“El jefe del Ejecutivo puso en riesgo la elección, pero se declara la validez del triunfo del candidato del Partido Acción Nacional (PAN), Felipe de Jesús Calderón Hinojosa”, a la Presidencia de la República, aseguró el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Trife) en 2006 al entregar la constancia de mayoría al panista.
Y el de Michoacán llegó a Los Pinos, en la zona de Chapultepec, para hacerse cargo de la Presidencia, de la inseguridad, del narcotráfico y más, por apenas el 0.56 por ciento de diferencia sobre el de Tabasco.
¿Recuerda la escena?
Calderón sólo quería que le entregaran la constancia y largarse de ahí para que se enfriara lo que parece, hasta ahora, uno de los fraudes más descarados en la historia de la política mexicana.
De esa elección surgió la famosa frase de exigencia y protesta “¡Voto por voto, casilla por casilla!”, como exigencia para abrir los paquetes electorales y hacer un recuento, porque la diferencia era tan corta que un sufragio podría cambiar el resultado que señalaba el Instituto Federal Electoral (IFE) -hoy INE- y que avaló el Trife.
A raíz de esa pugna y del plantón de Andrés Manuel en Paseo de la Reforma sin importarle la afectación a residentes y a comercios de la zona se llevó a cabo una reforma electoral, que hoy López Obrador ya califica de engaño, cuando se aprobó para dejarlo satisfecho.
AIGA SIDO, COMO AIGA SIDO
–Aiga sido, como aiga sido, comenzó a alardear Calderón en las entrevistas que le hicieron para legitimar el triunfo.
Jamás lo logró y, entonces, vino la decisión, la ocurrencia, que tiene marcado a México hasta ahora: el 9 de diciembre declaró lo que llamó guerra contra el narcotráfico.
Sacó al Ejército e los cuarteles y, hasta ahora, no han vuelto, porque ni Enrique Peña Nieto ni Andrés Manuel López Obrador pudieron con el crimen y el narcotráfico.
No le importaron las familias, los inocentes, los indefensos.
Sólo quería legitimar su presunto triunfo y que nadie le hiciese sombra.
Y así hubo cien mil muertos.
Vicente Fox participó, operó, descaradamente a favor de su sucesor y un día sí y otro también hablaba de lo peligroso que es para un jinete cambiar de caballo a mitad del arroyo y de más vale malo por conocido que bueno por conocer.
Ayer, el propio Fox, personaje novedoso que dio frescura a las elecciones acartonadas y aburridas en aquel ya lejano 2000, lo reconoció:
–¿Operó en el 2006 para que ganara Felipe Calderón?, se le preguntó.
–Operé para que ganara México. Yo fui respetuoso de la democracia y de la libertad, fui respetuoso de la ley y de la Constitución y, por supuesto, apoyé a Calderón, pero dentro de la ley, dijo.
-El inventor del fraude es el que está cavando su propia tumba, que ya no tiene atractivo para nadie, afirmó.
Fox Quesada fue entrevistado en el aeropuerto de León, Guanajuato, donde coincidió con la candidata de Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Claudia Sheinbaum, que estuvo en el lugar como parte de su agenda de su campaña.
-Huele a chamuco, dijo el ex presidente en X.
LÓPEZ OBRADOR HACE LO MISMO
Andrés Manuel López Obrador hace exactamente lo mismo.
Peor aún, porque tejió toda una estrategia para que, justo en el año electoral, la pensión para adultos mayores alcanzara 6 mil pesos al bimestre, lo que le garantiza votos, además de que los beneficiarios de todos los apoyos sociales -dinero, pues- superan ya los 20 millones en todo el país.
Además, lleva cinco años en campaña todos los días con su stand up llamado conferencia mañanera desde Palacio Nacional.
Y todavía se queja, como siempre, del pasado y de los conservadores, neoliberales, hipócritas e hipócritas.
Por supuesto, tiene a millones de leales.
El dinero compra conciencias.
Vámonos: Las encuestas que presumen Sheinbaum y Morena comienzan a ser insuficientes para mantener la mentira de esa ventaja de 20 o más puntos sobre Xóchitl.
alberto.montoya@diahabil.com.mx @albermontmex