La guerra criminal del Supremo Gobierno contra los descarnados y mutantes traía zombi al Juan Barrancas, ya ni desdoblarse con chinchol o siguaraya lo serenaba e irremediablemente sus pasos, su mente lo conducían a la Ciudad Amurallada y se paseaba por las empedradas callejuelas donde había reinado el Gran Tlatoani Xólotl, esperando encontrar la paz llegaba a aquel callejón donde siempre lo recibía la gitana, de la raza calé, en el tronco, donde se sentaba el “Gato Negro” y donde los eucaliptos, los olmos y un pino regalaban una sombra y el horizonte una vista anaranjada rojiza de los ocasos donde de chavo cazaba poder, y atento escuchaba las páginas del pasado de su raíz viviente, las aventuras de una flamenca, por ponerse siempre al tú por tú con la canija vida, ahora la charla era quien sabe por qué de las comilonas que el viento del siglo veinte se llevo.
Era una señora de Oaxaca en San Joaquín, mi Juan, ella hacia unas gordas de masa martajada, redondas de buen tamaño y ni siquiera grasa les ponía, de lo mismo grueso que eran las habrían a la mitad y les ponía sal y salsa y un jarro de atole de puscua, que era de maíz cocido, sin leche un atole blanco, así te los sirven, cocían el maíz, era nutritivo, ¡sabroso!, ¿hace cómo cuánto? Reviró el Barrancas, pues como catorce años, le respondieron ¡assiii jajajajajajaja! No pues imagínate he de haber tenido como catorce años confesaba la nonagenaria cabecita blanca, eso para los “dieciocho” que tengo, es muy poco, pero le decían a doña Tomasita, Tomasita yo quiero cuatro, yo quiero seis, van seis jarros de atole decía y la chamaca que le ayudaba, y les servía en unos jarros muy bonitos de loza y tu pedazo de piloncillo, tu atole tu gorda con salsa, imagínate que contraste, el atole blanco, el piloncillo y la salsa que picaba y costaba como cinco centavos, el atole era blanco, blanco, haz de cuenta que tenía leche bien rico, con eso tenías para medio día, luego era tanta la gente que compraba que íbamos a desayunar el local se hacía pequeño, en el quicio de la banqueta se sentaban las personas, muy orondas se echaban su jarro de atole, bien sabrosos.
Después caminabas tantito para adelante ibas con don Lorenzo, quien tenía su puesto de barbacoa, le pedias dos tacos dorados, dos tacos por cinco centavos, los servían con una salsa de chile pasilla, como decir el que usaban para la salsa borracha, tantita salsa y tantito queso ayy para que querías más, en ese tiempo te servían tu vaso de consomé, que no era de unicel como los de ahora, eran platitos como cazuelitas hondas y te dabas unos almuerzos.
Las tripas del Juan Barrancas empezaron a gruñir pero se aguantó como los revolucionarios de 1910, pero luego le caminabas para las calles de Beethoven, continúo la Gitana, ibas con doña Pachita, mi tocaya, que te servía un caldo de pollo, mmmmmmm no le ponían mucha verdura, elote, una calabacita, una zanahoria, según la pieza de pollo que pidieras, muslo pierna, huacal, rabadilla, ala, todo era de acuerdo al precio, lo más barato era el ala, de muslo, pierna un poco más. Eso era con doña Pachita, sobraba donde ir a almorzar, por ejemplo el día que te podía echar el lujo, empezabas por el atole, seguías por el caldo por las tripas, lo que se te pegara la gana y te dabas unos agasajos de aquellos jajajajajajajaa!
El tiempo parecía estacionado en una película en blanco y negro del cine de oro mexicano, cuando la ciudad de los palacios emergía y no había narcoterror, la voz de la “ diciochoñera” vibraba como si estuvieran ahí en el ex Hipódromo de Peralvillo, y la estación de radio XEW, rifara los éxitos que se volvieron época, con Emilio Tuero, Néstor Neira Chávez, ya vendrían Agustín Tin Larín, Toña La Negra, María Elena Landín.
Ahí pegadito a lo que era el Cine Bravo, allí era donde tu abuelita, donde mi mamá, se compraba su gordas de chicharrón, eran bastante gruesas y te las servían con salsa de molcajete, de chile cuaresmeño meco y casi nada de tomate, le ponían mucho ajo y sal y ¡pácatelas! molcajeteaban la salsa bien sabrosas, también las gordas eran a cinco centavos, ¡ahora cuentan quince pesos¡ ilustro el Juan, quien mentalmente se zumbaba “una gorda de tlales”.
