Que bajaron los delitos en la CDMX.
Que desde diciembre de 2018… cuando fue el cambio de gobierno.
Claudia Sheinbaum Pardo y su jefe de la policía, Omar García Harfuch, presumen que se redujeron los delitos en la capital del país desde entonces, pero principalmente en los primeros cinco meses de este año.
Como si todos los días no hubiese asesinatos, violaciones, secuestros, robo a casa habitación, asalto a transeúnte y en transporte público.
Como si en el metro no operaran las bandas de extorsionadoras, que, en complicidad con sus novios, amantes o padrotes acusan a cualquiera de acoso, de haberlas tocado y de pretender abusar de ellas.
Todo para obtener dinero.
Porque así concluye la mayoría de esos casos.
El acusado paga para no ir al tanque.
O como si no existieran los auténticos acosadores en busca de víctimas en el mismo transporte mayormente subterráneo.
Esos dementes que andan a la caza de mujeres y, por qué no, hombres.
O como si no operaran las bandas que se dedican a robar celulares, aprovechando las aglomeraciones.
Todos lo han visto.
O como si los grupos de vándalos no se subieran en cualquier estación para extorsionar por las buenas a los pasajeros con un discurso violento y duro, pero decente, para pedir cooperación.
Unas monedas o, de ser posible, un billete.
Como si no existieran La Unión Tepito, que controla el mercado de la droga en Polanco, Las Lomas, Bosques de Chapultepec, Zona Rosa, Condesa, Reforma y la colonia Roma.
Como si no existiera el cártel de Tláhuac.
Como si los feminicidios no existieran.
En 2019 se cometieron, al menos, 70.
Las cifras precisas se desconocen, porque ni el mismo Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) las posee.
O como si no hubieran secuestrado y asesinado a Norberto Ronquillo, estudiante de la Universidad del Pedregal, justo hace un año, el 10 de junio de 2019.
Fue precisamente ese crimen el que hizo llegar a García Harfuch a la Secretaría de Seguridad Ciudadana capitalina, en octubre pasado.
Tomás Pliego, coordinador del gabinete de Seguridad Ciudadana, dice que hay una baja generalizada.
García Harfuch lo atribuye a mejor coordinación y más inteligencia.
Pero, casi nada, olvida un detalle:
No sólo se redujeron los delitos, se redujeron los empleos, las personas en la calle, los autos.
Si no hay gente en las calles, los delitos disminuyen.
Lógica I, como en la época preparatoriana.
García Harfuch sabe trabajar, sin duda, y se ha visto un cambio ciertamente desde que asumió el cargo, pero que no se cuelgue de esta cuarentena, que comenzó desde marzo.
Es decir, sólo una parte de enero, porque la actividad real, en firme, se retoma a medio mes, y febrero completo pueden ser presumidos.
Marzo, abril y mayo ni soñando, porque el Quédate en Casa dejó las calles de la ciudad vacías.
Los negocios y centros comerciales, cerrados.
Las oficinas en la oscuridad o con mínimo personal.
No sólo los restaurantes, que sirven comida para llevar, se quedaron sin clientela: también los malandros.
Es como las cifras que se anunciaron el 20 de mayo a nivel nacional.
Todos los delitos disminuyeron, todos.
Obvio: los delincuentes no tienen a quién robar.
¡Ah!, menos el asesinato, el homicidio doloso.
Bueno, sí, en abril hubo diez menos que en marzo.
3 mil por 2 mil 950, respectivamente.
Pero cabe recordar que abril tiene 30 días y marzo 31.
Es decir, no bajo ni un cadáver.
Basta recordar que 2019 fue el año más violento y sangriento en la historia moderna de México desde 1997, cuando comenzó a llevarse la estadística.
La fiscal carnala, Ernestina Godoy Rangel, avala.
También presume coordinación y apoyo de la Guardia Nacional.
El desafío será cuando se regrese a la normalidad.
García Harfuch lo ha reconocido, incluso, recientemente.
Y sí, esa será la hora de la verdad.
El regreso a la nueva normalidad, que, en realidad, es vieja.
Vámonos: Hugo López-Gatell todos los días nos sorpende. Ayer reconoció que hay más casos que los proyectados.
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