POR NORBERTO HERNÁNDEZ BAUTISTA
¡Te lo firmo y te lo cumplo! Ese fue el mensaje de campaña de Enrique Peña Nieto y, a ese mensaje acompañaban millones de militantes, simpatizantes, promotores, activistas y “movilizadores del voto” distribuidos en todo el país. Fueron originales y les dio resultado. Desde luego, sumando otras mañas, propias del gen priista. Parafraseando a la excandidata “Valiente”, doña Alejandra del Moral, no buscaban una constancia de buena conducta, lo que importaba era la constancia de mayoría.
Los priistas tenían una tradición en su vida política. Trabajaban en tiempos de paz, para ganar en tiempos de guerra. Los departamentos de acción electoral y de organización nunca paraban. A veces moviendo su propia estructura, en otras ocasiones organizando, mapeando a los beneficiarios de los programas sociales. En los tiempos del profesor Hank y de Jiménez Cantú existían los ejércitos del trabajo que anticiparon, los comités del Programa de Solidaridad del salinismo.
Durante la campaña y el sexenio de Arturo Montiel, se formó la llamada “Fuerza Mexiquense” que fue una estructura electoral que operó en la entidad durante las elecciones y luego fue llevada a otros estados del país para apoyar a los aliados del gobernador, porque quería ser presidente de México. Isidro Pastor, presidente del PRI en aquellos años, regaló tenis blancos a la militancia y a sus candidatos; él, además, se vestía de militar, sus simpatizantes lo llamaban “comandante”. Incluso, se sabe que hacían misas, mezcladas con ritos paganos, para luego jurar sobre la biblia, la constitución federal y local.
Eso hacían los del PRI, pero a ninguno se la había ocurrido firmar con sangre un compromiso de campaña como a la candidata Xóchitl Gálvez en un mitin en Irapuato, Guanajuato; una entidad bañada en sangre por la presencia del crimen organizado y que ha sido gobernada por el PAN, uno de los partidos de la coalición que la apoya. No hay modo de negarlo, la candidata de la coalición “Fuerza y Corazón por México” ha pasado de lo chistoso a lo ridículo.
En su gira por Estados Unidos, una vez salió camuflada, para no escuchar las protestas de migrantes mexicanos en su contra; en otra ocasión salió dando brinquitos, de igual manera para no ver a los inconformes por su presencia; cuando recibió la constancia de registro como candidata, se puso a brincar, para sorpresa de la consejera presidenta del INE que se hizo a un lado. En un evento, se sacó un chicle, ella dice que era una pastilla, y lo puso debajo de la silla.
En su etapa como senadora se disfrazó de dinosaurio, en alguna ocasión se tiró a media calle, luego se encadenó en una curul en una sede alterna del senado. Pero eso no es todo. Se le olvidan los discursos, se le pierde el teleprompter, se le va la onda y habla mal de sus aliados del PRI en presencia de Alito Moreno. A risa plena, dijo en un mitin que en su equipo no quería ni güevones, ni rateros ni pendejos. Lo chusco es que estaba rodeada de los dirigentes nacionales del PAN, del PRI y del PRD.
Plagió su tesis. Dice que habla inglés, otomí, francés y un poco de japonés y ya vimos que no. Mintió sobre su casa. Fue a EU a pedir que intervengan en México porque está en riesgo la democracia. Hasta el momento no ha terminado de aclarar la procedencia de mil cuatrocientos millones de pesos ganados por sus empresas, siendo funcionaria pública.
La candidata Xóchitl no solo miente en su persona, su campaña está montada en mentiras, en bots, para desestabilizar al país.