Ya nomás falta el pachuco Tin tan, soltó en su soliloquio el Juan Barrancas, una neblina morada invadía el ambiente mientras alguien soltaba la carcajada, Jajajajaja ¿me hablabas vato ya estoy por aquí? Era el pachuco de oro, ¿mira con quien vengo? El Barrancas no se la creía, su volátil mente viajaba, estaba con una chica que se parecía a la guaperriima diosa de antaño, la rumbera Ninón Sevilla, quien era un cromo según recordaba en las películas del también bautizado como Genaro Cipriano, pero traía unos lentes de fondo de botella, pero que quitaba el sueño. Te presento a Yolanda Vargas Dulche, la de los Clásicos de “Lágrimas, risas y amor”, autora de los folletines “Gabriel y Gabriela” y “Rarotonga”, puro Best seller popular, mi chavo, hecho en Mexicalpan de las tunas, hemos leído tus historias chamánicas de azotado, rebecón, y queremos publicarlas, se llamara “La desgraciada e insólita historia fumada de Juan Barrancas” le manifestaba el trompudo German Valdez, cuando unos plomazos se escucharon a unos cuantos metros… fue cuando despertó Juanito la matraca de la metralleta o lo que fuera y la neblina se disipó, un resorte como si le hubieran picado el culo lo levanto de la cama para ponerse pecho tierra y meterse debajo hasta que acabo la descarga que duro unos diez minutos.
Luego llego el silencio, cubrió la atmosfera, reponiéndose del susto, se incorporó después como de media hora, eso de echar plomazos, había que tomar sus precauciones, una bala perdida y lo enfriaban a uno, salió a mirar que había pasado, pero no era ningún muertito, era el Felipe el Mollejón, un viejo desmadroso y alburero quien se había adelantado a la celebración de la capillita de San Nabor, y prendió unos cohetones que retumbaron en el cielo de San Lucas Matoni y en el vecindario.
Viejo jijo ahora sis te pasaste del susto me va dar chorrillo, o mejor chutese uno de chile verde que me muerde, jajaja… ya todos se saboreaban unos tamales y atole, en honor del Santo milagroso del barrio que concedía encontrar trabajo, salud y amor, pero sobre todo amor “San Nabor que llegue el amor”, “San Nabor que regrese el amor”, eran unas de las plegarias al santón que hacia competencia a San Valentín por el barrio, ese Mollejón nunca se lo había imaginado que desfilaran las morras y los vatos, ahí a dejar sus monedas para las flores y las cartitas de que les arrimará ese elixir de la vida, ese sustento que te da fuerzas para vivir y pararte e irte al jale, llueva truene o relampaguee, porque el amor redime todo.
Eran las charlas en el barrio, San Nabor que me avienten el calzón, quien te viera san Nabor, haciéndoles el favor, decía el Juan Barrancas, pero mejor ni opino, porque en las cosas del amor esta cañón, se acercó saludo a la banda, se zumbó “una güila” de rajas que lo hizo sudar de lo picoso que estaban, con su champurrado apagó el fuego del chile, sin darlo a desear y como siempre después de un rato se puso a filosofar, cuando hay amor aunque no haya de comer, cuando hay amor, abrázame fuerte que no respiro, amor amor voy la calle buscando amor, pero a veces no llega y a veces se larga al quinto infierno ¡cuídalo vato! porque se esfuma por la ventana, y más si andas de cabrón jajaja, según San Nabor.
Yo que me hacía en el Parnaso, en la Sala Manuel M. Ponce, en La Pulcata Los Insurgentes donde la runfla pachecona presenta sus libros, ahí leyendo las aventuras del Guitarrista Fantasma, recordó el Juan Barrancas el sueño que interrumpieron los cohetones, pero se conformaba tan solo con un beso, un abrazo de la prenda amada, que hacía mucho se cotizaba y como iban las cosas seguiría igual, porque cuando se acaba el amor, mejor escucho el fonógrafo de la vida y que se filtra esa rolita de los Panchos :“Sin un amor, la vida no se llama vida/ Sin un amor… le falta fuerza al corazón/ Sin un amor el alma muere derrotada/ Desesperada en el dolor, Sacrificada sin razón, Sin un amor; no hay salvación/ No me dejes de querer… te pido/No te vayas a ganar… mi olvido/ Sin un amor el alma muere derrotada/Desesperada en el dolor, Sacrificada sin razón, Sin un amor; no hay salvación….
Eso de sentir el blues se le daba al Juan Barrancas, le dolía hasta el cuajo, cuando el corazón sigue bombeando la moronga, la roja sangre, pero no se agita, cuando eres correspondido y cuando las almas porque quien sabe artilugios del destino hacen que coinciden dos seres y se fundan en uno sacando chispas, energía pura y que bonito es ir a la cama, que diga a la cima del universo y seguir en la tierra, expandirse de gozo y felicidad, pero no todo es para siempre y como decía el Pinocho de los Estrambóticos, de amor nadie se muere, pero si duele, añadió el Barrancas, cuando como o poseído que se la pone a cantar: “En mi camino hay un abismo/pues no he podido decirte adiós/a donde vaya veo tu mirada que acompaña este dolor/ sé que ya no estás creo que no hay marcha atrás, no puedo ocultar/las ganas de irte a buscar/ sé que tu olvido es un castigo que ha destruido mi corazón/quiero borrarte pues tengo miedo que te conviertas en obsesión/te voy a extrañar/no lo puedo evitar, te quiero olvidar/debo de intentarlo por más que me duela tengo que dejarte ir/un recado en la pared me hizo ver que ya no estabas/una carta explicando todo no lo podía creer/pero tuve que entender que de amor nadie se muere/al contrario lo que no mata sólo te hace crecer… Los aplausos no se dejaron esperar pero alguien descontrolado empezo a soltar el llanto… pero esa es otra historia.