansiedad y el latir salvaje de su corazón, cuando sin darse cuenta, ya estaban frente a la capilla, donde cubierta por flores y veladoras una Virgen con su negro manto, los atrajo magnéticamente hacia su rostro, era una mirada desconsolada, de melancolía, de tristeza por el ser querido que ya nos esta con nosotros, cuando que empezaron a lagrimear sus grandes ojos, la estatua casi viviente, parecía que sollozaba y murmuraba algo que no entendían los compadres que se quedaron mudos, paralizados, pero esa es otra historia….