La tragedia que vive Humberto Moreira Valdés, ex gobernador de Coahuila y ex líder nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) por el asesinato de su hijo Eduardo Moreira Rodríguez, es parte de esta guerra sexenal contra el narcotráfico y el mal llamado crimen organizado.
Las imágenes de un padre devastado por la pérdida de su hijo son dramáticas y conmovedoras, pero debieran ser igualmente importantes y atendidas que las de los sesenta mil muertos hasta ahora –oficialmente y cien mil, extraoficialmente- y de sus familiares dolidos que hemos visto una tras otra en este fúnebre sexenio calderonista.
Las opiniones y pésames en cascada de políticos que hasta hoy se acuerdan de la guerra al crimen declarada por Felipe Calderón desde que asumió en diciembre de 2006, tendrían que haberse dado también por la muerte de cualquier inocente, pero no ha sido así.
Ese es el debiera, la realidad es otra. A reserva de esperar a las investigaciones, lo conocido hasta ahora perfila un levantón y ejecución con la intención directa de causar daño, porque incluso se encontró el cuerpo de Eduardo unas horas después, lo que muestra el claro objetivo de dar en el blanco: en el sistema político y en el grupo de poder de Coahuila.
En un estado caliente políticamente por la deuda de 36 mil millones de pesos que sumó el gobierno de Moreira y con el crimen fuera de control, como en muchas zonas del país, aunque el gobierno federal lo niegue e insista en cantar victoria, el ataque muestra que los malos –como les llama Calderón-, no harán pausa en la llamada etapa de transición entre gobiernos.
Y precisamente eso es lo grave. El gobierno que se va termina como comenzó: con muerte, con sangre, con víctimas inocentes, con daños colaterales y el gobierno que todavía ni inicia ya tiene el primer aviso de lo que le espera.
Ayer sucedió lo inevitable: la politización del asunto, luego de que el secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, saliera a decir en una mañanera conferencia de prensa que no habrá impunidad y que se trabajará “sin importar el partido o filiación política”.
“Tenemos que seguir por el mismo camino. Tenemos que pensar todos los días que la seguridad no se construye en la impunidad, que no se construye en la discordia. La seguridad se construye en la justicia, la seguridad se construye dialogando, poniéndonos de acuerdo, trabajando juntos, hombro con hombro, los órdenes de gobierno, gobierno federal y los gobiernos estatales, los municipales, sean del partido que sean”, dijo don Alejandro como diciendo “¡Ven, se los dijimos seis años!” “¡Los malos son ellos!”.
“El profesor Moreira me expresó su deseo de que no haya impunidad. Y ese es el deseo de toda la sociedad”, remató en torno a la reunión que tuvo con éste el jueves en Ciudad Acuña, Coahuila, en el marco del funeral del sobrino del gobernador Rubén Moreira, hermano de Humberto, y con quien se dice ahora no hay buena relación.
Y esas imágenes conmovedoras y contranatura -los hijos deben enterrar a sus padres-, traen a la mente las decenas de casos en los que los padres han debido enterrar a sus hijos.
Ahí están los dieciocho michoacanos asesinados en Acapulco y los lamentos desgarradores en la catedral de Morelia; los 140 migrantes ejecutados en San Fernando, Tamaulipas; los dos estudiantes del ITESM asesinados por el Ejército, y los dieciséis jóvenes masacrados en Salvárcar, Juárez.
También el médico Otilio Cantú asesinado por militares en Monterrey, Nuevo León; el hijo de Javier Sicilia ejecutado en Morelos; el hijo de Alejandro Martí, secuestrado y asesinado en el Distrito Federal; los chavos desaparecidos en Michoacán recientemente; el candidato del PRI a gobernador de Tamaulipas, Egidio Torre Cantú, y ¿quién más?
“Mi hijo viene a ser uno de los muertos de esta guerra, de los miles de muertos. Es muy triste, y lo digo en carne propia, con un hijo que no ha cumplido ni un año con su esposa”, aseguró al llegar a la iglesia de Guadalupe.
“He aguantado muchas cosas, he aguantado calumnias, he aguantado engaños, he aguantado que la gente hable sin saber (…) he aguantado muchas cosas. Pero esto no se puede aguantar, me mataron a mi hijo, le dieron dos balazos en la cabeza unos desgraciados. Espero justicia”, dijo visiblemente afectado.
La posible participación de policías municipales en el crimen, muestra el grado de descomposición del sistema que, ciertamente, no sucedió en los doce años del PAN exclusivamente pero sí alcanzó el clímax de una historia en los gobiernos priístas.
Y los tweets de la viuda de Eduardo Moreira, Lucero Davis, revelan el dolor, pero también una mala relación entre la familia, desde que Rubén heredó la deuda de Humberto.
“No sabes gobernar!!! Esto es tu culpa!!! Renuncia maldito!!!”, escribió en su cuenta de twitter Davis. Y había exigido justicia desde el mismo día del asesinato por la misma vía.
¿Qué contestó el gobierno del tío? Que entienden el momento por que atraviesa la viuda.
Esto no terminará con el fin del sexenio calderonista.
Mando de Aureoles en entredicho
El Partido de la Revolución Democrática (PRD) atraviesa una de las peores crisis desde 1988,cuando nació. Dividido en tribus pero, más aún, en izquierdosos entreguistas y rebeldes, se revuelve en aguas peligrosas y en una indefinición por falta de líderes.
