¿Y si buscaran a los miles de mexicanos desaparecidos como a los cuatro estadunidenses levantados en Matamoros, Tamaulipas? Bastó con que la Casa Blanca calificara de inaceptable el secuestro de cuatro de sus ciudadanos para que Andrés Manuel López Obrador pusiera a trabajar a los corruptos y mafiosos cuerpos policiacos mexicanos.
Y tuvo que ceder a la presión para que los agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI) intervinieran y llevaran el mando.
Por supuesto, lo niega.
Pero así es La noticia del hallazgo del grupo de amigos comenzó a circular al amanecer y llegó en plena conferencia de Palacio Nacional.
Rosa Icela Rodríguez recibió la llamada de Américo Villarreal cuando estaba en el estrado.
Lo comentó con los secretarios de la Defensa y de Marina, Crescencio Sandoval y Rafael Ojeda. Y Andrés Manuel ordenó que lo informara.
En vivo, como si fuese espontáneo y no actuado, el mundo se enteró de que los estadunidenses fueron hallados y que dos están muertos.
La presión, insisto, dobló al gobierno mexicano.
Las principales cadenas de televisión y sus noticiarios no dejaron de abordar el tema y darle importancia. López Obrador los criticó.
En Washington, donde han visto caer a miles de soldados a lo largo de su historia por invadir naciones con el pretexto del combate al narcotráfico, también se decían alarmados. Por supuesto, una vida es importante.
Un escándalo político y mediático que Andrés Manuel pretendió minimizar, pero que le estalló en las manos.
La estrategia desde Palacio Nacional y desde el Antiguo Palacio del Ayuntamiento es explotar políticamente el caso Cártel Inmobiliario conforme a los tiempos electorales.
Así, la información, las capturas y la negativa a otorgar licencia a Christian Von Roehrich, ex alcalde de Benito Juárez y diputado capitalino por el Partido Acción Nacional (PAN) se han dosificado para acomodarse a los tiempos electorales.
Basta recordar que en el Estado de México habrá elección el domingo 4 de junio y que en 2024 estará en disputa la Presidencia de México.
El objetivo es acabar con el PAN.
Minarlo, acabar con su popularidad, que ha crecido en la Ciudad de México y, especialmente, en las alcaldías que gobierna.
Basta recordar cómo en 2021 la capital del país se partió entre izquierda y derecha. Nueve de dieciséis alcaldías son gobernadas por la oposición y eso tiene preocupados a Claudia Sheinbaum y a Morena.
Por eso quieren golpear al panismo.
Porque saben que la elección de 2024 no será fácil y que el sector de clase media y alta no les apoya.
Por eso el enojo de López Obrador en contra de quienes no le apoyan y que le apoyaron en 2018 cuando ganó con 31.1 millones de votos.
Con 25 millones de personas que reciben dinero del erario, que no del bolsillo de Andrés Manuel, lo que califica como “estrategia política, porque cuando se necesita su voto lo dan”, tratará de compensar esa pérdida de quienes le creyeron y hoy ya no.
El voto duro de López Obrador fue siempre de entre 15 y 16 millones.
A Von Roehrich ya lo tienen ubicado, pero por estar en un estado que gobierna el PAN se detienen. Lo detendrán cuando se requiera.
Vámonos: ¿No que este gobierno ni sabía de Pegasus? Acusan espionaje al defensor de Derechos Humanos de Tamaulipas, Raymundo Ramos.
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