El primer caso de Ómicron en México se confirmó.
Hugo López-Gatell sabía que ya estaba aquí y lo ocultó.
Ya se hacían las pruebas para comprobar que se trata de la nueva cepa y el subsecretario de Salud calló.
La misma actitud que cuando comenzó la epidemia en México de Covid-19: minimizar y proteger a cualquier costo la imagen del gobierno federal.
De la llamada cuarta transformación y de su guía, Andrés Manuel López Obrador.
Igual que cuando se negó -y se niega- que el cubrebocas proteja.
No se quiere afectar la imagen de autoridad, de fortaleza presidencial.
Lo dijo el mismo Andrés Manuel.
Lo reconoció.
-¿Cómo se va a ver un presidente así, débil?, dijo.
Siempre negando que el cubrebocas, repito, sirviera para evitar contagiar y contagiarse.
López-Gatell llegó al extremo de asegurar que el presidente no transmitía el virus y que no era un agente de contagio.
Este, mientras tanto, hasta una estampita con una imagen religiosa se atrevió a decir que servía para protegerse, para levantar una barrera, ante el C-19.
El famoso “¡Deténte!”
– Detente, enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo!, dijo en una mañanera mientras mostraba la estampita.
Y sus leales, sus fieles, le creyeron.
Y le creen.
Oficialmente, en México han muerto 490 mil personas por Covid-19 o por enfermedades relacionadas o derivadas de éste.
Sin embargo, esa cifra es el doble, porque miles de muertes no fueron adjudicadas a la Covid y sólo se otorgó el certificado de defunción por causas diversas no relacionadas con él.
Semáforo verde
Mantener el semáforo en verde es una estrategia para ya no golpear a la economía, para que la gente salga de sus casas y, aunque se contagie, compre, gaste y haya movimiento.
Pero es a costa de la salud de todos.
Hasta ahora, ciertamente, la nueva cepa, clasificada con otra letra del alfabeto griego -Ómicron- no ha sido tan letal como se teme.
La mayoría de las naciones en Europa han cerrado sus fronteras, han apretado en las medidas de restricción y han limitado o cancelado las rutas hacia y desde Sudáfrica, donde fue descubierta la nueva versión del virus.
¿Y aquí?
Nada.
No sirve, afirma López-Gatell para complacer a su jefe, que le considera el mejor en su especialidad en el mundo.
Y así lo dijo.
El gobierno de López Obrador no aprendió de las dos primeras olas de Covid, cuando la cantidad de muertes rebasó la capacidad de los anfiteatros, de las funerarias y de los panteones.
¡Dos mil muertos diarios! ¿Lo recuerda?
Enero y febrero de este año que termina fueron lúgubres y trágicos.
Y esos dos mil son la cifra oficial.
Imagine la verdad.
La extraoficial.
Que Ómicron sea como Delta, otra variante de Covid, y que no arrase con pueblos enteros.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo advirtió recientemente:
El riesgo por Ómicron es muy alto.
Vámonos: Sheinbaum está desatada. Ya se siente la candidata presidencial de Morena y eso es muy grave y peligroso, porque descuida su trabajo, su prioridad: la CDMX.
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