NAUCALPAN, Méx.-En el Parque Revolución de Naucalpan se rinde homenaje a Zapata, Villa, Madero, Carranza y Cárdenas, cuyos bustos se elevan sobre columnas blancas, que de lejos parecen más altas de lo que son, pero también se ofrece tributo a la música, que sirve para despedir al familiar en su última morada o recordarlo el día de muertos, para reconciliarse con la novia, intentar evitar un divorcio, y si no se puede, para celebrarlo con canciones de Paquita la del Barrio.
Tarde de sábado de primavera en San Bartolo.
Dentro de las rejas que rodean el espacio recreativo, un payasito vestido de amarillo, alburero y cábula, hace reír a unos a costa de otros y viceversa; afuera, sobre la calle Parque, se encuentran los mariachis y los grupos norteños, esperando un cliente como lo han hecho desde hace aproximadamente 25 años, según nos cuentan Adán García, José Santos, Jaime Trejo y Magdaleno Ruiz, todos dones.
De bigote sonriente y sombrero de fieltro negro con alas levantadas, don Adán, del grupo Los Cuatro de la Sierra, nos dice: “Anduvimos dando vueltas en las cantinillas, en los restaurantes, en los bares. Llegábamos aquí a sentarnos a descansar y de repente caía uno que otro clientecito, y así pasaban a vernos”.
“Somos de los que iniciamos –nos narra por su parte don José del mariachi Águilas de Bronce–. Cuando llegamos a San Bartolo, nos dedicábamos al talón, osea al mercado, las cantinas, con la intensión de hacer base en el parque. Antes era puro borracho, perros, ahora es diferente”.
Sin bigote y sin sombrero, don José accedió a ponerse el moño charro, blanco y brilloso, junto a sus siete compañeros para una fotografía, los instrumentos ya estaban guardados en una camioneta lo suficientemente grande para llevar una serenata de tres mil pesos la hora a Santa Fe.
Don Jaime, de Escorpiones de Sonora, y don Magdaleno, de Los Chaparrales del Norte, recuerdan que antes de trabajar aquí, lo hacían en el Pueblo de Los Remedios. “Nos subíamos y amenizábamos el festejo de la Virgen, empezamos a bajar a San Bartolo porque el sindicato estaba cerca, en la calle Ramos Millán, y ahí nos organizamos para venirnos para acá”, detalla Magdaleno.
Un grupo norteño con cuatro elementos, tololoche, bajo sexto, tarola y acordeón, cobra mil 800 pesos la hora, claro, se puede regatear y uno de los argumentos que siempre sale a relucir entre los músicos es: “ellos cobran más barato porque tocan mal”.
Son pocos grupos los que cuentan con mujeres. Luz María se inició en una estudiantina que tocaba en una iglesia y en bodas, llegó hace cuatro años a integrarse a Los Cuatro de la Sierra. Su hermano Salvador la presentó presumiendo sus virtudes: sabe cantar y tiene buen repertorio. Justo en ese momento llegó un cliente, sin mediar ensayo con el grupo, Luz María hizo su debut en unas mañanitas a la Virgen de Guadalupe en el paradero de El Toreo.
Ella es la que más sabe sobre las mejores canciones para la reconciliación. “Cuando están enojados con la novia, vienen y nos preguntan qué canciones les sugerimos, la que más me gusta es Gema, tú como piedra preciosa –empieza a cantar bajito pero su voz se distingue claramente en medio de la muchedumbre de sonidos–, como divina joya, valiosa de verdad… tuve una vez la ilusión de tener un amor que me hiciera valer… Esa nunca falla.”
Pero no siempre vienen por la reconciliación, también lo hacen por despecho, y ahí sí, duro contra ellas o contra ellos, con todo: “rata de dos patas te estoy hablando a ti”, es la que más piden las mujeres, y por supuesto, acota don Jaime, también hay canciones que simplemente son para chupar: “tragos de amargo licor que no me hacen olvidar”, o para decir leperadas a cielo abierto: “vamos a bailar el mono de alambre y el que no lo baile que… su madre”, expresa con todas las letras.
Algunos grupos vienen entre semana a ofrecer sus servicios, pero los días buenos son viernes, sábado y domingo, pueden “tocar una, dos o tres horas, si hay muy buena suerte hasta cuatro, y a veces ninguna”, nos comentan algunos de ellos con la misma variedad de cifras. La Semana Santa es la más “floja” para las serenatas, eventos y fiestas moleras. “Si son las siete y no nos han contratado, nos vamos a la casa”, nos dice Luz María.
Todo lo contrario es diciembre, el 12 es de los mejores días junto con el 10 de mayo, hasta por cinco horas pueden ser contratados, porque a La Morenita no se le puede fallar y en todos lados hay una imagen a quien cantarle Las Mañanitas, sitios de taxi, calles, comercios, paraderos de microbuses, dentro de los camiones y en mercados, donde en ocasiones hay que festejar a dos o tres.
“Hay una leyenda –nos comparte don Jaime–, la del hombre de negro, sé de muchos a los que les pasó. Un hombre viene, paga y nos dice que nos espera en un domicilio, pero es un velorio y quien contrató fue el muerto”.
La tarde se nubla pero no se le siente miedo a la lluvia después de vivir tantos aguaceros. Platicamos también con Alejando Corona, Canito; con Misael Martínez, que heredó las facultades de sus padres; con Lucio Reyes y sus tres hermanos, que casualmente forman Los Hermanos Reyes; y con Cirilo Pérez, quien nos habla de lo peligroso que es tocar ante un grupo de puras mujeres que han ingerido alcohol. Todos consideran que para ser músico se nace, si la naturaleza no te dotó de oído, no hay nada que hacer.
Con más de 70 años el Parque Revolución es parte del corazón de Naucalpan. Para la próxima vez que ande con ánimos de reconciliación o despechada, que quiera recordar u olvidar, venga y contrate un grupo norteño o un mariachi, la música la puede pedir para llevar o consumir aquí, sin ingerir bebidas embriagantes.