La reapertura desenfrenada que se ha dado en México es un espejismo.
No se ha superado la epidemia de Covid-19 y ya se autorizan eventos masivos, organizados, incluso, por el gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo en la Ciudad de México.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió esta semana que la pandemia está lejos de desaparecer y lanzó un alerta a todos los países que han reabierto como si ya no existiese el letal virus SARS-CoV-2.
En Europa del Este se han dado 20 millones de contagios desde que comenzó la tragedia y, según la OMS, es donde están los países que menos vacunas han aplicado en ese continente.
Pero el drama no termina ahí.
En Reino Unido han comenzado los rebrotes y la enfermedad jamás ha sido erradicada, tampoco.
China anunció esta semana el reconfinamiento y cierre de actividades por una nueva ola de contagios.
Y aquí, ciertamente con la economía gravemente afectada, con empleos perdidos y no recuperados y con la inflación por encima de lo proyectado, se llama, se invita a salir a la calle porque ya se cumplió con la vacuna, al menos una dosis, a todos los mayores de 18 años.
Y además de que no es cierto, porque al menos el 20 por ciento de los adultos no ha querido vacunarse, la vacuna no es garantía ni de no contagiarse ni de no enfermarse como tampoco de no morir.
Si cuando había dos mil muertos diarios, en la segunda ola en el invierno de 2020 a 2021, el gobierno de López Obrador y su vocero, Hugo López-Gatell, no fueron capaces de llamar a tener precauciones, menos hoy que la cifra se ubica en torno a los 400 al día.
Cierto que las autoridades internacionales han ya advertido que el mundo deberá lidiar con la enfermedad, pero también es verdad que los gobiernos deben enviar mensajes de certeza y no de ambigüedad y contradicción, como ha sucedido con Andrés Manuel, con su vocero anticovid y hasta con el secretario de Salud, Jorge Alcocer.
El martes en su comparecencia en Diputados, dijo que no se ha probado la eficacia de la vacuna en menores de edad y que los niños tienen un sistema inmunológico poderoso, al que, prácticamente, no le hace falta una vacuna.
-Yo no vacuno a mis nietos, dijo y la frase le dio la vuelta al mundo.
Una nueva ola de Covid durante este invierno que se aproxima es posible y lo que sucede en el resto del mundo es suficiente para encender las alertas y enviar un mensaje de alerta.
La única forma de enfrentar al virus es mantener los cuidados y las medidas de prevención.
¿Quién de la oposición para 2024?
Andrés Manuel López Obrador duerme como angelito.
Nada le preocupa rumbo a la elección presidencial de 2024.
Sabe que Movimiento Regeneración Nacional (Morena) tiene seguro el triunfo, salvo que ocurra algo más grave que la epidemia de Covid-19 que, según cifras oficiales, ya supera 500 mil muertos.
Si los seguidores de Andrés Manuel le han perdonado la mala atención de la letal enfermedad, cualquier cosa será nada.
El dinero que regala cada mes, además de su capacidad para encantar a sus escuchas y el terror que tienen sus adversarios, que prefieren callarse y agazaparse antes que ser hostigados y hasta acusados de corrupción, lo han encumbrado.
Tranquilo camina hacia la revocación de mandato que se organizó y que no llevará a ningún lado.
Así como la consulta para enjuiciar a los ex presidentes fue un rotundo fracaso, la que se llevará a cabo en marzo se dirige al desfiladero.
Aún así, el tabasqueño sabe que ganarán.
Si envía a Claudia Sheinbaum tiene garantizada la continuidad, porque ella no es capaz de actuar por decisión propia. Sólo obedece órdenes de él.
Si se decide por Marcelo Ebrard el panorama es distinto. El Carnal Marcelo suele ser más independiente, aunque servidor de Andrés Manuel.
Y aunque lejana la posibilidad, también tiene ahora a Adán Augusto López en la secretaría de Gobernación.
Y él es el tapado, cuando menos hasta ahora, porque el resto de los que quieren… no pueden.
Vámonos: La máxima de Pemex:
-Debo, no niego; ¿pago? No tengo
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