La economía mundial se mantiene débil, destacando la pérdida de dinamismo en las economías emergentes y el crecimiento lento de la zona del euro y Japón.
La actividad económica en Estados Unidos continúa expandiéndose, particularmente por la fortaleza de la demanda interna privada, a pesar de que la actividad industrial se encuentra deprimida debido, entre otros factores, a la apreciación generalizada del dólar y a una menor demanda global.
El mercado laboral en dicho país sigue mostrando una recuperación, particularmente en el sector servicios y se perciben signos de un mayor crecimiento de los salarios.
La inflación se mantiene en niveles bajos como reflejo de la evolución de los precios de la energía y de la apreciación del dólar. Sin embargo, la Reserva Federal espera que la inflación aumente a niveles cercanos a su meta en los siguientes dos años.
En este entorno, dicha institución recién incrementó su tasa de política monetaria, como era ampliamente esperado, y señaló que los incrementos subsecuentes serán graduales y continuarán dependiendo de la evolución observada y esperada del mercado laboral y de la inflación. Por su parte, el Banco Central Europeo relajó adicionalmente su postura monetaria para enfrentar una dinámica de inflación más débil de la prevista y apoyar el crecimiento de la región