A la vuelta lo que eran las calles de Chopin y Debussy, continuaba el relato de manera urgente la churumbela de España, bueno así se alucinaba un rato la madre de cinco, había una carnicería donde vendían rellena que colgaban de lado a lado, pero que sabrosa, para uno de chavo ¡¿qué colesterol? ¡Ni que triglicéridos! ni que la madre Conchita, nada de eso compraba mi mamá un kilo y medio de la famosa rellena, en una cazuela de barro la ponía con agua y manteca para dorarla, suficiente cebolla y chiles cuaresmeños partidos en rajas ¡mmmnooo chiquitito para que más! y luego tortillas calientes había comidas muy sabrosas, ahora que te mandan al Vips al Chilis ¡no sin comparación!
La parienta literaria de Laura Esquivel, sí la de “Como Agua para Chocolate”, ya entrada en recomendaciones culinarias gastronómicas prehispánicas, se echaba otro manjar al plato ¡Tamales sabrosos los comíamos también con una señora que se llamaba Pachita! en las calles de Marte y Sol en la colonia Guerrero, ibas temprano porque se acababan pronto, ¡eran unos tamalazos ¡de muy buen tamaño, lo que era famoso era el atole champurrado, que lo hacía con cocoa y chocolate y endulzado con piloncillo, ahora la gente ya no usa la cocoa ni el piloncillo, porque hay dos clases el güero y el amelcochado que era en cuadros prieto oscuro instruía la avezada muchachona de las nueve décadas… otro lugar donde había una buena barbacoa era por el Mercado de Martínez de la Torre, por las calles de Zarco, le llamaban “La Casa del Árbol”, te servían tu consomé en la cazuelota de barro, de ahí era la famosa Chanfaina, que se hace con vena, bofe, y corazón, todo eso se prepara en una especie de mole de olla, a veces no sabes que comer, pero todo va de acuerdo al tiempo, mi chavo recetaba al Barrancas, al bolsillo, porque lugares hay muy buenos, ya no como antes, que con poco dinero llenabas la barriga, comía uno muy bien, yo puedo decir que mi dieta fue como china, –¡ah chinga resopló el Juanito–, pero en la casa nunca faltaba el arroz y frijol, era la dieta del pobre, es como ahora que ustedes usan que sus jeans, pantalones de mezclilla de peto, pero el pantalón antes más famoso era el de la mezclilla de Parras Coahuila, ahora dicen los Livais, pero sin comparación, mi chavo ¡para que me entiendas Méndez o te explicó Federico! le sentenciaba la gitana, ¡ora malora no se mande jefa!
Las personas que conocieron la avenida Ángela Peralta, seguía el tour de la juventud, porque así se llamaba del Correo Mayor a las calles de Donceles, era Ángela Peralta, luego la colonia Santa María, lo que es ahora el Eje Lázaro Cárdenas, de un lado y de otro había muchos antojos, Cafés de chinos, pasabas por el Teatro Folis, lo que es hoy el Tenampa, la que todavía esta y es viejísima es la Panadería El Camino, esta frente al Teatro Blanquita y la escuela La Corregidora en las calles de-dee ya se me van los nombres ajajajajajajajajajaj entre Perú y luego sigue Belisario Domínguez , después camina y ya llegas a lo que es el Tenampa, sobre lo que era la colonia Santa María, estaba el Café Shanghái, el Café León, el Ismael, puros cafés de chino donde el platillo especial aparte del café y el pan, eran “pichones” cuando pedías una orden y te servían uno completito, con unas papas redondas doradas… el que no probo los “huesos” de las carnitas de un lado ya ni modo, los que dan ahora, que llaman un chamorro que te dan en treinta y cinco pesos, donde vendían las cascaritas de pambazos, que los doraban en la manteca decías me da un “hueso” de a peso, o sea el chamorro y también salsa pico de gallo en un papel de estraza, cada mamá le daba a un escuincle un peso y con eso ya cenaba y sabroso en los cuarenta tantos….
Yo conocí al presidente Adolfo Ruiz Cortines, de persona, era un señor que caminaba sobre la avenida de Madero, solo sin guaruras, entraba a la misa de la Iglesia Profesa, yo ahí lo conocí nos sentamos en la misma banca, que está en Francisco I. Madero y Bolívar para que veas que también había presidentes que también les gusta ir a misa… pero esa es otra historia.