La posición mostrada en la Cámara de Diputados en la votación de la reforma laboral que da más poder a los empresarios y acaba de tajo con los derechos de los siempre explotados y maltratados trabajadores, aunque el ineficiente gobierno del presidente Felipe Calderón diga lo contrario, lo confirma.
¿A qué juega la izquierda?
Revolucionaria, protestante, irreverente y defensora, dice, de las causas sociales, mostró nuevamente su incongruencia en la votación de la reforma laboral.
Mientras se opuso a la iniciativa preferencial del presidente Calderón y a la que, rasurada, presentó el PRI, en el tema de outsourcing, contratos temporales, pago por hora y hasta tomó la tribuna, se hizo como la muerte en el panteón en la apertura de sindicatos, que tanto gritó pretender.
Los cincuenta diputados que se treparon a la tribuna, en abierto desafío a su ¿coordinador? Silvano Aureoles -dice que hasta los de su banda (oficiales, digamos) se subieron “por confusión”-, manifestaron su inconformidad, calificaron a priístas y panistas de falsos, de ojetes y de tapetes –razón no les falta-, pero… ¡oh sorpresa!, se bajaron y se fueron a su casa para no ser parte del “atraco al pueblo que votó por ellos”.
Y resulta que la discusión y votación del artículo 371 referente precisamente a la apertura de los sindicatos, a la elección abierta de sus líderes y a la apertura de los números y financiamiento, pudo haber sido ganada por el PAN – que chaqueteó al PRI, porque fingió estar con éste para mantener la opacidad-, y la izquierda –PRD, PT y Movimiento Ciudadano-, pero… ¡ya no estaban! Y no sólo eso: en comisiones, el petista Adolfo Orive votó en contra. Y el muy… democráta reconoce que trabajó con Carlos Salinas -creador del PT-, pero niega traición a la izquierda.
¡Qué curioso! Dicen estar del lado de los pobres, de los oprimidos, de los desposeídos, de los explotados, de los que menos tienen, pero a la hora buena, cuando se requiere, fingen demencia y errores.
¿Qué sucedió?
Pues que la apertura sindical, si se aprobara, le pega directamente al STUNAM, al SME, a los telefonistas y a una serie de gremios aglutinados en la UNT (Unión Nacional de Trabajadores), históricamente de izquierda. ¿Qué tal?
Y en el Senado, el PRD a través de su coordinador, Miguel Barbosa, dice que sí, que bambi con la apertura sindical, pero… ¡mala fortuna!, el PAN, que les acusó de salirse a la hora buena en San Lázaro y que juró que quiere transparencia, ya comenzó a recular porque si se hacen ajustes a la iniciativa de cómo la enviaron los diputados tendría que devolverse a éstos precisamente y se iría a dormir a la congeladora.
El presidente de la Comisión de Trabajo y Previsión Social, Ernesto Gándara, advirtió que puede quedar más fría que el hielo.
Así que puros panchos, puro cuento y continúan engañando –PRI, PAN y PRD- a quienes votaron por ellos. En el tricolor, los senadores que son al mismo tiempo dirigentes gremiales y forman parte del corporativismo se pararon de uñas, encabezados por Carlos Romero Deschamps, líder eterno del sindicato petrolero y quien, por cierto, ya se frota las manos para reelegirse democráticamente, por supuesto, por seis años.
Por cierto, si fuera cierta la alianza en Reforma, PAN, PRD, PT y Movimiento Ciudadano sumarían 66 votos, por 61 del PRI y sus incondicionales del PVEM.
Pago por hora
Y Martí Batres, soldado de López Obrador, se aventó la puntada de presentar una iniciativa para reformar la ley orgánica del Congreso y establecer el pago por hora y la revocación de mandato por improductivos.
“Que se pague a quienes asistan y no a los faltistas, que actualmente presentan justificantes para evitar el descuento de la dieta”, dijo Batres. Y el panista Luis Alberto Villarreal, pastor albiazul, sólo se carcajeó.
¿Por qué será?
¿Y López Obrador?
Don Andrés Manuel López Obrador dio la orden de hacerse patos a sus esbirros.
Con el cuento de convertir en partido político al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), se olvidó de lo social y de las movilizaciones y se ha clavado en lo político en busca de su sueño dorado: tener su negocio propio, perdón, su partido propio, adonde ha convocado a familiares, amigos y tapetes, eso sí inmaculados, para entregarse a muerte por la democracia.
¿Cuál es la prisa?
Los consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE) en su afán por lavarse las manos y el rostro aprobaron la destrucción de las boletas de los comicios de 2006, los del aiga sido como aiga sido, y las de 2012.
¿Cuál es la prisa en el caso de las de 2012? Apenas han transcurrido tres meses de las votaciones del 1 de julio y en un afán por limpiar su conciencia por decisiones polémicas se apresuran a destruir las boletas que, ciertamente, a nada conducirían porque está demostrado que la operación no se hizo en las urnas.
Aquí lo importante, la nota pues, es cómo erróneamente y con falta de tacto mezclan el caso 2006 con 2012, y el PRI les debe estar eternamente desagradecido.
Los que se volaron la barda fueron los jóvenes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), que ordenaron al IFE multar al Movimiento Progresista (PRD, PT y Movimiento Ciudadano), por propaganda lesiva contra las tiendas Soriana, luego de las acusaciones de compra de voto y tráfico de tarjetas prepagadas.
Dicen los magistrados que en el spot Miles de Pruebas se acusa dolosamente y sin fundamento a la cadena, que, como todos recordarán, se enredó al asegurar que no se podía recargar esas tarjetas para luego reconocer que sí. En fin.
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