El Ejército en México es todo.
Andrés Manuel López Obrador negó ayer que el país este militarizado, pero enumeró sus actividades y, la neta, sólo les falta vender mole los domingos.
Cuando candidato, el tabasqueño siempre criticó el uso que de las fuerzas militares Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto.
Durante la creación de la Comandancia del Ejército mexicano, en el campo Marte, destacó la importancia de Ejército y Marina para su gobierno.
Son columna vertebral.
Y qué decir de la Guardia Nacional.
-Ya hay cien mil elementos, presumió.
Pero la realidad es que los policías federales, al extinguirse la Policía Federal, fueron enviados voluntariamente a fuerzas a integrarse a la Guardia Nacional.
– El apoyo más importante que ha recibido mi gobierno es el que me han brindado la Secretaría de la Defensa y la Secretaría de Marina.
Las acusaciones de que estamos militarizando al país carecen de toda lógica y, en su mayoría, de la más elemental buena fe.
No se ha ordenado a las Fuerzas Armadas que hagan la guerra a nadie, dijo.
López Obrador presumió las funciones de los elementos:
-Huracanes, inundaciones, temblores, incendios y más.
Todo eso se atiende con las Fuerzas Armadas.
Con ellas, al mismo tiempo, contenemos a la delincuencia organizada e impulsamos la reconstrucción de la seguridad y de la paz en las regiones más efectadas por la violencia criminal, afirmó.
Y continuó con la interminable lista, que pasa por la seguridad nacional, la defensa de la soberanía y hasta la construcción de obras de infraestructura como el aeropuerto Felipe Angeles que se inaugurará el 21 de marzo de 2022, y pasando por el Tren Maya.
Bueno, hasta el proceso de vacunación es vigilado por la milicia.
Ni con la Guardia Nacional, creada por él, cumplió el compromiso de que el mando fuese un civil.
Un militar le comanda.
Y tiene 27 mil elementos, de esos cien mil que señala, vigilando las fronteras norte y sur desde que Donald Trump lo exigió y Joe Biden lo ratificó.
No es ni será fácil enfrentar al crimen y al narcotráfico.
Mucho menos acabarlo.
Y Andrés Manuel ha decidido no hacerlo.
La orden es evitar toda confrontación.
Su estrategia sexenal se basa… en el Ejército.
Superar 230 mil ejecutados y 50 mil desaparecidos no era al inicio de este gobierno, allá por 2018, una empresa fácil.
La guerra sin planeación de Felipe Calderón y sus 106 mil muertos y 30 mil desaparecidos y la indolencia de Enrique Peña Nieto por su obsesión con las reformas estructurales que derivaron en 120 mil muertos y otros 20 mil desaparecidos no tiene fin.
Vaya paradoja: el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas se ha dado cuenta de que las Fuerzas Armadas, a las que criticó siempre y acusó de masacrar inocentes cuando era candidato, son su única opción.
Tal como lo fueron para Fox, Calderón y Peña.
Sí, los neoliberales.
Cuando era eterno candidato siempre dijo que los militares debían volver a los cuarteles, que no debían hacer política y que no estaban preparados para ello.
Hoy deposita en ellos la responsabilidad de una estrategia que parece débil, de sólo buenos deseos, poco estructurada y basada en lo mismo.
El narcotraficante, el secuestrador, el extorsionador y todo delincuente está invitado a dejar el mal camino. A redimirse.
Se apuesta a combatir las causas de que los jóvenes se refugien en el crimen.
Por eso las becas, dice, pero no es fácil.
Alfonso Durazo, ex secretario de Seguridad Pública y hoy inminente gobernador de Sonora, lo reconoció: el Estado mexicano no ha podido derrota los cárteles ni podrá.
Y jamás pudo hacer algo.
Andrés Manuel ha consentido a los militares más que cualquier presidente en la historia de México.
Más que Fox, Calderón y Peña.
Vaya paradoja.
Pero México no está militarizado.
Escepticismo
Andrés Manuel siempre exigió y prometió el regreso de los militares a los cuarteles y hoy se refugia en ellos como única opción.
La misma estrategia utilizada por Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Vámonos:
¿Neta hay que correr el riesgo con el regreso a clases?
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