Parece que va a llover y yo sin chalupa para navegar con esta daga en el corazón
El Barrancas tenia insomnio desde que lo habían mandado a Chingapur con su santa madona, para que se fuera por unos cigarros u no regresar, primero lo trato de tomar con filosofía, pero la estaca que le atravesaba el corazón lo hacía caminar más lento, hasta su recia voz aguardentosa se había enfriado, apagado, andaba como zombi, sin rumbo, horizonte y eso no podía continuar, en otra ocasión, lo más fácil hubiera lo más típico, sería irse a echar unos tragos y desfogar esa hiel, la amargura que lo apendejaba.
Pero tenía que regresar a la batalla, corretear la chuleta, la liebre alcanzarla, porque la casera no perdonaba, había que pagar la energía eléctrica, teléfono, internet, gas, agua y párale de contar, la crisis perpetua del puto país lo aplastaba hasta el subsuelo, directo a las catacumbas.
Ojala que todo se parara y la vida corriera sin contratiempos, sin prisas, cavilaba, sereno moreno, pero se sentía como el Redrogo González, el Profeta del Nopal, cuando cantaba aquella rola que decía: “Me asomé a la ventana y vi venir al cartero/ me entretuve pensando en una carta de amor/ más no, no no era la cuenta del refri y del televisor/ Me asomé a la ventana y vi venir a Romeo/ me entretuve pensando en que venía a saludar/ más no, no, no/ eran 6 meses de renta que tenía que pagar/ Me asomé a mis adentros, sólo vi viejos cuentos/y una manera insólita de sobrevivir miré hacia todos lados/ dije Dios ¿qué ha pasado? caray muchacho!/ solo eres un asalariado/Por la puerta vi entrar mi mujer y mis hijos/preparó la alegría que nos va a acariciar/ más no, no, no la despensa y la escuela se tienen que pagar, pagar, pagar, pagar/ Pagar tus pasos, hasta tus sueños /pagar tu tiempo y tu respirar/pagar la vida con alto costo/ y una moneda sin libertad/ Suben las cosas, menos mi sueldo/¿qué es lo que se espera de este lugar?….
Pero tenía que regresar a la batalla a huevo, nada de rajarse, no se podía tirar al azote a estas alturas de la vidorria, quien sabe cómo lo haría, mientras tanto le hacía segunda al bolero clásico, del gran trovador Pedro Flores ya hace algunos ayeres: “Amor perdido si como dicen/es cierto que vives dichosa sin mi/vive dichosa quizá otros besos/te den la fortuna que yo no te di/Hoy me convenzo que por tu parte/nunca fuiste mía, ni yo para ti, ni tu para mí, ni yo para ti/Todo fue un juego/nomas q en la apuesta yo puse y perdí…
Así era la vida un juego rudo, más que divertido y el Barrancas había faltado a los entrenamientos, es más durante muchas temporadas se borró del mapa, no se tomaba en serio los horarios, los compromisos por cumplir, la contemplación era su placer mundano, observar la locura de la muchedumbre, por llegar y cubrir la metas, estar dentro de la ley, alinearse, persignarse, por la señal de la non santa cruz, desayunar a las horas y salir corriendo a encontrar el destino, lo suyo era campear de diletante, vago sin oficio ni beneficio, devorarse unas lecturas, fumarse unos churros y destrozar le lenguaje ¡qué ruede el mundo! ¿qué se va acabar? A mí que no me carguen el muerto, ¿la depredación ultra-salvaje de la naturaleza? Ya ven luego como abren la boca y se shockean por las lluvias torrenciales, pero no por los bosques arrasados, los ríos muertos, los mares contaminados, ¡llamen a Noé el de la Arca, que el diluvio nos está ahogando!
Se echan a perder las casas, los coches flotando en lodo, por las meadas del Dios Tláloc, que andaba libando pulque del chamaquero, degustando el néctar de los dioses como gente grande por la vida y desaguando la vejiga en los cielos mexiquenses como si fuera camello y yo que ni a de muertito sé nadar, regresaba el dolor, se movía la daga en el rojo corazón: “Fue un juego y yo perdí /esa es mi suerte/ y pago porque soy buen jugador/Tu vives más feliz/esa es mi suerte/¿Qué más puede decirte un trovador?/Vive tranquila, no es necesario/ que cuando tu pases me digas adiós/ No estoy herido y por mi madre/ no te aborrezco, ni guardo rencor/Por el contrario /junto contigo/le doy un aplauso al placer y al amor/que viva el placer, que viva el amor/ahora soy libre quiero a quien me quiera/¡Que viva el amor!…
El Barrancas ya no aguanto la opresión y empezo a lagrimear como niño de pecho por su teta, él que nunca dijo lloraría parecía Magdalena por el Cristo ensangrentado clavado en la cruz, hasta que le dio el desdoblamiento y vomitó lo que traía en las entrañas y quedo todo babeado, en un profundo sueño, de las tinieblas se vio mirando esa luz, un luminoso caleidoscopio que le prometía salir del paso, deudas, alejar la ruina, la pobreza, atraer clientes y dinero, con colores diáfanos, verde que se tornaba violeta, azul ultramarino, blanco y que se filtraban a su esencia, a la humanidad que le había tocado y que lo alejarían de aquel viaje, escuchando ese arroyuelo, los trinos de pájaros y ondas delta, sonidos de cuencas, ollas, silbatos que lo serenaron en la noche oscura que se presentaba, para emprender un nuevo inicio, pero esa es otra historia…