Tuve la suerte de grabar un programa con Gustavo Rentería para su espacio “Libertas”; ahí analizamos lo que había pasado en las elecciones de junio de 2016 y la perspectiva político- electoral en el estado de México. En particular, con sus matices, destacamos lo exitoso que había sido la estrategia de las alianzas entre el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y la posibilidad de darle continuidad en la elección para gobernador en junio de 2017 en la tierra del presidente de la República y del Dr. Eruviel Ávila que aspira a suceder a su paisano y compañero de partido en la titularidad del Poder Ejecutivo. Tanto Gustavo, como su servidor, coincidimos que para el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no hay 2018 sin 2017 y que las aspiraciones del gobernador Eruviel Ávila Villegas dependen de entregar buenas cuentas al PRI y al presidente Peña. Sus similares de los estados de Puebla e Hidalgo ya lo habían hecho ganando la elección de gobernador en sus respectivas entidades, uno con el PAN y otro con el PRI.
Informado y provocador, Gustavo Rentería puso en la mesa el análisis de los posibles aspirantes a suceder al gobernador Eruviel Ávila Villegas; entre todos los mencionados, si bien con posibilidades, no se vislumbraba la salida del Dr. Luis Videgaray Caso de la titularidad de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y menos por su cercanía con el presidente de la República con quien operaba los temas de mayor relevancia para el país en los ámbitos económico, político y social. No podíamos imaginar que el que cobraba los impuestos, al que se atribuía el incremento de los precios de la gasolina, el dólar y al que manejaba las cuentas y presupuesto nacionales tuviera un escenario real para competir por la gubernatura del estado de México para el 2017. En la política no hay nada escrito y a solo tres meses de aquella entrevista donde compartimos algunas ideas para “Libertas” el escenario ha cambiado y ahora Luis Videgaray Caso es un serio aspirante a la candidatura a gobernador del PRI en el estado de México, donde fue mandatario su jefe y amigo Enrique Peña Nieto y ahora es gobernante su amigo y aliado Eruviel Ávila Villegas.
Tiene posibilidades? Las mismas que los otros aspirantes. Lo que cambia son los aliados de cada uno de ellos: unos van de la mano del presidente Peña; otros del presidente y el gobernador; otros más del gobernador y del ex gobernador Arturo Montiel Rojas; uno de ellos del presidente, el gobernador y del ex gobernador, pero sujeto al ámbito meramente al Valle de Toluca. En el caso de Videgaray, sin duda, forma parte de los afectos más cercanos del presidente Enrique Peña Nieto, del gobernador actual y puede ser el mejor prospecto para grupos empresariales y políticos nacionales a quienes interesaría apoyarlo en la continuidad de su carrera política.
El doctor en economía, Luis Videgaray Caso fue el brazo derecho y hombre más cercano al presidente Enrique Peña Nieto desde que este ocupó la gubernatura del estado de México. Su renuncia a la SHCP marcó un hecho trascendente en la conformación del gabinete y el sacrificio del secretario que podría considerarse actuaba como un vicepresidente en la toma de decisiones de la agenda nacional. Justa o no, merecida o inevitable, la salida de Videgaray significó la ruptura de un equipo que se formó, trabajó y conquistó la presidencia de la República. Se conocieron cuando Peña Nieto era diputado local y tuvieron la encomienda de renegociar la deuda del estado de México por indicaciones del gobernador Arturo Montiel Rojas. Desde la firma PROTEGO Asesores, Videgaray fue asignado a estructurar la operación financiera del pasivo estatal y de ahí se fortaleció una relación de trabajo y amistad entre el brillante economista y el joven gobernador que, al asumir la titularidad del cargo, lo nombró secretario de finanzas.
En realidad, fue la primera vez que un funcionario con esa formación y visión profesional llegaba a la titularidad de la Secretaría de Finanzas; un economista con ideas y contenidos de vanguardia que superaba ampliamente a sus antecesores que más que secretarios actuaban como contadores que llenaban los cajones de ingreso y gasto. Formado en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y doctorado por el Instituto Tecnológico de Massachuset (MIT, por sus siglas en inglés) fue eficiente en el desempeño del cargo y pronto se convirtió en un operador político del gobernador al interior del estado y en el territorio nacional. Por la confianza y la capacidad de entender los tiempos políticos del país y de aplicar ideas y estrategias nuevas desplazó a políticos tradicionales y hasta a los jóvenes cercanos al gobernador que se movían en el acartonamiento de las prácticas locales. En un breve tiempo, se transformó en un colaborador clave en las decisiones que tomaba el gobernador.
