El Juan Barrancas se acordó de cuando se quedo quietecito, casi sin resollar, en posición fetal, extenuado, y recordó la corretiza que le pusieron unos vatos allá por el Molinito de Naucalpunk, todo por impulsivo, pero ahora estaba ahí maniatado y amarrado de los pies, ataviado como un guerrero chichimeca, con un taparrabo, unos pectorales de piel y obsidiana, y ahí en la cima de la pirámide del Rey Xólotl, también totalmente desconocida en su arreglo la Sofía, quien parecía estar en un trance susurrando algo, como si repitiera un mantra, resplandeciente de luz y danzando de un manera sutil, que la hacía levitar, como elevada del montículo, mientras era observada diríase venerada, por toda la tribu que seguía bailando cual chinicuil, cual remolino incansable alrededor del monolito glorificado a la Serpiente emplumada, Quetzalcóatl, era un slam como el alguna ocasión se había reventado el Jhony en el extinto Toreo de Cuatro Caminos alguna ocasión, cuando toco Mano Negra con el Manú Chao, aquella sí que había sido una tocada memorable, llegaba a los neurotransmisores del baúl de los recuerdos, la playera negra con la estrella roja y una mano negra estampada había quedado echo jirones, en una noche de verano. Como la vivía en medio de la fogata que sacaba chispas y humo que se elevaba a las estrellas, bueno, ¡haber a que hora me desatan, está bien que soy gente de paz, pero no para que me tengan amarrado como a un puerco, hijos de mi corazón! Y como si le hubieran leído la cochambrosa mente, un muchachón pintado de negro y blanco cual muerte del inframundo se acerco con un cuchillo de pedernal, pasándoselo por el cuello, por el pecho, para que en un movimiento rápido, en un dos por tres, estuviera libre de sus ataduras y volviera a la normalidad. Se desentumió, estiró brazos y movió las extremidades inferiores y busco sus tanques tumba banquetas, ya se le hacía tarde para meterse al baile nocturno. Princesa Chofis estás increíble como me recetó el doctor, se dirigió a su jaina, pero esta imperturbable ni lo fumó. No te hagas la que acá esta tu ring cromado, gordita. Estas pero bien suato Barrancas, le respondió con una voz diferente a la conocida, era fría e imperativa, ve bajando a tu calentura Juan, porque ya estoy pedida y dada, me voy a matrimoniar con el príncipe Cacama, pa tu información, así que ahuécale, lo nuestro ya fue y colorín colorado este romance se ha acabado. Las palabras dejaron estupefacto al Barrancas, la historia volvía a repetirse otra chiquilla que se le iba viva y ni hacerla de tos, porque ya la veía bien acaramelada con otro vato quien la tenía bien apergollada, o mejor dicho bien amacizada, por donde ya adivinaron. El Barrancas, ahora sí que se canso de rogarle, se canso de decirle que él sin ella de pena se moría, ya no quiso escucharle y sus labios se abrieron fue para decirle otra vez ya no te quiero, el Barrancas, sintió que su vida se perdía en un abismo profundo y negro como mi suerte, como que la Chofis quiso regresarse, pero ya estaba escrito que el Barrancas perdiera su amor ¡pinches perras soltó! y lagrimearon sus ojitos rojos. El bateado bajo la escalinata y se metió al slam a romper casacas, les empezó a cargar calor a todo el que se atravesaba para sacar el dolor que traía por dentro, no podía con él hasta que su humanidad le pidió paz, un receso. Esa historia ya se la sabía pero no aprendía, en su mente regresaban los episodios, cuando aquella jaina después de zumbarse un pozole en el potzolcalli de Tequexquinahuac le soltó: ya no te quiero, ya estuvo, ya no me busques, los zapatos ni a fuerzas. Y el Barrancas, le había respondió que no había tos, que le agradecía como dice la rola, gracias amor por los buenos momentos duele pero así es la vida. El duelo habría de durar muchas lunas para que dejara de sangrar el corazón espinado. La mente del Barrancas era un remolino como el slam, sin sosiego se dirigió a donde los guerreros se habilitaban del néctar de los dioses, agarró su jícara y se puso a inflar como gente grande, se quería reventar y después de chocar la jícara con los extraños hasta hacerla polvo se quedo todo jetón, mientras su mente en la tierra de los sueños, lo traslado de nuevo hasta el Bronx de Naucalpunk. En un baldío semiderruido, ahí estaba escuchando a la banda de los Muñecos, el Tex-tex: “Me dijiste que mi vida no tenía sentido pata ti/si tus labios y tus ojos se alejaron poco a poco es mi fin/ tuve ganas de abrazarte y nunca más soltarte de mi ser/ pero ya estaba escrito que tenías que abandonarme sin querer/ Que voy a hacer si