Primera de dos partes.
Para el proceso estatal de 2005, Arturo Montiel Rojas se decidió por el desconocido Enrique Peña Nieto, un priista que parecía panista. Su decisión rompió los moldes acostumbrados en los procesos de selección de los candidatos del PRI en la entidad. Uno de sus muchachos, un “Golden Boy” era impuesto a los hombres de experiencia y de reconocida trayectoria política. A pesar de la sorpresa y la incomodidad que pudo ocasionar, la disciplina del grupo prevaleció y salieron juntos a ganar una campaña que dejó a todos sorprendidos, una campaña que bien podía llamarse “nace una estrella”.
En las elecciones para gobernador del 3 de julio de 2005, el candidato de la Alianza por México integrada por el PRI y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Enrique Peña Nieto obtuvo 1, 801,530 votos, es decir el 47.57 por ciento; el candidato de la alianza del PAN con el Partido Convergencia (PC), Rubén Mendoza Ayala alcanzó 936,615 votos, es decir el 24.73 por ciento; por su parte, la candidata de la alianza “Unidos para Ganar” integrada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido del Trabajo (PT), Yeidckol Polevnsky, logró 918, 347 votos, lo que representó el 24.25 por ciento de los sufragios. La lista nominal fue de 8, 869, 630, con una votación total de 3, 786,929 sufragios.
Ni a melón supieron los adversarios a la desbordante campaña del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto. Solo juntos, en alianza PAN-PRD, hubieran vencido al candidato priista por apenas 53,432 mil votos. El joven político resultó un extraordinario producto para la mercadotecnia manejada magistralmente por los medios de comunicación, principalmente las televisoras. Fue un candidato con el que se construyó una campaña nunca vista en las estrategias electorales tradicionales; en un breve, cortísimo tiempo, un candidato carismático y guapo, prácticamente desconocido, fue colocado en la mente de la población, principalmente del electorado femenino, como un político prometedor, único e invencible. Los medios y el manejo radiante de su imagen, en pocos días lo colocaron en el ánimo de los electores.
Frente a la sorpresa de los partidos políticos, incluido el PRI, los medios afines magistralmente lo convirtieron en un político popular, casi una figura del espectáculo. De la mano de su pariente y mentor Arturo Montiel fue secretario de administración, diputado local y de ahí a la candidatura a gobernador. Una vez en funciones de gobernador, el paso siguiente fue construirle una imagen sólida. Su victoria del 3 de julio de 2005 marcó su ascenso en todo el país. Con la misma estructura electoral que lo ayudó a ganar la gubernatura, salió en apoyo de candidatos a gobernadores y presidentes municipales para hacerlos afines a él. Esa fue una cobertura territorial que se convertiría en una red de alianzas para favorecer su proyecto hacia la silla presidencial. Sin miedo alguno recurrió al mundo de la farándula para su lanzamiento y echó mano de artistas, cantantes y actrices. El pretexto fue promover a su estado en franca alianza con Televisa.
Si bien no fue el único que gastó recursos públicos para difundir su imagen, si fue el más exitoso. En entrevista, Jorge Ramos recordó a Peña Nieto que en un año se había gastado trece millones de dólares en publicidad, en apariencia promoviendo su estado. Bien vestido y mejor peinado, fue llevado a todos los hogares de las familias mexicanas; no solo fue promocionado como un candidato viable si no inevitable a la presidencia de México. Al interior del PRI nacional no había la menor duda, el líder de los gobernadores era el mexiquense que también contaba con alianzas en las cámaras legislativas. Con facilidad impuso como líder nacional del CEN del PRI, al ex gobernador Humberto Moreira, durante la sucesión de Beatriz Paredes, en 2011.
Lo mismo se movía en las colonias y barrios populares que en los titulares de las revistas del mundo del espectáculo. En campaña aprendió a acercar el cuerpo a sus seguidores, se dejaba abrazar, besar y apapachar por miles de mujeres que hacían difícil su llegada a los templetes de sus eventos. Como novillero que acerca el cuerpo al toro para triunfar, Peña Nieto se entregó a sus seguidores, logrando vencer en la elección de gobernador y luego en la elección para la presidencia de la República. Bien guiado y asesorado, en cada evento firmaba un compromiso notariado con el slogan: “Te lo firmo y te lo cumplo”, ya en funciones del gobierno estatal el lema cambió a Compromiso: Gobierno que Cumple; y, ya como candidato a la presidencia se ajustó a Compromiso por México.