Inevitablemente, salió de la titularidad de la Secretaría de Finanzas para desempeñarse como el influyente y poderoso diputado federal de la LXI Legislatura, que hacía equipo con el influyente y poderoso gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto. Desde ahí controlaban todo, desde ahí hicieron aliados, sumaron nuevos liderazgos y desplazaron a otros que no sumaban al proyecto ganador. La presidencia de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública en manos de Videgaray fue la plataforma que cerró el círculo de poder de los mexiquenses que se propusieron sacar al PAN de Los Pinos. Consumada la estrategia y ya con la candidatura del PRI nacional en sus manos, Videgaray se convirtió en el operador estratégico y fue nombrado coordinador de la campaña presidencial, al lado del ex gobernador, Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Miranda Nava y David López.
Ganada la presidencia de la República, fue nombrado SHCP con buena aceptación de los hombres de negocios del país y de los intereses extranjeros. Era el cargo y nombramiento lógico para alguien con su formación, experiencia y cercanía con el jefe del Ejecutivo. Fue el promotor y operador de la mesa política donde se discutieron y ganaron consenso las reformas estructurales del país, como la educativa y la energética. Sin embargo, su protagonismo al interior del gabinete y hacia el exterior del país terminaron por desgastarlo hasta que un acontecimiento fuera de su responsabilidad como secretario de Hacienda lo obligó, por iniciativa propia o porque no quedaba de otra al presidente Peña Nieto, a presentar su renuncia al cargo que su jefe y amigo le había confiado desde diciembre de 2012 y con quien había trabajado desde septiembre de 2005.
La visita a México del candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump —el tirano, como lo llamó Enrique Krauze— selló su salida del gabinete. Por indicaciones presidenciales operó la visita de tan polémico personaje a pesar de que sistemáticamente había estado insultando a los mexicanos llamándolos delincuentes, asesinos, narcotraficantes y de sostener en todos sus eventos de campaña la posición intransigente de construir un muro que pagarían los mexicanos en su frontera sur para evitar que sigan ingresando ilegalmente a territorio norteamericano. Esta desafortunada decisión motivó su salida. El hombre pensante, el de la materia gris, salió desgastado de un gobierno a donde había llegado con grandes expectativas para el país y su carrera política. El presidente Peña Nieto reconoció que “Videgaray tuvo un gran desgaste por involucrarse en el arreglo con el equipo de campaña del candidato Trump… y creo que este desgaste me llevó a tomar la decisión de aceptar su renuncia que él presentaba”.
Pero dadas las peripecias de la política, parece que “cayó pa` arriba”. Ahora es visto como el factor sorpresa para la candidatura a gobernador. No es una figura pública carismática ni de fácil relación con las bases priistas, pero eso no es inconveniente para un partido que tiene una estructura territorial fuerte y con capacidad para hacer ganar al designado. Carlos Urdiales lo advierte bien: “las redes de poder que el exsecretario tendió desde su proximidad con el Presidente Peña Nieto están prácticamente intactas y eso se cuenta poco, pero cuenta mucho”. Si la clase política estatal y nacional afín al PRI se inclina por la candidatura de Luis Videgaray Caso no estarían apostando por un gobernador; su decisión sería de más largo plazo con dos variables prioritarias ante un escenario de derrota en las elecciones presidenciales de 2018: volver a sostener al PRI nacional desde el gobierno del estado de México y tener a un candidato fuerte para recuperar la presidencia de la República en 2024.
Si alguien conoce a la oposición, sus arreglos, componendas en lo oscurito, es el ex secretario de finanzas del estado de México, el ex diputado federal y el ex secretario de Hacienda. Es la mano que los acercó, los motivó y los hizo partícipes de buenos acuerdos, tanto personales como de sus grupos políticos. Le sabe a la política local, a la nacional y cuenta con un gobernador que sabe operar elecciones. Será Videgaray el palomeado?