ella se fue/ yo le quise dar mi vida pero estaba decidida y se me fue/ me sentí un caso perdido y tuve muchas ganas de llorar/ pero estaba un conocido se me acerco como un amigo y me aguante/ desde que te fuiste yo vivo penando…. Y penando hasta el queque el Barrancas se acerco con unos pachecos que fumaban un churro tamaño velador, como para toda la noche, el olor a cannabis era penetrante y se quería anestesiar ya no la aguantaba cual jinete de la noche, se formo en la fila para darse las tres, pero fue de manera infructuosa, los vatos se pusieron bien avariciosos y no corrieron el tábiro de la Juana. Ahí comenzó el debraye, el Barrancas bien peinado, le dijo que eran unos culos que si no sabían nada del espíritu de Heilly Selasi, donde todo era hermandad y la ganja era para todo el personal, que sí ahí estuviera el padrino de las buenas vibraciones, el Bob Marley les borraría su estampa y que él como sus representante, les podía decir que fueran con su chepinche madre por ojetes, como que no se mochaban con la mostaza, eso era un sacrilegio para la legión de los rastafaris. La respuesta no se dejo esperar y de los empujones, se soltaron unos quedos amansa-brutos y que llega rescatarlo un valedor que con sus casi dos metros de altura y facha de pocos amigos, abrió a los que ya se le abalanzaban para salir pies en polvorosa del toquín. Corrieron con suerte porque los rocasos que salieron por el aire no los alcanzaron y ya se quedaron en el hoyo fonky, mientras que el Barrancas y el Rodolfo y también Ramiro con la lengua y casi el bofe de fuera, decía ¡ya estuvo, ya estuvo! Ya me canse vamos a comprar unas chelas, que del susto ya me dio sed. Los corredores aceptaron la invitación y se fueron a comprar unas caguamas a una tienda que siempre hay por ahí providencialmente y comenzaron a bajar el contenido de la cebada a discreción, ¡Vamos a otra tocada allá por Viveros de la Loma! soltó el Rodolfo, la pandilla secundó y salieron del barrio para sortear la zona industrial a bordo de la combi, donde los obreros ya regresaban a casa bien puteados después de una semana de ardua y culera explotación. A la hora ya estaban ascendiendo a la loma urbanizada cuidándose las espaldas y de los chocorroles que pasaban en las patrullas vicentiándolos hasta que dieron por la tocada, se escuchaba un rock de la güera, de la Charly Montana, la Yuri del rock, y casi alcanzaban el derrotero musical, cuando les salieron unos vatos para cobrar el peaje, no eran bien recibidos, los quisieron bolsear y de nueva cuenta los madrazos y botellazos los pusieron a entrenar para las olimpiadas, la bajada fue más rápida que la subida para nada. Sacados de onda los tres alegres compadres caminaron para la tierra de en medio, arribaron después de un rato, ya era casi la media noche y tuvieron que caminar, nadie los quería levantar, la caminata por la oscuras calles era irrumpida por lo perros que ladraban a su paso y cuando iban dando vuelta en lo que todavía era el Cine San Carlos, los intercepto la patrol, los basculeó y como no había delito que perseguir, sin haberles encontrado nada de valor los dejo que siguieran su sendero, casi era el colmo, no era su día. Los amigos decidían ya, cada uno, como dice el sabio refrán: aquí se rompió una jerga y cada quien se puede ir a la ver….dura cuando al Ramis se le aloco la calabaza y empezó a gritar ¡quiero una mujer! Cueste lo que cueste, tope lo que tope, quiero una mujer. El Barrancas, le respeto: No sabes lo que dices, puras traiciones vas a tener. El Rodolfo que quería seguir el cotorreo dijo las palabras mágicas, La Gardenia. Los pasos se encaminaron hacia la zona industrial alejada de la ciudad ahí estaba el putero y si el Ramis se discutía no podían más que solidarizarse en su sentimiento, complacerlo. Ya habían ordenado unos tequilawers para entrar en calor, cuando se dieron cuenta que los tragos sabían a rayos peor que marrascapache y empezaban a marearse intempestivamente, reaccionaron. Estos gueyes nos quieren chamaquear el chupe esta adulterado, apuntaron casi a la unísono, ¡Vámonos a Chingapur! ya será para otra ocasión el encuentro con las damiselas, dijo dolido el disparador, es lo mejor, saco una tarjeta y pago las perlas de la virgen los chupes, para que se levantaran para salir del tugurio cuando de afuera se escucharon estruendosos balazos que les hicieron que se les bajara la peda y se tiraran al suelo y se quedaran pensando que no debían de haber salidos de sus cantones, cuando ya también se escuchaban la sirenas de unas patrullas, pero esa es otra historia…