Su liderazgo, su fuerza política y la sanción positiva a su imagen pública, se puso a prueba en las elecciones locales intermedias de 2009 en el estado de México. Nada o poco pudieron hacer sus adversarios aglutinados en el PAN y el PRD, principalmente. Las ciudades urbanas más importantes de la entidad estaban gobernadas por la oposición, pero resultaron impactadas por un gobernante que parecía más panista que gobernador del PRI. Municipios administrados por el PAN como Naucalpan de Juárez, Tlalnepantla de Baz y Toluca, o municipios populares como Ecatepec de Morelos y Nezahualcóyotl bajo conducción del PRD fueron recuperados por el PRI. La fuerte presencia del gobernador Peña Nieto fue contundente. Los gobernantes jóvenes de los partidos de oposición también se vieron seducidos por la presencia del gobernador, se los ganó con sus formas frescas y su trato jovial, cayeron redonditos en sus brazos al grado que entregaron las plazas que gobernaban al PRI.
En las elecciones municipales del estado de México del 2009, en donde el PRI fue en candidatura común con el PVEM, Partido Nueva Alianza (PANAL), Partido Social Demócrata (PSD) y Partido Futuro Democrático (PFD), obtuvo una aplastante victoria, al ganar 97 de los 125 ayuntamientos entre los que se encuentran los más poblados y desarrollados de la entidad; por mencionar algunos: Toluca, Lerma, Ecatepec, Nezahualcóyotl, Tlalnepantla, Chimalhuacan, Chalco, Texcoco. En porcentaje los 97 ayuntamientos constituyen el 77.6% del total. En cuanto a la elección de diputados locales la cosecha para el PRI fue muy abundante, pues nuevamente se convirtió en el partido dominante en el recinto legislativo estatal. Ganó 40 de los 45 distritos electorales, dejando al PAN y PRD sólo cinco. Los 40 diputados le significaron el 53.3% del total del Congreso local, con lo cual tuvo mayoría absoluta. Habría que agregar que los aliados del PRI, el PVEM, PANAL y PSD sumaron 9 curules a la mayoría gobernante de Peña Nieto.
Los reclamos de la oposición se centraron en el exceso de gastos de campaña por parte de los candidatos del PRI, el uso y el abuso de los recursos públicos por parte del gobierno estatal en favor de sus candidatos, la manipulación de los programas sociales orientados al electorado identificado con el PRI o en la promoción del voto priista, incluso el uso parcial de la televisora estatal “Canal 34” para promocionar a los llamados candidatos oficiales. Lo cierto es que no estaban preparados para contrarrestar el efecto-demostración de la bien manejada imagen del gobernador Peña.
Con los resultados aplastantes en favor del PRI, fácil resultó su nominación como candidato único del partido a la presidencia y desde el arranque encabezó las encuestas con porcentajes sorprendentemente holgados a pesar de los errores cometidos durante su precampaña y campaña. La televisión había hecho lo suyo y estaba vacunado contra todo. Con la visión de un experto, Raúl Trejo Delarbre señala que la implantación de esa imagen requirió de siete años de persistencia en las pantallas televisivas. Ganó de todas, todas; primero gobernador, luego presidente de México. Las mujeres no dejaban de gritar: “Enrique, bombón, te quiero en mi colchón”.
De acuerdo con el cómputo final del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) de la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos de 2012, el candidato de la alianza PRI-PVEM obtuvo 19, 158, 592 votos; la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, 12, 732, 630 votos; y, el candidato de la alianza PRD-PT-PMC, Andrés Manuel López Obrador, alcanzó 15, 848, 827 votos. Nueva Alianza, con la candidatura de Gabriel Quadri de la Torre, logró 1, 146,085 votos; mientras los votos nulos fueron 1,236, 857 votos.
El augurio de la vidente, doña Francisca Castro Montiel, de quien se cuenta reunió en Atlacomulco, por ahí de 1940, a los personajes más notables del pueblo para compartirles una asombrosa visión: seis gobernadores del Estado de México serían originarios de esas benditas tierras y uno de ellos sería presidente de la República. Alfredo del Mazo no pudo, Carlos Hank González tenía todo para ser, pero no lo dejaron, Emilio Chuayfet Chemor lo anheló, Arturo Montiel Rojas lo intentó y tuvo que renunciar; sin embargo, este último tuvo la visión de conducir a su protegido por el camino hacia la presidencia de la República. Por fin, el grupo tenía un presidente con arraigo total a la clase política de Atlacomulco.